Confesiones
Había hace un tiempo un programa de Carlos Carnicero en el que un pecador se confesaba tras un biombo. Al acabar de relatar todas y cada una de sus miserias, unas veces salía a dar la cara y otra seguía parapetado tras las sombras chinas.
Mi santa me ha pillado esta mañana y como penitencia ha me impuesto que te cuente toda la verdad querido diario. Comienzo desde el principio. Al despertar y después de realizar todas las actuaciones que el manual de profilaxis impone para el caso, he subido a pesarme. Sí, a ese peso que tiene más devotos que San Cucufato, ese al que cuando se te pierde algo debes recitarle: “San Cucufato, San Cucufato, los huevos te ato, y hasta que no lo encuentre no te los desato”. Este santo de origen francés estaba emperrado en que le dieran martirio…¡Hay gente “pá tó”! y se vino de su Francia natal hasta Barcelona pues había oido que en aquella ciudad era fácil recibirlo y hasta que no lo consiguió el pavo, estuvo dando guerra por las cataluñas. Este santo es muy querido en estos lares, pues en el chalet de aquí al lado, justo el de mi cuñada, ¡vamos! una noche de juerga decidimos instaurar un acontencimiento que, anualmente, nos diera la excusa perfecta para reunirnos a cenar y a tomar los refrescos pertinentes. Como las cabezas están como están, se decidió a altas horas de la madrugada y por supuesto sin ningún tipo de argumento en contra que haríamos una romeria anual a San Cucufato. Como una chica de la familia es escultora a ella le encargamos la realización de la figura y mi cuñado mandó hacer una hornacina en un lado de la finca. Como somos aún muy urbanos la romería consiste en darle un par de vueltas a la casa y después dirigirnos hacia la hornacina. No hacemos más de setenta metros antes de irnos a cantarle al santo canciones propias como “¡De piedra a de ser la cama, de piedra la cabecera, hay corazón!, ¿Porqué no me amas?. (tono de ranchera). O esta otra “¡De colores, de colores es el arco iris…!. El primer año que apareció el santo en la gruta un ¡OOOOhhhhhhh! “asín “ de grande salió de la boca de todos los presentes. La artista se puso contentísima pues creyó entender en esa admiración que ésta era propia del valor y belleza de la escultura que con tanto amor había realizado. Tras el primer golpe de asombro todos llegamos a la misma conclusión: El San Cucufato, había salido algo “raro”. Las malas lenguas llegaron a afirmar que la figura más parecía un boy del cuerpo de baile de Norma Duval que un mártir. Pero mira tu por donde con esa apostura de amigo íntimo de “Vittorio y Luquino”, ha encontrado varios objetos que se consideraban irremediablemente perdidos…
Bueno, a lo que iba. Mi báscula recibe más visitas que el santo de las narices. Todas las que vienen a pesarse salen de aquí encantadas pues le da unos resultados realmente esperanzadores…. A todas menos a mí. Lo cierto es que a mí que coloca unos 70 kg. para arriba cada vez que hago uso de ella. Tanto es así que yo, cual señora madura que se quita años, me quito por “la patilla” un par de kilos cada vez. Mi santa, de forma rastrera, cobarde, traicionera… Ha mirado de reojo, cuando yo no la veía, el resultado de mi peso y me ha descubierto. Me ha dicho que tengo barriga cervecera y que tengo más lorzas que el tío de la Cruzcampo. Me ha dicho que ella lo sospechaba y que todo el mundo sabe que miento con mi peso y que para escarnio público debo confesarlo. ¡He pecado!. ¡He mentido!. Peso 69 kg. 800 grs.
El Lunes por la tarde
Te dejé, querido diario, cuando me iba a correr una horica por el monte. Sin novedad. Como estaba algo cansado hice la ruta corta. Casi nueve kilómetros en unos cuarenta y cinco minutos….
El Martes.
Por la mañana 70 kilómetros en la bici. Ahora estoy haciendo la ruta del Embalse de la Pedrera, es un poco pestosa, pero en cuanto sales de los pueblos hay cuarenta kilómetros de pura naturaleza, sin coches, sin nadie…
He estado haciendo unos cambios en la bici. He retrasado un centímetro el sillín. Creí que me podría traer algún problema con la rodilla al cambiar ligeramente el centro de gravedad, pero me he adaptado muy bien. Ya voy a marcar en la tija y en el sillín el sitio donde van, por si algún día tengo que desarmar algo, para que fácilmente pueda dejarlo todo como está.
La natación es una cruz. La srta. Rothenmeller me anima y explica, pero soy un desastre. Con las aletas voy como un tiro, pero en cuanto me las quito arrastro las uñas de los pies por todos y cada uno de los baldosines del fondo de la piscina. Creo que no voy a ser capaz de nadar los 750 mts. del triatón sprint de Molina. Le tendré que decir al organizador que, por favor, me de una de las dos calles de los laterales para poder ir arrastrándome asido al borde… Por la tarde la natación se realizó sin novedad, es decir, decepcionante….
Miércoles, ¡que gran día!.
Salí con la bici a hacer los setenta kilómetros de rigor. Iba pensando en mis cosas y me pasé el cruce del Raal y seguí recto. Hice la misma ruta pero en el sentido contrario. Me pareció más fácil. Cuando estaba llegando a casa me suena el móvil. Era mi amigo Manolo, mi compañero de aventuras en Alemania allá por el mes de Junio. Este miércoles es la carrera nocturna de las Torres de Cotillas. Todos los años vamos. Al finalizar cenamos, unas copas, unos bailes en la verbena y a casita. Se me había olvidado. Estuve tentado a decirle que no iba, pero no se lo dije. La carrera tiene unos seis mil metros en ligera pendiente hacia arriba y ya me había hecho los 70 km. de bici. Por la tarde me fui a la piscina, unos dos mil metros más o menos. Recogí a mi santa y nos fuimos a la carrera. ¡Ahí me di cuenta que iba a ser un gran día!. Lo primero que me dicen es que me han apuntado en veteranos B pues creían que había nacido en el 63. ¡Qué joven parezco!. ¡Qué no, que nací en el sesenta!. Enseguida, lo consabido, ¡pareces más joven!. ¡Tú, qué me ves con buenos ojos!, contesto yo. Tras la paliza que llevaba, corrí en 23 minuticos. ¡Qué contento estoy!. Se nota el trabajo que estoy haciendo….
En la salida lo de siempre… Pregunté por el práctico de las tres horas… Les dije si me dejaban dar la primera vuelta en cabeza, pues había venido mi santa y le hacía ilusión verme delante… Les dije que entrenaran más y que se dejaran de poner cremas adelgazantes que eso no mejora la marca y además da positivo… Y por supuesto, mandé a todos los que iban vestidos de futbolistas o baloncestistas a que se pusieran tras de mí.
La cena está cogiendo cada vez más pedigree. Nos sentamos un buen puñado de amigos. Tras las primeras cervezas decidimos que el viernes iríamos a Librilla ha hacer un diez mil. En las segundas cervezas convencimos a nuestra amiga Rosa a que se viniera a Alemania con Manolo y conmigo y conforme fuimos despachando las jarras de Estrella de Levante comenzamos a organizar el viaje a Alemania. Nombramos a José Luis, Road-Manager del evento. Su hermano vive en Alemania y él nos serviría para cuando quisiéramos pedir algo, el llamará a su hermano, le dirá lo que queremos y le pasaramos el teléfono al teutón o teutona y el hermano se lo transmitirá en alemán. Decidimos que iríamos en la Kangoo de Manolo y empezamos montar gente y bajar gente de la furgoneta. Mi santa dice que no viene. La santa de Manolo se viene para hacer de cocinera. Alfonso también se viene pues el puede desempeñar tres papeles en el viaje. Entrenador, guapo, por si acaso la señora de Manolo se cansa de cocinar el siempre se puede ligar a una alemana o alemano que nos guise y en caso de no conseguir el objetivo deseado el mismo puede cocinar pues se pagó la carrera trabajando en una casa de comidas. La santa de Manolo se bajó de la Kangoo cuando se enteró que la llevabamos de cocinera, subimos a mi hermano que una vez estuvo en Alemania y nos puede ser de utilidad. La santa de Manolo, baja a mi hermano porque dice que es un crápula y nos llevaría por la mala vida, se vuelve a subir ella. Al final, sólo sé que nos vamos en la “flagoneta”, que no se si vamos para 7 o 15 días, que vamos a alquilar una idílica casica de campo y que por supuesto mi santa sigue en sus trece de no venirse….
Esta mañana a las 8 quince kilómetros, se me han hecho duros pero los he hecho que era lo importante. Esta tarde más de Srta. Rothenmeller… ¡Se me está poniendo un tipito!.
P.D.:
En la verbena nos tomamos una copa… ¡Son unos tristes… yo me hubiera tomado alguna más!. Bailamos al son de la música de nuestros años mozos. Yo que fui carne de discoteca me marqué unos pasos, algo ajados, pero muy efectivos que hicieon que nos grabaran en video y tooo…Espero que no me saquen en ningún programa de televisión….¡De esos de Frikys!
Había hace un tiempo un programa de Carlos Carnicero en el que un pecador se confesaba tras un biombo. Al acabar de relatar todas y cada una de sus miserias, unas veces salía a dar la cara y otra seguía parapetado tras las sombras chinas.
Mi santa me ha pillado esta mañana y como penitencia ha me impuesto que te cuente toda la verdad querido diario. Comienzo desde el principio. Al despertar y después de realizar todas las actuaciones que el manual de profilaxis impone para el caso, he subido a pesarme. Sí, a ese peso que tiene más devotos que San Cucufato, ese al que cuando se te pierde algo debes recitarle: “San Cucufato, San Cucufato, los huevos te ato, y hasta que no lo encuentre no te los desato”. Este santo de origen francés estaba emperrado en que le dieran martirio…¡Hay gente “pá tó”! y se vino de su Francia natal hasta Barcelona pues había oido que en aquella ciudad era fácil recibirlo y hasta que no lo consiguió el pavo, estuvo dando guerra por las cataluñas. Este santo es muy querido en estos lares, pues en el chalet de aquí al lado, justo el de mi cuñada, ¡vamos! una noche de juerga decidimos instaurar un acontencimiento que, anualmente, nos diera la excusa perfecta para reunirnos a cenar y a tomar los refrescos pertinentes. Como las cabezas están como están, se decidió a altas horas de la madrugada y por supuesto sin ningún tipo de argumento en contra que haríamos una romeria anual a San Cucufato. Como una chica de la familia es escultora a ella le encargamos la realización de la figura y mi cuñado mandó hacer una hornacina en un lado de la finca. Como somos aún muy urbanos la romería consiste en darle un par de vueltas a la casa y después dirigirnos hacia la hornacina. No hacemos más de setenta metros antes de irnos a cantarle al santo canciones propias como “¡De piedra a de ser la cama, de piedra la cabecera, hay corazón!, ¿Porqué no me amas?. (tono de ranchera). O esta otra “¡De colores, de colores es el arco iris…!. El primer año que apareció el santo en la gruta un ¡OOOOhhhhhhh! “asín “ de grande salió de la boca de todos los presentes. La artista se puso contentísima pues creyó entender en esa admiración que ésta era propia del valor y belleza de la escultura que con tanto amor había realizado. Tras el primer golpe de asombro todos llegamos a la misma conclusión: El San Cucufato, había salido algo “raro”. Las malas lenguas llegaron a afirmar que la figura más parecía un boy del cuerpo de baile de Norma Duval que un mártir. Pero mira tu por donde con esa apostura de amigo íntimo de “Vittorio y Luquino”, ha encontrado varios objetos que se consideraban irremediablemente perdidos…
Bueno, a lo que iba. Mi báscula recibe más visitas que el santo de las narices. Todas las que vienen a pesarse salen de aquí encantadas pues le da unos resultados realmente esperanzadores…. A todas menos a mí. Lo cierto es que a mí que coloca unos 70 kg. para arriba cada vez que hago uso de ella. Tanto es así que yo, cual señora madura que se quita años, me quito por “la patilla” un par de kilos cada vez. Mi santa, de forma rastrera, cobarde, traicionera… Ha mirado de reojo, cuando yo no la veía, el resultado de mi peso y me ha descubierto. Me ha dicho que tengo barriga cervecera y que tengo más lorzas que el tío de la Cruzcampo. Me ha dicho que ella lo sospechaba y que todo el mundo sabe que miento con mi peso y que para escarnio público debo confesarlo. ¡He pecado!. ¡He mentido!. Peso 69 kg. 800 grs.
El Lunes por la tarde
Te dejé, querido diario, cuando me iba a correr una horica por el monte. Sin novedad. Como estaba algo cansado hice la ruta corta. Casi nueve kilómetros en unos cuarenta y cinco minutos….
El Martes.
Por la mañana 70 kilómetros en la bici. Ahora estoy haciendo la ruta del Embalse de la Pedrera, es un poco pestosa, pero en cuanto sales de los pueblos hay cuarenta kilómetros de pura naturaleza, sin coches, sin nadie…
He estado haciendo unos cambios en la bici. He retrasado un centímetro el sillín. Creí que me podría traer algún problema con la rodilla al cambiar ligeramente el centro de gravedad, pero me he adaptado muy bien. Ya voy a marcar en la tija y en el sillín el sitio donde van, por si algún día tengo que desarmar algo, para que fácilmente pueda dejarlo todo como está.
La natación es una cruz. La srta. Rothenmeller me anima y explica, pero soy un desastre. Con las aletas voy como un tiro, pero en cuanto me las quito arrastro las uñas de los pies por todos y cada uno de los baldosines del fondo de la piscina. Creo que no voy a ser capaz de nadar los 750 mts. del triatón sprint de Molina. Le tendré que decir al organizador que, por favor, me de una de las dos calles de los laterales para poder ir arrastrándome asido al borde… Por la tarde la natación se realizó sin novedad, es decir, decepcionante….
Miércoles, ¡que gran día!.
Salí con la bici a hacer los setenta kilómetros de rigor. Iba pensando en mis cosas y me pasé el cruce del Raal y seguí recto. Hice la misma ruta pero en el sentido contrario. Me pareció más fácil. Cuando estaba llegando a casa me suena el móvil. Era mi amigo Manolo, mi compañero de aventuras en Alemania allá por el mes de Junio. Este miércoles es la carrera nocturna de las Torres de Cotillas. Todos los años vamos. Al finalizar cenamos, unas copas, unos bailes en la verbena y a casita. Se me había olvidado. Estuve tentado a decirle que no iba, pero no se lo dije. La carrera tiene unos seis mil metros en ligera pendiente hacia arriba y ya me había hecho los 70 km. de bici. Por la tarde me fui a la piscina, unos dos mil metros más o menos. Recogí a mi santa y nos fuimos a la carrera. ¡Ahí me di cuenta que iba a ser un gran día!. Lo primero que me dicen es que me han apuntado en veteranos B pues creían que había nacido en el 63. ¡Qué joven parezco!. ¡Qué no, que nací en el sesenta!. Enseguida, lo consabido, ¡pareces más joven!. ¡Tú, qué me ves con buenos ojos!, contesto yo. Tras la paliza que llevaba, corrí en 23 minuticos. ¡Qué contento estoy!. Se nota el trabajo que estoy haciendo….
En la salida lo de siempre… Pregunté por el práctico de las tres horas… Les dije si me dejaban dar la primera vuelta en cabeza, pues había venido mi santa y le hacía ilusión verme delante… Les dije que entrenaran más y que se dejaran de poner cremas adelgazantes que eso no mejora la marca y además da positivo… Y por supuesto, mandé a todos los que iban vestidos de futbolistas o baloncestistas a que se pusieran tras de mí.
La cena está cogiendo cada vez más pedigree. Nos sentamos un buen puñado de amigos. Tras las primeras cervezas decidimos que el viernes iríamos a Librilla ha hacer un diez mil. En las segundas cervezas convencimos a nuestra amiga Rosa a que se viniera a Alemania con Manolo y conmigo y conforme fuimos despachando las jarras de Estrella de Levante comenzamos a organizar el viaje a Alemania. Nombramos a José Luis, Road-Manager del evento. Su hermano vive en Alemania y él nos serviría para cuando quisiéramos pedir algo, el llamará a su hermano, le dirá lo que queremos y le pasaramos el teléfono al teutón o teutona y el hermano se lo transmitirá en alemán. Decidimos que iríamos en la Kangoo de Manolo y empezamos montar gente y bajar gente de la furgoneta. Mi santa dice que no viene. La santa de Manolo se viene para hacer de cocinera. Alfonso también se viene pues el puede desempeñar tres papeles en el viaje. Entrenador, guapo, por si acaso la señora de Manolo se cansa de cocinar el siempre se puede ligar a una alemana o alemano que nos guise y en caso de no conseguir el objetivo deseado el mismo puede cocinar pues se pagó la carrera trabajando en una casa de comidas. La santa de Manolo se bajó de la Kangoo cuando se enteró que la llevabamos de cocinera, subimos a mi hermano que una vez estuvo en Alemania y nos puede ser de utilidad. La santa de Manolo, baja a mi hermano porque dice que es un crápula y nos llevaría por la mala vida, se vuelve a subir ella. Al final, sólo sé que nos vamos en la “flagoneta”, que no se si vamos para 7 o 15 días, que vamos a alquilar una idílica casica de campo y que por supuesto mi santa sigue en sus trece de no venirse….
Esta mañana a las 8 quince kilómetros, se me han hecho duros pero los he hecho que era lo importante. Esta tarde más de Srta. Rothenmeller… ¡Se me está poniendo un tipito!.
P.D.:
En la verbena nos tomamos una copa… ¡Son unos tristes… yo me hubiera tomado alguna más!. Bailamos al son de la música de nuestros años mozos. Yo que fui carne de discoteca me marqué unos pasos, algo ajados, pero muy efectivos que hicieon que nos grabaran en video y tooo…Espero que no me saquen en ningún programa de televisión….¡De esos de Frikys!
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