¡ Pero qué lejos estaba la pareta! (¡o ahora lo hago diez veces más!)
Uno no sabe lo que es algo hasta que no lo prueba. Podría dar mil ejemplos pero como yo soy como soy, lo dice mi santa, un chabacano, es como una película porno. ¡Eso tiene que doler!, pero si no lo has probado nunca puedes saber realmente cuanto puede ser…..
El sábado era un manojo de nervios. Hice mis treinta minutos de rodaje, mis progresivos y después me dispuse a esperar a que el día acabara. No hacía sino pensar en la natación del triatlón del día siguiente. Retos más difíciles y complicados he tenido pero jamás me había enfrentado a uno en el que por decir algo me “jugara la vida”, si no nadas te ahogas. Si, es verdad, es una piscina, pero…¿Y si fuera en mar abierto?. Unos compiten por ganar y otros por sobrevivir.
No hubo en todo el día quien me hablara. No estaba tenso por la carrera. Estaba de los nervios por veinticinco minutos del diablo…
Me levanté temprano, sobre las siete, aunque oí las noticias de las cinco y las de las seis. Me gusta oir la radio mientras ayudo a los perros a vigilar la casa. ¡Me gustaría tener otras actividades, pero por hacer algo vigilo!. Desayuné. El equipo lo tenía preparado desde el sábado a las nueve de la mañana, que presa de los nervios preparé la bolsa. Subí la bici a la baca del coche y esperé impacientemente a que la familia volviera del más allá. Salimos dirección a Molina, volvimos a casa. Mi nenico se había dejado el casco encima de la mesa del comedor. Volvimos a salir a Molina. Allí dispusimos el material para hacer las clasificaciones y después me preparé para mi peor momento deportivo. Si voy en bici y me encuentro mal, bajo el ritmo. Si voy a pie no tengo chispa, ando un poco. Pero, ¿si no me encuentro bien en el agua?, ¿qué hago?. Saludos de todo tipo, todos con gran carga de positividad. Nadie o por lo menos yo no alcancé a intuirlo me miró con malos ojos o se rió abiertamente de mí. Los zagales de Caravaca me dijeron que te seguían, querido diario. Otros compañeros me animaron. Vinieron a presenciar el espectáculo varios amigos, Rosa (vestida de boda), Teo su marido, Antonio, el bombero que hemos fichado para llevarnos a Alemania, Antonio Copado y Lola su “santa” con el que tantos momentos de diversión paso. Por supuesto Alfonso y Luisa y no quiero seguir pues seguro que me dejo a alguno y no quiero faltar con mi olvido al entusiasmo y apoyo que ellos pusieron…
Calenté, poco, porque como mi fondo físico de natación es escaso no quería diezmar mis contadas fuerzas. La sensación fue buena, el agua era menos dura que la de la piscina de la Universidad. ¡Hasta tuve buenas sensaciones!. En un primer momento, iluso de mí, creí haber sobrevalorado el reto…. Me dispuse a ir al lado de la piscina donde era la salida. Allí nos intentamos poner de acuerdo en la salida. Me empeñe en salir el último, no quería ni agobiarme ni agobiar a nadie. Una señora se empeño en que ella nadaba menos que yo. Le dije: “¡Imposible, si yo no se nadar!”. Me tuvo que ver guapo y atlético y no se lo creyó. Me volví a sentir importante. Seguramente llevará razón, pensé ingenuo, ¡no será para tanto!. Antonio, el juez con el que en tantas pruebas hemos colaborado me miró y me dijo: “¡Garban, te vigilo!”. María la Delegada Técnica me recordó: ¡Garban, te vigilo!. Yo le dije a Armando, el médico de la organización al que conozco desde hace un montón de años pues era el galeno del equipo de balonmano de Molina y ha sido el médico de la selección murciana de balonmano en mi etapa de seleccionador: ¡Armando, vigílame y si vez que estoy mucho tiempo sumergido me sacas, pero que el boca a boca me lo haga tu ayudante!. La nenica era joven y agraciada y uno que es un galán ni siquiera en esos momentos de duro trance puede dejar de ser un “don Juan”.
¡Triatletas preparados! Y sonó un pitido que me hirió en lo más profundo de mi alma. Salí tras mi amigo Plazas, no quería romper la fila. Hice los primeros cincuenta metros más o menos cerca de él, pero cuando llegué a la pareta. ¡Dios mío, qué lejos estaba la pareta! Tenía el corazón a 225 pulsaciones y me faltaba aire para la vida…. Intenté no parar y seguí pero ya a los diez metros desistí.
Enseguida me vino a la mente un juego de mi niñez. “¡Un, dos, tres, palico inglés!. Seguro que todos hemos jugado. La pareta donde había que salvar la “malla” se ponía lejos para que “la madre” pudiera vigilarnos mientras rezaba su letanía: “¡Un, dos, tres, palico inglés!. Nunca llegábamos a la pareta. Por fas o por nefás siempre acabada por descubrir que nos movíamos. Te juro, querido diario, que pensé en eso, ni siquiera pensé en el ridículo de pararme a los sesenta metros, o menos. Sólo pensé: ¡Qué lejos está esa pareta!. El sábado hablé con Jaime, el organizador de la prueba y le dije: “Ponme una calle que esté junto al borde de la piscina, que si me paro me pueda agarrar a algo”. El me contestó: “¡Con el tiempo que me has puesto en la inscripción qué calle quieres que te ponga, la ocho!. Me agarré a la corchera y me arrastré un rato por ella pensando que cuando llegara al final podría reponer mi aliento, inventariar los daños e intentar proseguir con la “carrera”. ¡Cuánto tiempo tardé en llegar a la dichosa pareta!. Una vez allí, con cien metros a la espalda recompuse el aliento, me alisé la chaqueta, me atusé el pelo y me apreté el nudo de la corbata y con la dignidad que me quedaba y el garbo con el que ando me lancé de nuevo a por los próximos cincuenta metros. Lo primero decir, como ya lo sabreis todos, que una piscina de cincuenta no es el doble de una de veinticinco, no había forma de llegar al final para, aunque fuera un instante dejar de dar manotazos al agua y agarrarme a la dichosa pareta. También decir que hice en la natación todo lo contrario de lo que había programado. Me hice cincuenta metros y me morí. Creí poder nadar al ritmo de los que peor nadan y yo ni siquiera podía nadar. ¡Con cuarenta y seis añicos y caí en los errores de un chiquillo!. ¡Fui un inconsciente!”. Lo peor no es que lo hiciera mal, es que no me daba cuenta de lo mal que lo hacía hasta que ya no tuvo remedio.
Lo cierto y verdad es que no me iba a rendir. Como ya la respiración iba a cien mil y la cabeza a un millón de revoluciones poco pude hacer para remediar la situación, sino nadar (o algo parecido), parar, volver a reanudar la marcha. Así hasta los 750 mts que llevaba tatuados en cada vuelta en el pecho. No sentí vergüenza, no sentí pena, no sentí sino que todo mi trabajo había sido una mierdecilla de trabajo. Me animaban mis amigos, pero yo los oía pero no los ví. Aquello, como a San Cucufato su martirio llegó a su fin. Más que nada por hastío, porque en este mundo ni siquiera la vida es eterna. Salí del agua y con la poca dignidad que me quedaba me fui disparado hacia mi bicicleta.
Mi crio me esperaba desde hacía varios cuartos de hora, en boxes. Le dio tiempo a curarse los pies, pues tiene unas bambollas. Ponerse calcetines, darle aire a las ruedas, ir a comprar tabaco a su madre y hacer los pequeños recados de la casa. Tardé veinticuatro minutos en salir del agua. Lo cierto es que era el tiempo que yo había predicho, pero el tiempo fue bueno comparado con la patética natación que efectué. ¡Dios mío, qué lejos está esa pareta!.
La bici fue bien. Enseguida nos llegó por detrás la primera clasificada. La dejamos pasar y estuvimos unos minutos dejándola irse para no molestarla en su carrera. Cuando la distancia fue suficiente mi crio hizo un trabajo de campeón me llevó con facilidad e hicimos un tiempo decentillo, teniendo en cuenta que por delante casi todo el mundo iba en pequeños grupos y en el nuestro sólo tiraba él. En la bici, aparte de la primera chica, sólo nos dobló Carrillo, que luego me ofrecería y yo acepté agradeciendo su detalle y su entusiasmo un puesto en su equipo para el año que viene. Lo que son las cosas, con este hombre hablé hablado un pocas veces y siempre ha derrochado conmigo y mi familia amabilidad, buen trato y aprecio, hasta el punto que me ha ofrecido hacer la próxima temporada con ellos. Con el organizador de la prueba, de la que he sido spiker desde que se celebró la primera vez a cambio de las botellas de agua que me podía beber sólo he recibido indiferencia. Hubiera esperado que me llamara, igual que me llamaba para que hiciera de spiker y me dijera que no pagara los diez euros de la inscripción, a fin de cuentas ellos no organizan la prueba para ganar dinero y yo siempre he colaborado altruistamente con la carrera. De todas formas yo lo hubiera rechazado. ¡Pero no!, simplemente se limitó a ignorar lo evidente. No digamos de la federación , la que ni siquiera me ha hecho la licencia de federativo, a pesar de que voy a todas las prueba a realizar las clasificaciones, por mi cuenta y riesgo, pero si me ha cobrado nueve euros por la licencia de un día. Cosa que yo también habría rechazado, pero en estos momentos es donde se ve la categoría del personal…. La bici fue, dentro de lo que cabe bastante bien, teniendo en cuenta que si sales mal del agua, la cosa sólo puede empeorar. Donde volví a meter la patica fue en la carrera a pie. Tendría que haber ido más deprisa pero no se…. ¡Quizás el no haber practicado ninguna transición me ha afectado!. Pero no es excusa. Corrí mal. Adelante a varios competidores primero en la bici y luego a pie, pero casi todos llevaban una vuelta de ventaja sobre mí. Luisica, mi compañera de fatigas el otro día en la bici me ganó amplia y merecidamente y Stani con el que me jugué unas cervezas me sacó un cuarto de hora.
Dicen que de las derrotas se aprende más que de las victorias. Creo que he aprendido. De momento voy a utilizar menos las aletas en la piscina pues me hacer recorrer metros ficticios. Tengo que intentar estar más sereno en el agua. Debo perder peso.
Lo positivo es ver que el triatlón, en estas distancias, a nivel muscular es mucho más llevadero que por ejemplo la media maratón, ocupando un tiempo similar. También me he dado cuenta que el tritraje me sienta como una patada en los mismísimos y que tengo un aspecto de morcilla de tres pares. También me he dado cuenta que la cadena de la bici hace un ruido exagerado y que soy un manta. Pero me he dado cuenta que puedo vencer a todos y cada una de las adversidades que se me presenten.
No lo he dicho, pero hice unos 25 minutos en la natación y otros en la carrera a pie para una hora veintinueve minutos nueve segundos en mi reloj. Algo más en el de la organización.
El lunes nadé, ya sin aletas 1800 mts. he hice el E.T. yo solico pues no acudió nadie a la pista. El Martes día de la romería, mientras toda Murcia estaba poniéndose morá de revueltos y morcillas he hecho 75 minutos de carrera a pie con muy buenas sensaciones.
Hasta mañana querido diario.
Agradecimientos (ya soy minifinisher, sólo me queda hacer lo mismo diez veces seguidas, pero seguidas sin parar)
A mi santa (es que ella lee el diario si no lo hago igual se mosquea, ¡pero me da una vida….! (¡Es broma nenica, no te mosquees!))
A mi hijo, el mayor por esperarme en la bici.
A mi hijo el menor, por hacerme sentir como yo los hago sentir a ellos cuando hay una prueba. ¡De puta pena!. Eso me da un nuevo impulso para intentar ser de otra manera.
A los jueces que me animaron.
A mis amigos que me fueron a ver y animar.
A mis compañeros de calle en la piscina que me soportaron
A mis compañeros de triatlón que compartieron conmigo la experiencia
A todos aquellos que me leen pues infunden en mí nuevas fuerzas para seguir progresando
Uno no sabe lo que es algo hasta que no lo prueba. Podría dar mil ejemplos pero como yo soy como soy, lo dice mi santa, un chabacano, es como una película porno. ¡Eso tiene que doler!, pero si no lo has probado nunca puedes saber realmente cuanto puede ser…..
El sábado era un manojo de nervios. Hice mis treinta minutos de rodaje, mis progresivos y después me dispuse a esperar a que el día acabara. No hacía sino pensar en la natación del triatlón del día siguiente. Retos más difíciles y complicados he tenido pero jamás me había enfrentado a uno en el que por decir algo me “jugara la vida”, si no nadas te ahogas. Si, es verdad, es una piscina, pero…¿Y si fuera en mar abierto?. Unos compiten por ganar y otros por sobrevivir.
No hubo en todo el día quien me hablara. No estaba tenso por la carrera. Estaba de los nervios por veinticinco minutos del diablo…
Me levanté temprano, sobre las siete, aunque oí las noticias de las cinco y las de las seis. Me gusta oir la radio mientras ayudo a los perros a vigilar la casa. ¡Me gustaría tener otras actividades, pero por hacer algo vigilo!. Desayuné. El equipo lo tenía preparado desde el sábado a las nueve de la mañana, que presa de los nervios preparé la bolsa. Subí la bici a la baca del coche y esperé impacientemente a que la familia volviera del más allá. Salimos dirección a Molina, volvimos a casa. Mi nenico se había dejado el casco encima de la mesa del comedor. Volvimos a salir a Molina. Allí dispusimos el material para hacer las clasificaciones y después me preparé para mi peor momento deportivo. Si voy en bici y me encuentro mal, bajo el ritmo. Si voy a pie no tengo chispa, ando un poco. Pero, ¿si no me encuentro bien en el agua?, ¿qué hago?. Saludos de todo tipo, todos con gran carga de positividad. Nadie o por lo menos yo no alcancé a intuirlo me miró con malos ojos o se rió abiertamente de mí. Los zagales de Caravaca me dijeron que te seguían, querido diario. Otros compañeros me animaron. Vinieron a presenciar el espectáculo varios amigos, Rosa (vestida de boda), Teo su marido, Antonio, el bombero que hemos fichado para llevarnos a Alemania, Antonio Copado y Lola su “santa” con el que tantos momentos de diversión paso. Por supuesto Alfonso y Luisa y no quiero seguir pues seguro que me dejo a alguno y no quiero faltar con mi olvido al entusiasmo y apoyo que ellos pusieron…
Calenté, poco, porque como mi fondo físico de natación es escaso no quería diezmar mis contadas fuerzas. La sensación fue buena, el agua era menos dura que la de la piscina de la Universidad. ¡Hasta tuve buenas sensaciones!. En un primer momento, iluso de mí, creí haber sobrevalorado el reto…. Me dispuse a ir al lado de la piscina donde era la salida. Allí nos intentamos poner de acuerdo en la salida. Me empeñe en salir el último, no quería ni agobiarme ni agobiar a nadie. Una señora se empeño en que ella nadaba menos que yo. Le dije: “¡Imposible, si yo no se nadar!”. Me tuvo que ver guapo y atlético y no se lo creyó. Me volví a sentir importante. Seguramente llevará razón, pensé ingenuo, ¡no será para tanto!. Antonio, el juez con el que en tantas pruebas hemos colaborado me miró y me dijo: “¡Garban, te vigilo!”. María la Delegada Técnica me recordó: ¡Garban, te vigilo!. Yo le dije a Armando, el médico de la organización al que conozco desde hace un montón de años pues era el galeno del equipo de balonmano de Molina y ha sido el médico de la selección murciana de balonmano en mi etapa de seleccionador: ¡Armando, vigílame y si vez que estoy mucho tiempo sumergido me sacas, pero que el boca a boca me lo haga tu ayudante!. La nenica era joven y agraciada y uno que es un galán ni siquiera en esos momentos de duro trance puede dejar de ser un “don Juan”.
¡Triatletas preparados! Y sonó un pitido que me hirió en lo más profundo de mi alma. Salí tras mi amigo Plazas, no quería romper la fila. Hice los primeros cincuenta metros más o menos cerca de él, pero cuando llegué a la pareta. ¡Dios mío, qué lejos estaba la pareta! Tenía el corazón a 225 pulsaciones y me faltaba aire para la vida…. Intenté no parar y seguí pero ya a los diez metros desistí.
Enseguida me vino a la mente un juego de mi niñez. “¡Un, dos, tres, palico inglés!. Seguro que todos hemos jugado. La pareta donde había que salvar la “malla” se ponía lejos para que “la madre” pudiera vigilarnos mientras rezaba su letanía: “¡Un, dos, tres, palico inglés!. Nunca llegábamos a la pareta. Por fas o por nefás siempre acabada por descubrir que nos movíamos. Te juro, querido diario, que pensé en eso, ni siquiera pensé en el ridículo de pararme a los sesenta metros, o menos. Sólo pensé: ¡Qué lejos está esa pareta!. El sábado hablé con Jaime, el organizador de la prueba y le dije: “Ponme una calle que esté junto al borde de la piscina, que si me paro me pueda agarrar a algo”. El me contestó: “¡Con el tiempo que me has puesto en la inscripción qué calle quieres que te ponga, la ocho!. Me agarré a la corchera y me arrastré un rato por ella pensando que cuando llegara al final podría reponer mi aliento, inventariar los daños e intentar proseguir con la “carrera”. ¡Cuánto tiempo tardé en llegar a la dichosa pareta!. Una vez allí, con cien metros a la espalda recompuse el aliento, me alisé la chaqueta, me atusé el pelo y me apreté el nudo de la corbata y con la dignidad que me quedaba y el garbo con el que ando me lancé de nuevo a por los próximos cincuenta metros. Lo primero decir, como ya lo sabreis todos, que una piscina de cincuenta no es el doble de una de veinticinco, no había forma de llegar al final para, aunque fuera un instante dejar de dar manotazos al agua y agarrarme a la dichosa pareta. También decir que hice en la natación todo lo contrario de lo que había programado. Me hice cincuenta metros y me morí. Creí poder nadar al ritmo de los que peor nadan y yo ni siquiera podía nadar. ¡Con cuarenta y seis añicos y caí en los errores de un chiquillo!. ¡Fui un inconsciente!”. Lo peor no es que lo hiciera mal, es que no me daba cuenta de lo mal que lo hacía hasta que ya no tuvo remedio.
Lo cierto y verdad es que no me iba a rendir. Como ya la respiración iba a cien mil y la cabeza a un millón de revoluciones poco pude hacer para remediar la situación, sino nadar (o algo parecido), parar, volver a reanudar la marcha. Así hasta los 750 mts que llevaba tatuados en cada vuelta en el pecho. No sentí vergüenza, no sentí pena, no sentí sino que todo mi trabajo había sido una mierdecilla de trabajo. Me animaban mis amigos, pero yo los oía pero no los ví. Aquello, como a San Cucufato su martirio llegó a su fin. Más que nada por hastío, porque en este mundo ni siquiera la vida es eterna. Salí del agua y con la poca dignidad que me quedaba me fui disparado hacia mi bicicleta.
Mi crio me esperaba desde hacía varios cuartos de hora, en boxes. Le dio tiempo a curarse los pies, pues tiene unas bambollas. Ponerse calcetines, darle aire a las ruedas, ir a comprar tabaco a su madre y hacer los pequeños recados de la casa. Tardé veinticuatro minutos en salir del agua. Lo cierto es que era el tiempo que yo había predicho, pero el tiempo fue bueno comparado con la patética natación que efectué. ¡Dios mío, qué lejos está esa pareta!.
La bici fue bien. Enseguida nos llegó por detrás la primera clasificada. La dejamos pasar y estuvimos unos minutos dejándola irse para no molestarla en su carrera. Cuando la distancia fue suficiente mi crio hizo un trabajo de campeón me llevó con facilidad e hicimos un tiempo decentillo, teniendo en cuenta que por delante casi todo el mundo iba en pequeños grupos y en el nuestro sólo tiraba él. En la bici, aparte de la primera chica, sólo nos dobló Carrillo, que luego me ofrecería y yo acepté agradeciendo su detalle y su entusiasmo un puesto en su equipo para el año que viene. Lo que son las cosas, con este hombre hablé hablado un pocas veces y siempre ha derrochado conmigo y mi familia amabilidad, buen trato y aprecio, hasta el punto que me ha ofrecido hacer la próxima temporada con ellos. Con el organizador de la prueba, de la que he sido spiker desde que se celebró la primera vez a cambio de las botellas de agua que me podía beber sólo he recibido indiferencia. Hubiera esperado que me llamara, igual que me llamaba para que hiciera de spiker y me dijera que no pagara los diez euros de la inscripción, a fin de cuentas ellos no organizan la prueba para ganar dinero y yo siempre he colaborado altruistamente con la carrera. De todas formas yo lo hubiera rechazado. ¡Pero no!, simplemente se limitó a ignorar lo evidente. No digamos de la federación , la que ni siquiera me ha hecho la licencia de federativo, a pesar de que voy a todas las prueba a realizar las clasificaciones, por mi cuenta y riesgo, pero si me ha cobrado nueve euros por la licencia de un día. Cosa que yo también habría rechazado, pero en estos momentos es donde se ve la categoría del personal…. La bici fue, dentro de lo que cabe bastante bien, teniendo en cuenta que si sales mal del agua, la cosa sólo puede empeorar. Donde volví a meter la patica fue en la carrera a pie. Tendría que haber ido más deprisa pero no se…. ¡Quizás el no haber practicado ninguna transición me ha afectado!. Pero no es excusa. Corrí mal. Adelante a varios competidores primero en la bici y luego a pie, pero casi todos llevaban una vuelta de ventaja sobre mí. Luisica, mi compañera de fatigas el otro día en la bici me ganó amplia y merecidamente y Stani con el que me jugué unas cervezas me sacó un cuarto de hora.
Dicen que de las derrotas se aprende más que de las victorias. Creo que he aprendido. De momento voy a utilizar menos las aletas en la piscina pues me hacer recorrer metros ficticios. Tengo que intentar estar más sereno en el agua. Debo perder peso.
Lo positivo es ver que el triatlón, en estas distancias, a nivel muscular es mucho más llevadero que por ejemplo la media maratón, ocupando un tiempo similar. También me he dado cuenta que el tritraje me sienta como una patada en los mismísimos y que tengo un aspecto de morcilla de tres pares. También me he dado cuenta que la cadena de la bici hace un ruido exagerado y que soy un manta. Pero me he dado cuenta que puedo vencer a todos y cada una de las adversidades que se me presenten.
No lo he dicho, pero hice unos 25 minutos en la natación y otros en la carrera a pie para una hora veintinueve minutos nueve segundos en mi reloj. Algo más en el de la organización.
El lunes nadé, ya sin aletas 1800 mts. he hice el E.T. yo solico pues no acudió nadie a la pista. El Martes día de la romería, mientras toda Murcia estaba poniéndose morá de revueltos y morcillas he hecho 75 minutos de carrera a pie con muy buenas sensaciones.
Hasta mañana querido diario.
Agradecimientos (ya soy minifinisher, sólo me queda hacer lo mismo diez veces seguidas, pero seguidas sin parar)
A mi santa (es que ella lee el diario si no lo hago igual se mosquea, ¡pero me da una vida….! (¡Es broma nenica, no te mosquees!))
A mi hijo, el mayor por esperarme en la bici.
A mi hijo el menor, por hacerme sentir como yo los hago sentir a ellos cuando hay una prueba. ¡De puta pena!. Eso me da un nuevo impulso para intentar ser de otra manera.
A los jueces que me animaron.
A mis amigos que me fueron a ver y animar.
A mis compañeros de calle en la piscina que me soportaron
A mis compañeros de triatlón que compartieron conmigo la experiencia
A todos aquellos que me leen pues infunden en mí nuevas fuerzas para seguir progresando
5 Comments:
A partir de ahora verás una progresión increible, sobre todo en el agua. Y en cuanto a Carrillo te has quedado corto, es un espectaculo como persona, te invito a que lo descubras.. ya quedamos para la cerveza. Yo ahora de vacaciones jajaja.
JOer Paco, hubiera pagado por verte y por animarte a la 'peculiar' manera que lo haces tú..jejeje.
En fin, que el año que viene la revancha del duatlón de Lorca... esta vez en un tri.
Saludetes,
Juanma
ENHORABUENA POR TU PRIMER TRIATLON.
FIERA QUE ERES UN FIERA.
NO CAMBIES.
NOS VEMOS.
FRAN.
Tu a lo tuyo...
Entreno y paciencia y veras como dentro de nada ya puedes enfundarte tu tritraje hecho un figurin.
Ánimos!
Venga, Paquito, danos la próxima entrega de tu diario que me estoy impacientando. Esto crea adicción, ya te digo. :)
Saludos.
Fran
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