¡Todavía me tiemblan las piernas!
El miércoles por la tarde a las cinco me fui a la piscina. Los del club de natación ya no aparecen por allí. Seguramente ya tendrán arreglada la piscina del colegio donde entrenan normalmente. Su ausencia se nota para bien. De nuevo vuelve a haber sitio en las calles para nadar con tranquilidad y si no llegas demasiado tarde incluso podrías nadar una hora solico en la piscina, mientras que llegan los niños de los cursillos.
El día estaba grisáceo y lloviznaba de vez en cuando. Nadé mi horica, ya no llevo el reloj y no puedo contar las vueltas, pero no haría menos de 2000 mts. A todo ésto tenía que decidir que hacer. El Capitán Bajoca había quedado en llamarme para correr, pero a las cinco cuando me metí en el agua aún no lo había hecho. Al salir de la piscina decidí irme a casa y correr por El Coto Cuadros. Desde casa a la universidad hay cinco kilómetros pero tan mal comunicados que tienes que coger los atascos de la autopista por cojones. A ésto, el Capitán Bajoca como era de prever últimamente, se cayó del cartel con un mensaje comunicando su imposibilidad de asistir. Llegué a casa y sin solución de continuidad me fui para el monte. Era esa hora rara en la que no era de día, pero tampoco de noche. El ambiente pumbleo tampoco ayudaba mucho a ver el paisaje. Decidí ponerme el MP3. Iba yo enfrascado por el Coto y aquello sin ser de noche estaba más oscuro. Llovía. Estaba astraido pensando en como sería mi carrera en Roth. Lo primero que decidí fue no volverla a llamar carrera. Ese no es el objetivo. Tengo que buscar otra forma de denominar el evento. No quiero correr, quiero terminar. La forma de afrontar el reto no es el de una carrera, al menos en mi caso, debe ser algo parecido a conquistar una montaña, hay que hacerlo con mimo, con planificación, con prudencia...
Estaba yo en todo esto escuchando a los “lolailos” del “Barrio” cuando un árbol se movió y se vino hacia mí. No reaccioné, sabía que algo pasaba pero no sabía qué, esto no puede ser real, los pinos centenarios del Coto que durante años se mecían a mi paso cuando entreno mecidos por el viento se venían hacia mí y me cortaban el paso. ¡Me cagué!, pensé, no debía tomar tanto magnesio, ni levadura de cerveza... No me dio tiempo a darme cuenta de nada más. Cuqué los ojos para afinar la vista entre la oscuridad y el hasta ese momento llovizneo que me alegraba el rodaje. Me fijé. ¡Me cago en “tós” sus muertos!. Eran veinte o treinta soldados de operaciones especiales que mimetizados con el terreno estaban emboscados para unas maniobras. Según me explicaron con susurros a verme llegar creían que era su objetivo y se tiraron para mí. Los tíos llevaban el uniforme de camuflaje, ramas de pino amarradas al cuerpo, caras pintadas como en las películas de guerra y unos pedazos de fusiles de tres pares de cojones. ¡Dios, que susto me dieron! Cuando me fijé con más atención me di cuenta que habían escabado ligeramente el suelo y tenían tapadas las mini trincheras con unas pequeñas lonas... En fin todo un espectáculo sino llega a ser por ese susto... Proseguí mi camino pero aquello ya no fue lo mismo. Lo que normalmente hago en una hora tardé setenta minutos y aún me tiemblan las piernas....
Ayer jueves tocaba fuerza en el gimnasio. Parece ser que van a poner máquinas nuevas y van a mejorar el equipamiento... Al poco de llegar llegaron cinco madres jóvenes. Se que eran madres porque ellas se encargaron a voz en grito de airear todos los problemas que tenían con sus churumbeles, profesores de sus churumbeles, maridos, vecinos y demás compañeras de sus saraos... Todas estaban allí por prescripción facultativa, es decir que lo necesitaban urgentemente, mientras que sus nenicos/as disfrutaban de su ausencia en el curso de natación. ¡No se podía estar del nivel de ruido que emitían en su conversación!. Es curioso, se sentaban en los aparatos y en vez de ponerse a realizar el ejercicio se colocaban a hablar. Tenías que pedirle, por favor, que aposentara su enorme culo en otro sitio y que te dejara seguir con tu rutina. Después de una hora de gimnasio veinte minutos de rodaje. Por la noche a las diez cuarenta y cinco minutos de natación en Espinardo. Hice casi todos los ejercicios con aletas. Como me aburro tanto me fijé en una pareja que ya me llamó la atención a la entrada. El con un bañador de pata, por debajo de la rodilla y ella con un bikini rosa, bastante escaso. Imagen no habitual por aquellos lares. No nadaron más de 50 metros. Lo suficiente para llegar a una punta de la piscina, acurrucarse en la esquina y darse un lote de tres pares de cojones, cada vez que sacaba un ojo del agua me fijaba y el tío tenía la lengua en su boca y la mano en un sitio diferente, los otros veinticinco metros los hicieron para volver al lugar donde habían dejado las chanclas. Me entretuvieron la noche.... A mí personalmente me daba igual, no me molestaban, pero resulta curioso los sitios que elige la gente para meterse mano.... A las once menos cuarto, tras mil seiscientos metros, salí hacia casa a cenar.
Hoy tengo una hora de natación. El fin de semana se me presenta complicado, pero de eso ya hablaremos otro día.
P.D.: Un besico a mi “santa” que está delicá. Nenica espero que con la historia esta del IM no te de el año y podamos convivir armonizando intereses....
Otro besico....
¡Hasta mañana, querido diaro!.
El miércoles por la tarde a las cinco me fui a la piscina. Los del club de natación ya no aparecen por allí. Seguramente ya tendrán arreglada la piscina del colegio donde entrenan normalmente. Su ausencia se nota para bien. De nuevo vuelve a haber sitio en las calles para nadar con tranquilidad y si no llegas demasiado tarde incluso podrías nadar una hora solico en la piscina, mientras que llegan los niños de los cursillos.
El día estaba grisáceo y lloviznaba de vez en cuando. Nadé mi horica, ya no llevo el reloj y no puedo contar las vueltas, pero no haría menos de 2000 mts. A todo ésto tenía que decidir que hacer. El Capitán Bajoca había quedado en llamarme para correr, pero a las cinco cuando me metí en el agua aún no lo había hecho. Al salir de la piscina decidí irme a casa y correr por El Coto Cuadros. Desde casa a la universidad hay cinco kilómetros pero tan mal comunicados que tienes que coger los atascos de la autopista por cojones. A ésto, el Capitán Bajoca como era de prever últimamente, se cayó del cartel con un mensaje comunicando su imposibilidad de asistir. Llegué a casa y sin solución de continuidad me fui para el monte. Era esa hora rara en la que no era de día, pero tampoco de noche. El ambiente pumbleo tampoco ayudaba mucho a ver el paisaje. Decidí ponerme el MP3. Iba yo enfrascado por el Coto y aquello sin ser de noche estaba más oscuro. Llovía. Estaba astraido pensando en como sería mi carrera en Roth. Lo primero que decidí fue no volverla a llamar carrera. Ese no es el objetivo. Tengo que buscar otra forma de denominar el evento. No quiero correr, quiero terminar. La forma de afrontar el reto no es el de una carrera, al menos en mi caso, debe ser algo parecido a conquistar una montaña, hay que hacerlo con mimo, con planificación, con prudencia...
Estaba yo en todo esto escuchando a los “lolailos” del “Barrio” cuando un árbol se movió y se vino hacia mí. No reaccioné, sabía que algo pasaba pero no sabía qué, esto no puede ser real, los pinos centenarios del Coto que durante años se mecían a mi paso cuando entreno mecidos por el viento se venían hacia mí y me cortaban el paso. ¡Me cagué!, pensé, no debía tomar tanto magnesio, ni levadura de cerveza... No me dio tiempo a darme cuenta de nada más. Cuqué los ojos para afinar la vista entre la oscuridad y el hasta ese momento llovizneo que me alegraba el rodaje. Me fijé. ¡Me cago en “tós” sus muertos!. Eran veinte o treinta soldados de operaciones especiales que mimetizados con el terreno estaban emboscados para unas maniobras. Según me explicaron con susurros a verme llegar creían que era su objetivo y se tiraron para mí. Los tíos llevaban el uniforme de camuflaje, ramas de pino amarradas al cuerpo, caras pintadas como en las películas de guerra y unos pedazos de fusiles de tres pares de cojones. ¡Dios, que susto me dieron! Cuando me fijé con más atención me di cuenta que habían escabado ligeramente el suelo y tenían tapadas las mini trincheras con unas pequeñas lonas... En fin todo un espectáculo sino llega a ser por ese susto... Proseguí mi camino pero aquello ya no fue lo mismo. Lo que normalmente hago en una hora tardé setenta minutos y aún me tiemblan las piernas....
Ayer jueves tocaba fuerza en el gimnasio. Parece ser que van a poner máquinas nuevas y van a mejorar el equipamiento... Al poco de llegar llegaron cinco madres jóvenes. Se que eran madres porque ellas se encargaron a voz en grito de airear todos los problemas que tenían con sus churumbeles, profesores de sus churumbeles, maridos, vecinos y demás compañeras de sus saraos... Todas estaban allí por prescripción facultativa, es decir que lo necesitaban urgentemente, mientras que sus nenicos/as disfrutaban de su ausencia en el curso de natación. ¡No se podía estar del nivel de ruido que emitían en su conversación!. Es curioso, se sentaban en los aparatos y en vez de ponerse a realizar el ejercicio se colocaban a hablar. Tenías que pedirle, por favor, que aposentara su enorme culo en otro sitio y que te dejara seguir con tu rutina. Después de una hora de gimnasio veinte minutos de rodaje. Por la noche a las diez cuarenta y cinco minutos de natación en Espinardo. Hice casi todos los ejercicios con aletas. Como me aburro tanto me fijé en una pareja que ya me llamó la atención a la entrada. El con un bañador de pata, por debajo de la rodilla y ella con un bikini rosa, bastante escaso. Imagen no habitual por aquellos lares. No nadaron más de 50 metros. Lo suficiente para llegar a una punta de la piscina, acurrucarse en la esquina y darse un lote de tres pares de cojones, cada vez que sacaba un ojo del agua me fijaba y el tío tenía la lengua en su boca y la mano en un sitio diferente, los otros veinticinco metros los hicieron para volver al lugar donde habían dejado las chanclas. Me entretuvieron la noche.... A mí personalmente me daba igual, no me molestaban, pero resulta curioso los sitios que elige la gente para meterse mano.... A las once menos cuarto, tras mil seiscientos metros, salí hacia casa a cenar.
Hoy tengo una hora de natación. El fin de semana se me presenta complicado, pero de eso ya hablaremos otro día.
P.D.: Un besico a mi “santa” que está delicá. Nenica espero que con la historia esta del IM no te de el año y podamos convivir armonizando intereses....
Otro besico....
¡Hasta mañana, querido diaro!.
2 Comments:
jajajaj, joder garban todo te pasa a tí. A mi una vez en el coto investigando me metí en una senda sin salida y al llegar al final era un claro todo lleno de maiz en el suelo, me dí cuenta que me apuntaban 7 escopetas de caza entre la maleza y alguien me dijo subnormal vete de aquí, y yo me fuí.jajajaj.
Jeje, pero que cara tienen algunos. Jeje. Este capitán bajoca tiene más cara qu espalda. Me parto.
Garban lleva cuidiao hijo mío, no te vayan a confundir con el enemigo y te hagan tésnicas de persuasión y toas esas cosas de las pelis que hacen para que uno cante por Rafael Farina. Joer, pa vernos matao. Si es que ya no está uno tranquilo ni en el monte.
Venga saludines.
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