Y Probé a ser IMvencible

Triatlon.

viernes, agosto 11, 2006

Si es que soy un GLOBERO manirroto...
Querido diario:
Te he puesto un contador de visitas ya que algunos de los que pasan cerca del alfeizar donde te puse te leen al paso... Así sé que eres cuidado por otros en mi ausencia. Les agradezo su interés, sus ánimos y consejos...
Yo creía que mi principal problema era la natación. ¡Un cuerno!, la bici no se anda a la zaga. El problema con la bicicleta no radica tanto en hacer kilómetros sobre ella. Una vez superado el dolor en el culo y cuello, he logrado cierta pericia y creo que para el tiempo que llevo sobre ella no lo estoy haciendo mal. Lo cierto es que no soy novato en este deporte. Lo dejé hace unos 15 ó 16 años cuando las obligaciones con los lobeznos, en aquella época aún creía que ser un buen padre y marido ejemplar me ayudaría a conseguir el perdón divino y la gloria eterna, me hicieron dejarla arrumbada, para más tarde venderla. Mi problema con la bici radica, principalmente, en que cualquier artilugio que tenga más piezas que el mecanismo de un botijo se me rebela y adquiere vida propia en mis manos. Al hilo del tema, el pulsómetros que se me resfrió ayer en la piscina hoy ha vuelto a funcionar sin haber realizado nada para arreglarlo, sólo dejarlo en la mesilla de noche. Si ahora sin hacer nada funciona ¿porqué ayer que lo necesitaba para supervisar mi rodaje a pie se negó a hacerlo?. ¡Estos chismes lo unico que quieren es fastidiarme!. Pues como decía...Antesdeayer le puse un cuentakilómetros nuevo a la bici. Lo hice porque el que tenía no funcionaba y nadie había dicho nada. El "parato", ¡de los cojones!, me costó 15 "l´euros", supongo que sería de los baratitos, digo.... En fín, que el primer día le dí al único botón que lleva y aquello como si estuviera embrujado se puso a funcionar. Más contento que un "San Luis" me puse a disfrutar intentando ver si el cacharrico tenía todos los números. Me fue imposible, cuando en la pantalla puse el 52 no fui capaz de que cambiara a 53, me quedé con la duda de si el seis funcionaba en el casillero de delante, creo que los "técnicos" lo denominan decenas.... Ayer todo iba de vicio. Conseguí salir de casa con tiempo. Metí mi burrica en el coche y aparqué en la puerta de la piscina. Tengo que ir en coche a la pisicina pues lo utilizo de garaje mientras nado. No dejan entran velocípedos en el recinto. Monté "la flaca", me monté yo a su vez sobre ella y me dispuse a comenzar la primera parte de la sesión. Hago primero unos cuarenta kilómetros, nado y después recorro unos treinta más... Salgo como una bala y me doy cuenta que tengo que resetar el chisme para saber cuantos kilómetros hago hoy. Miro en mi interior y... No recuerdo como se hace, realmente no se como se hace, pues como buen españolito he pasado de leerme un libro monísimo que me dio el mecánico del taller. Tras escrutar el aparato descubro varias cosas. Una, que marca diferentes valores. Dos, que sólo tiene un botón. Me comienzo a cabrear. "-¡Estos "japos", son tontos!-", digo. Con un sólo botón no se puede gobernar diez valores distintos, debería tener un botón para cada cosa y por supuesto uno "colorao" que diga "NO TOCAR", que sirva para que nosotros jodamos el invento cada vez . ¡Pues no!. ¡Un solo botón!. Sin dejar de pedalear comienzo a investigar. Pulso el botón con una sutil caricia. ¡No pasa nada!. Recuerdo que había leído en algún sitio que tenía que pulsarlo un segundo. Lo hago. Cambia de valor la pantalla, pero no se pone a cero. Alguien me dijo que pulsando tres segundos, hacía algo, pero me parece recordar que era algo malo. Sigo trasteando y me harto. ¡Hasta las narices de tocar el botoncico, lo aprieto tres segundos!. Tengo una memoria privilegiada. ¡Efectivamente, recordaba bien!. ¡Era algo malísimo!. Se reseteó todo, hasta los valores que tenía el computador para saber cuantos metros recorría la rueda en una vuelta. Me paro. Mejor lo cuento. Se me olvida pedalear y por ese estraño efecto que es el rozamiento me paro. No he sacado el pie del automático. Intento sacarlo. Es demasiado tarde, no puedo hacer nada. cierro los ojos y en un fugaz segundo pienso: ¡Dios mío, que no haya nadie cerca que me vea para que no se descojone!. Dios, que siempre hace lo contrario de lo que pido, me fue a tirar al suelo, desde parado, delante de una horchatería donde los parroquianos, en su terraza, se tomaban los "cafeses" y los helados. El establecimiento debía ser muy querido por los vecinos, pues estaba a reventar.... Me levanté con todo el garbo que me fue posible y sin mirar a la terraza para no ver la cara de pasmo y risa de los clientes, dignamente y con gran celeridad, metí tuerca y salí corriendo.
Como soy un cabezón no podía dejarlo así. Eso tenía que funcionar como fuera. Por donde transitaba es una ruta muy concurrida por grupos de ciclistas. Pasó una grupeta de tres. Ni corto ni perezoso les doy el alto. Les digo: "-¿Podeis decirme como se pone en marcha este chisme?, señalando al cuentakilómetros de los cojones. Me miraron con la cara propia de haber recibido esa pregunta ¿de dónde habra salido este globero?. Los zagalicos mucho más duchos que yo en la materia me pusieron el aparatito en marcha. Les pregunte hacia donde iban. Se miraron y al unísono contestaron: "-¡Nos quedamos aquí!-". Seguro que era mentira. Dirían, ¿a dónde vamos nosotros con este especimen? y esperarían a que me alejara para reanudar su marcha. Luego en la soledad de la carretera recordé que sólo una vez había hecho más el ridículo que hoy. Ibamos para Abanilla, hará veinte años por lo menos. Era de las primeras veces que salía mas lejos del perímetro que alcanza la vista de mi "santa" y se me acabó el agua. Tenía tanta sed y los cabroncetes del grupo me llevaban tan rápido que pare en una gasolinera. Allí compré llevado por el ansia de beber y para que no me volviera a faltar agua tres botellas de dos litros. Tenía un problema. Una botella la podría meter en el portabidones. Tiré el bidón. ¿Y las otras dos?... Le pedí al de la tienda dos bolsas de plástico con asas, de esas blancas de los mercados. Metí una botella en cada bolsa y colgé ambas, una a cada lado del manillar. Salí en busca de mis "amigos". Estos mosqueados por mi tardanza volvieron sobre sus pasos y me encontraron subiendo un cuestón que hay a la entrada del pueblo. Con la botella de dos litros en el botellero y dos bolsas colgando del manillar. Pararon en seco. Me dijeron que con ellos de esa guisa no iba. Me dieron a elegir entre seguir así yo solico o tirar el agua. ¡Y una leche!. ¡A mí no me vuelve a faltar agua!. Me dejaron tirado en lo alto del pueblo y siguieron su marcha. Más tarde pensé: "¡La verdad es que llevan razón!, vaya una estampa que llevo con las bolsas "colgás" del manillar. Al siguiente sábado les perdoné y ellos me hicieron prometer que nunca más volvería a poner el agua en bolsas en el manillar de la "sacrosanta bicicleta".
Hoy empiezo las vacaciones. Tres sesiones, mañana bici, tarde natación y luego trote cochinero... Me he pesado, mis sospechas se han corroborado "sólo" peso 70 kg. ¡"Pá uno sesenta y tres que mido no está mal!".

1 Comments:

At 12:21 p. m., Blogger Alex Tomás said...

Jejejejeje, que bueno. Vaya historias te ocurren. Lo de las botellas sería para verlo.

Aunque creo que exageras, puesto que el otro día me parecío leer que sacabas una media de ¿32km/h? yo no la veo nada mal compañero.

Animo, el libro de instrucciones nadie lo leemos, solo como último recurso :D

Saludos!

 

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