Y Probé a ser IMvencible

Triatlon.

jueves, agosto 17, 2006

Querido Diario:
Alguien con muy poco conocimiento te ha puesto en otro lado. Te busqué en el alféizar de mi ventana. No he podido escribir en ti unos días pues tu guardas la pluma con la que lo hago. Sumados, estos problemas logísticos a que estoy en esos días…. “¡Qué estoy de vacaciones, no es que tenga el periodo!. Tantos inconvenientes están haciendo que haya un poco de latencia entre mis confesiones y la fecha en la que se producen mis pecados.
Martes festivo
Definitivamente el martes me fui a esperar al más nutrido grupo de bikers entrados en años, no dejan de ser como yo o algo más jóvenes incluso, llenos de lorzas y con las bicicletas más caras. Dejé pasar algún grupito hasta que elegí mis víctimas. Me iba a dar un homenaje. Tras darle unos metros de margen me lancé hacia ellos. Los pasé y me pasaron varias veces en los 10 kilómetros que tiene la subida, siempre con el mismo o parecido chascarrillo de: “¡Mira que ponerse cuarenta mil duros entre las piernas, “pá” andar tan poco!”. Tras quedarme bien a gusto. Regresé a casa. Como te dije, queridísimo diario, tenía una reunión con mi entrenador. De ella sacamos varias conclusiones, de las cuales no me acuerdo de casi ninguna, excepto de que tenía que perder mucho peso para poder tener un número que creo que se llama “uveodosmaximo” muy alto. Tras sesudo e intenso análisis nos fuimos a la terraza a tomarnos unos litros de cerveza….. Convinimos que para hoy iríamos a tomarnos un aperitivo de esos que sólo la cerveza engorda, pues el marisco aumenta el ácido úrico pero ni él ni yo lo padecemos.
Por la tarde y tras dormir la siesta que se merecían las varias cervezas que tomamos por la mañana me fui a nadar. Rothenmeller no estaba pues era fiesta. Así que yo solico empecé a hacer largos. Estuve una hora diez minutos nadando, con el descojono general del público. Para mi fue algo supranatural, en mi vida había nadado más de diez brazadas seguidas sin que nadie me diera con el látigo. Los pensamientos se me fueron directamente hacia “mi Rothenmeller” y se me cubrieron los ojos de lágrimas de emoción. Hice lo que técnicamente se denominan series rotas. Es decir 50 mts. pero en los 25 paraba un par de segundos para coger aire, en los 50 paraba hasta recuperar las pulsaciones. La verdad es que esto no es más que un eufemismo para decirte, querido diario, que no era capaz de nadar de seguido ni 26 metros.
Miércoles, feliz
Tras el chute de autoestima del día anterior me dispuse a salir en bici a las ocho de la mañana. Mi zagalito se vino conmigo, mejor me fui yo con él pues anda como el triple que yo. Fue una salida muy feliz. Hacía mucho tiempo que por una serie de sucedidos había dejado el triatlón. Fui feliz porque pensé que es posible que lo retome, quizás con otros objetivos pero con seriedad. Fui feliz porque me prometió que hoy saldría a correr, aunque sólo sean treinta minutos. Hicimos setenta kilómetros, muy pestosos, adelantando ciclistas y grupos a una media superior a los 30 por hora.
Por la tarde la señorita Rothenmeller me puso en mi sitio. Mis brazos son míos, pero mis piernas son de otra persona. Estos poderosos muslos, estas fibrosas pantorrillas, estos… ¡Joder, parece esto la descripción de un striper…!. Bueno como dirían los taurinos, que mi cuarto inferior no está en sincronía con mi cuarto superior…. Mientras que mis piernas hacían todo lo contrario de lo que les ordenaba y la “gobernanta” me daba mil órdenes que me parecían contrapuestas…. Pensé… ¡Craso error!. Creí poder hilvanar un hilo argumental que justificara, que al igual que en los paralímpicos hay varios grados de minusvalía, en los open también podrían haber grados de coordinación. Yo podría nadar en descoordinación grado diez…. Mis piernas, al igual que el cerebro de Frankquestein pertenecen a otro hombre. Llegados a ese punto de ineptitud, sólo podía esperar que fueran las ocho menos cuarto para salir del agua.
Esta mañana he hecho 17 kilómetros por ese paraje idílico que es el Coto de Los Cuadros. Perdices o algo que se les parecía…. Arboles, quietud, todo maravilloso y majestuoso para ser un premio a mi perseverancia en el madrugar…. Al ver el tiempo que marcaba mi Polar he visto que estoy muy cerca de mis mejores registros, cuando el año pasado preparé el maratón de Valencia. Otra inyección de autoestima.
Querido diario, algunos te leen y me preguntan, por favor diles que yo no tengo respuestas. Cada día es una nueva experiencia hacia un final que desconozco. Se donde está y se su nombre, pero nunca he ido…Sólo se que mi voluntad es de hierro y que deseo llegar pero no os puedo contestar, sencillamente, yo nunca he estado ahí…..
Sesenta y nueve kilo han adornado mi báscula. Mejor dicho, la de mi santa. Mi perro más joven y la báscula sólo le premian a ella con el cumplimiento de sus deseos. Le dice al perrico, ¡siéntate! Y se sienta. ¡Quieto! Y ni se menea. Le dice a su báscula, 50 kilos y ella se los ofrece en ceremonia engolada y barroca…. ¡A la puta báscula la tiro por el balcón! Y la próxima vez que le diga al perro ¡Sit! Y no se siente lo hago pienso para gatos….. ¡He dicho!
Ahora me voy a nadar. Mañana como es día de descanso, sólo nadaré.
Estoy pensando… ¡Mal asunto! Y si ahora estoy en un “plan terapéutico” ¿Qué va a ser de mí cuando tenga que entrenar específicamente para Roth?. ¡Dios mío! “pasa de mi este cáliz”….