¡Diez días sin escribir, es una falta imperdonable!
Te dejé, querido diario, contándote que esa mañana de lunes ya había nadado. Por la tarde no tenía ninguna tarea. Ocurre que cuando sólo tengo que hacer una sesión y encima de natación que tiene menos repercusión a nivel muscular, por la tarde me encuentro como si estuviera faltando al entrenamiento. Esto se está convirtiendo en una terapia adictiva que encima me deja mala conciencia cuando no llego a la cama roto en mil pedazos....
El martes no tenía que nadar pero como soy un enfermo del “sado” no puedo dejar de machacarme en la piscina... La socorrista sólo hace ponerme pegas todos los días... ¡Cuándo no es la toalla, son las gafas y cuando no, el gorro!. Tengo que enseñarle la intendencia todos los días para que vea que voy correctamente uniformado.... Dos mil metros fueron la pastilla que me quitó el “mono”. Me tomé un “piscolabis”, sobre la una del mediodía y a las tres y media me subí sobre mi “BH” y me dispuse a ciclar cuarenta kilómetros,distancia que indicaba el plan ese día.... Veinte kilómetros hasta el Mojón del Reino (Beniel) y vuelta.
El miércoles fue otro día como el lunes, de los que me acuesto con mala conciencia porque sólo tenía que nadar. Otros dos mil metros bajo la atenta y escrutadora mirada de la socorrista. ¡A esta chiquilla le tengo yo que preguntar el nombre un día!... Igual, como es tan estricta, se cree que lo que quiero es ligar con ella... ¡Bueno, que crea lo que quiera!, artico estoy de llevar mala fama por donde quiera que voy...
El jueves dos horicas de entreno a pata que me hicieron corretear durante 25 kilómetros en el “Coto Los Cuadros”. Me crucé, a pesar de la hora, tres y media de la tarde, con varios bikers y con un par de “madres” paseantes. Por primera vez consideré que las madres de aquel día no caminaban por “prescripción facultativa”, o quizás es que la “cansera” ya me estaba afectando, de nuevo, al cerebro.
El viernes se produjo el milagro. La navidad se adelantó y Papá Noel, quizás como excusa por no haberme hecho participe del gordo de la lotería, me regaló 2500 mts. de natación. Por primera vez, que yo haya tenido conciencia, he llegado a tal cantidad de metros en sólo una hora... Incluso noté que deslizaba, se ve que al final los del T.I. van a influir en mi anárquica y realmente paupérrima manera de nadar....
El sábado me costó levantarme. La alegría por el éxito en la natación, la jarana ya que tenía salud a raudales y la tristeza porque no era millonario, hicieron que nos fuéramos de copas mi santa y yo, la noche del viernes. Ambos dos, salimos en grupos diferentes. Ella fue a cenar a un restaurante de “alto copete” llamado, creo, “El Reloj de Cuco”. Como soy un triste y no estoy acostumbrado a ese frenético ritmo de los “que están en vida” fui a cenar a las tascas. Ese lugar estaba muy de moda en mi juventud, es decir entre los años 78 al 85. Ahora es un nido de tabernáculos muermo, mala y cara comida, en tapas que tuvieron lustro hace varios días... Al final una mala cena de pobres y una peor bebida.... Al menos acerté con el bar para tomar copas. En el “Plaza Centro”, parte de atrás de la archiconocida “Plaza de Las Flores” nos “reapretujamos” cientos de nenas guapas, chicos musculosos, entre los que no me encontraba yo, una gran cantidad de nenes que viven siendo nenas y algún que otro calvo fuera de lugar, grupo al que pertenecía un servidor. El sitio estuvo muy bien. Tanta categoría tenía que el grupo de mi “santa” también lo visitó y al final aquello tuvo el mismo desenlace que las “cutre despedidas de solteros”, en las que las "pandas" del novio y la novia se juntan, para no volverse a separar hasta el día del divorcio. Con algún “vodka con tónica” de más, pero sin pasarse, como en el “Precio Justo”, fui devuelto a mi casica por mi santa. A las diez, monté sobre mi bici y me dispuse a pedalear durante sesenta kilómetros. Casica, Bigastro y vuelta. Hacía viento, frío y el cuerpo no estaba para demasiadas alharacas, pero eso es lo que ponía el plan. Llegué a casa y “el plan” ponía que “cuando te bajes de la bici, te cambias y corres durante cuarenta y cinco minutos”. ¡Mierda de plan!, ¡es que sabía que hoy estaría hecho un trapo y me quiere dejar muerto en vida?. Cuarenta y cinco minutos después y nueve kilómetros de recorrido fueron el suplicio que tuve que pagar por ser un crápula y un mal deportista. Era sábado y el 24 de diciembre, como norma desde hace bastante años, nos juntamos con unos amigos para celebrar las horas previas a la cena de Nochebuena, tomando lo que el tabernero denomina “tapones”. Unos minúsculos vasicos con una pócima que hay que golpear contra la barra antes de beberla. ¿Qué hicimos?. Adelantamos para el sábado, lo que el 24 domingo, no iba a poder ser pues cierran el tabernáculo de “El Cuki”. Cuando volví de correr me esperaba mi santa con sus galas de guerrera y me montó en el coche dirección a tan insigne lugar de despiporre y mala vida. Tras unas primeras tapas con cerveza, para no tomar los tapones en ayunas, eran las dos de la tarde aproximadamente, nos dispusimos a beber de los minúsculos vasicos las seis y media....Tapas, cervezas, tapones y cubatas hicieron que henchidos de valor y lobos de la noche, que al día siguiente se traspondrían en corderos, marcháramos al karaoke... ¡Qué nadie se ría!, ¡Sí, me gusta el karaoke!. ¿Qué pasa?. ¡El que tenga cojones que pestañee siquiera!. Mi destemplada y rota voz, junto a la mi compañero en estas lides, Antonio, irrumpieron en el “muermo karaoke” como una brisa de primavera que despertó y refrescó el ambiente. “Judas El Miserable”, “Jhonny TecnoSka” y demás temas de un repertorio del mismo palo, aderezadas por nuestro fluido y acompasado, a la vez que desinhibido baile, hizo que el público, que a la tercera canción abarrotaba el lugar, nos nombrara ganadores de nuestra particular “Operación Triunfo”. Las diez de la noche, el cansancio, la garganta dolorida y sobre todo, una llamada de mi compañero Stani, hicieron que se rompiera el encanto y decidiéramos regresar a casa, con esa sensación de que “nunca debíamos haberla abandonado”. Stany me llamó, diciéndome, no se acordaba que ya me había enviado un mensaje, que estaba bebiendo cervezas y comiendo langostinos en la Plaza de Las Flores y que no se encontraba en condiciones de asegurarme su presencia, a las ocho de la mañana, en el lugar convenido para ciclar los 120 kilómetros que “ponía el jodío plan”. Esto me volvió a la realidad. ¡Coño, mañana 120!. ¡Me quiero morír!.
A las siete de la mañana del domingo sonó el despertador. Recé, como hacía años que no lo había hecho, para que siguiera diluviando igual que la noche anterior cuando regresamos a casa. Estaba oscuro. Miré la piscina y no habían ondas en el agua que delataran a la tan querida lluvia, por mí en ese momento. Me levanté pero no tuve fuerzas para dar un paso... Caí de nuevo a la cama.... Las ocho. La claridad entraba por los ventanales del salón y mi conciencia de pecador despertó. Me decía al oido lo que tanto sabe que me duele. ¿Vas a dejar de salir?. ¿Este es tu compromiso?. ¡Pecador, mal hombre!. Sabía que sólo había una manera de acallarla. Me levanté. Salí de la habitación, desgraciadamente no llovía. Desayuné y me disfracé de ciclista. Mi cuerpo no era el de un ciclista, aunque sí mi vestimenta. Me monté, le dí una patadita a los dos perros, Gorka y Garban, para que me dejaran salir y con la idea de hacer, aunque fueran cuarenta kilómetros me marché dirección Totana. Discurrí que en esa ruta podría encontrar algún grupo que me acogiera en su seno y no fuera toda la mañana expuesto al frío y el viento. Como todos sabemos los ciclistas no salen ni cuando llueve, ni cuando es fiesta, ni cuando los necesitas así que no me crucé con nadie. Llegué a Sangonera, veinte kilómetros, me dije voy a seguir algo más. Llegue a Librilla, treinta y cinco kilómetros, me volví a obligar un poquico más. Alhama fue el siguiente pueblo en recibir mi visita, cuarenta kilómetros. Un poco más. Camino de Totana ví el kilómetro cincuenta en la máquina de marcar la velocidad. Decidí volver. Si me quedaban ganas ciclaría cerca de casa los veinte que me quedaban. Por Sangonera cambió el tiempo, como no podía ser de otra manera, a peor. Se metió el sol y Eolo se enojó con todos los que la noche anterior habíamos realizado excesos, especialmente se enfadó conmigo. Como pude llegué a casa. Llevaba 100 km. y no podía dar un golpe de pedal más. Lo siento. Por primera vez desde Agosto no fui capaz de hacer la tarea encomendada, sólo hice 100 de los 120 que me habían asignado. Como el ejército rojo, “vencido y desarmado” me amorré junto al fuego, tapado por una manta....
¡Veinticinco de diciembre, fun, fun fun!. ¡Qué bien, es Navidad!. Esta fiesta no me ha gustado nunca, sin embargo hoy sí que me ha dado una gran alegría. ¡No tengo que entrenar!. Podré restañar las heridas inflingidas por mi estupidez y falta de consecuencia, a mi maltrecho cuerpo. Unas “almóndigas”, una tacica de caldo, cosicas buenas “pal cuerpo” y mucho descanso. La chimenea de leña a tope y mi pijamica que me acariciaba la sufrida piel.... ¡Qué día de Navidad más dichoso!.
El martes, de nuevo embutidos en la disciplina de la jornada laboral, dos mil quinientos metros en la piscina, de madrugá, como las procesiones de tronío. Por la tarde a las tres y media un farlek de sesenta minutos con cambios cada 2 y 4 minutos por el “Coto Cuadros”, esta vez no vi a “naide” que me hicieron recorrer 15 kilómetros. Quince minutos, con tres kilómetros más, fue el rodaje que me volvió a casa y a la calma.
Esta mañana he ido a nadar. La nenica de la socorrista, de nuevo, me ha dado un buen repaso y ha decidido que no podía nadar con aletas. Le pregunto con la exquisita educación que me caracteriza y apostando mi más dulce voz: ¿Porqué, mi amooooolllll?. Contestación: "Porque hasta enero no sabremos cuanta gente nada en cada calle y debemos estar seguros que los que llevan aletas no molestan a los demás usuarios". ¡Mi amooooollll!, le contesto yo, "¿a qué usuarios vamos a molestar, si en estos momentos, en una piscina de nueve calles sólo estamos tú y yo?, y tú ¿no vas a bañarte?, ¿verdad cuerpo?". Pues ni por esas, que a las siete de la mañana con un solo usuario en la piscina, que era yo, puedo molestar a alguien....¡Eso es disciplina soviética y lo demás “mocopavo”!. Al finalizar la sesión, un poco por tocarle los cataplines a la nenica de los huevos, le he dicho. ¡Por favor!, pregúntale a tu jefe si puedo venir a nadar con neopreno, no vaya a ser que me dejes en bolas porque no se pueda usar. Le he contado que yo era un “afamado” triatleta de larga distancia y que necesitaba, periódicamente, nadar con el adminículo.... ¡Qué se joda y que lo pregunte!.
Y así va todo, querido diario. Ahora tomaré un “tentempié” y a las tres y media cogeré la bici para hacer cuarenta kilómetros hasta El Mojón de Beniel, pedanía que espero hacer famosa algún día por ser la vuelta de mis archifamosos entrenamientos.
¡Hasta pronto!, querido diario.
Te dejé, querido diario, contándote que esa mañana de lunes ya había nadado. Por la tarde no tenía ninguna tarea. Ocurre que cuando sólo tengo que hacer una sesión y encima de natación que tiene menos repercusión a nivel muscular, por la tarde me encuentro como si estuviera faltando al entrenamiento. Esto se está convirtiendo en una terapia adictiva que encima me deja mala conciencia cuando no llego a la cama roto en mil pedazos....
El martes no tenía que nadar pero como soy un enfermo del “sado” no puedo dejar de machacarme en la piscina... La socorrista sólo hace ponerme pegas todos los días... ¡Cuándo no es la toalla, son las gafas y cuando no, el gorro!. Tengo que enseñarle la intendencia todos los días para que vea que voy correctamente uniformado.... Dos mil metros fueron la pastilla que me quitó el “mono”. Me tomé un “piscolabis”, sobre la una del mediodía y a las tres y media me subí sobre mi “BH” y me dispuse a ciclar cuarenta kilómetros,distancia que indicaba el plan ese día.... Veinte kilómetros hasta el Mojón del Reino (Beniel) y vuelta.
El miércoles fue otro día como el lunes, de los que me acuesto con mala conciencia porque sólo tenía que nadar. Otros dos mil metros bajo la atenta y escrutadora mirada de la socorrista. ¡A esta chiquilla le tengo yo que preguntar el nombre un día!... Igual, como es tan estricta, se cree que lo que quiero es ligar con ella... ¡Bueno, que crea lo que quiera!, artico estoy de llevar mala fama por donde quiera que voy...
El jueves dos horicas de entreno a pata que me hicieron corretear durante 25 kilómetros en el “Coto Los Cuadros”. Me crucé, a pesar de la hora, tres y media de la tarde, con varios bikers y con un par de “madres” paseantes. Por primera vez consideré que las madres de aquel día no caminaban por “prescripción facultativa”, o quizás es que la “cansera” ya me estaba afectando, de nuevo, al cerebro.
El viernes se produjo el milagro. La navidad se adelantó y Papá Noel, quizás como excusa por no haberme hecho participe del gordo de la lotería, me regaló 2500 mts. de natación. Por primera vez, que yo haya tenido conciencia, he llegado a tal cantidad de metros en sólo una hora... Incluso noté que deslizaba, se ve que al final los del T.I. van a influir en mi anárquica y realmente paupérrima manera de nadar....
El sábado me costó levantarme. La alegría por el éxito en la natación, la jarana ya que tenía salud a raudales y la tristeza porque no era millonario, hicieron que nos fuéramos de copas mi santa y yo, la noche del viernes. Ambos dos, salimos en grupos diferentes. Ella fue a cenar a un restaurante de “alto copete” llamado, creo, “El Reloj de Cuco”. Como soy un triste y no estoy acostumbrado a ese frenético ritmo de los “que están en vida” fui a cenar a las tascas. Ese lugar estaba muy de moda en mi juventud, es decir entre los años 78 al 85. Ahora es un nido de tabernáculos muermo, mala y cara comida, en tapas que tuvieron lustro hace varios días... Al final una mala cena de pobres y una peor bebida.... Al menos acerté con el bar para tomar copas. En el “Plaza Centro”, parte de atrás de la archiconocida “Plaza de Las Flores” nos “reapretujamos” cientos de nenas guapas, chicos musculosos, entre los que no me encontraba yo, una gran cantidad de nenes que viven siendo nenas y algún que otro calvo fuera de lugar, grupo al que pertenecía un servidor. El sitio estuvo muy bien. Tanta categoría tenía que el grupo de mi “santa” también lo visitó y al final aquello tuvo el mismo desenlace que las “cutre despedidas de solteros”, en las que las "pandas" del novio y la novia se juntan, para no volverse a separar hasta el día del divorcio. Con algún “vodka con tónica” de más, pero sin pasarse, como en el “Precio Justo”, fui devuelto a mi casica por mi santa. A las diez, monté sobre mi bici y me dispuse a pedalear durante sesenta kilómetros. Casica, Bigastro y vuelta. Hacía viento, frío y el cuerpo no estaba para demasiadas alharacas, pero eso es lo que ponía el plan. Llegué a casa y “el plan” ponía que “cuando te bajes de la bici, te cambias y corres durante cuarenta y cinco minutos”. ¡Mierda de plan!, ¡es que sabía que hoy estaría hecho un trapo y me quiere dejar muerto en vida?. Cuarenta y cinco minutos después y nueve kilómetros de recorrido fueron el suplicio que tuve que pagar por ser un crápula y un mal deportista. Era sábado y el 24 de diciembre, como norma desde hace bastante años, nos juntamos con unos amigos para celebrar las horas previas a la cena de Nochebuena, tomando lo que el tabernero denomina “tapones”. Unos minúsculos vasicos con una pócima que hay que golpear contra la barra antes de beberla. ¿Qué hicimos?. Adelantamos para el sábado, lo que el 24 domingo, no iba a poder ser pues cierran el tabernáculo de “El Cuki”. Cuando volví de correr me esperaba mi santa con sus galas de guerrera y me montó en el coche dirección a tan insigne lugar de despiporre y mala vida. Tras unas primeras tapas con cerveza, para no tomar los tapones en ayunas, eran las dos de la tarde aproximadamente, nos dispusimos a beber de los minúsculos vasicos las seis y media....Tapas, cervezas, tapones y cubatas hicieron que henchidos de valor y lobos de la noche, que al día siguiente se traspondrían en corderos, marcháramos al karaoke... ¡Qué nadie se ría!, ¡Sí, me gusta el karaoke!. ¿Qué pasa?. ¡El que tenga cojones que pestañee siquiera!. Mi destemplada y rota voz, junto a la mi compañero en estas lides, Antonio, irrumpieron en el “muermo karaoke” como una brisa de primavera que despertó y refrescó el ambiente. “Judas El Miserable”, “Jhonny TecnoSka” y demás temas de un repertorio del mismo palo, aderezadas por nuestro fluido y acompasado, a la vez que desinhibido baile, hizo que el público, que a la tercera canción abarrotaba el lugar, nos nombrara ganadores de nuestra particular “Operación Triunfo”. Las diez de la noche, el cansancio, la garganta dolorida y sobre todo, una llamada de mi compañero Stani, hicieron que se rompiera el encanto y decidiéramos regresar a casa, con esa sensación de que “nunca debíamos haberla abandonado”. Stany me llamó, diciéndome, no se acordaba que ya me había enviado un mensaje, que estaba bebiendo cervezas y comiendo langostinos en la Plaza de Las Flores y que no se encontraba en condiciones de asegurarme su presencia, a las ocho de la mañana, en el lugar convenido para ciclar los 120 kilómetros que “ponía el jodío plan”. Esto me volvió a la realidad. ¡Coño, mañana 120!. ¡Me quiero morír!.
A las siete de la mañana del domingo sonó el despertador. Recé, como hacía años que no lo había hecho, para que siguiera diluviando igual que la noche anterior cuando regresamos a casa. Estaba oscuro. Miré la piscina y no habían ondas en el agua que delataran a la tan querida lluvia, por mí en ese momento. Me levanté pero no tuve fuerzas para dar un paso... Caí de nuevo a la cama.... Las ocho. La claridad entraba por los ventanales del salón y mi conciencia de pecador despertó. Me decía al oido lo que tanto sabe que me duele. ¿Vas a dejar de salir?. ¿Este es tu compromiso?. ¡Pecador, mal hombre!. Sabía que sólo había una manera de acallarla. Me levanté. Salí de la habitación, desgraciadamente no llovía. Desayuné y me disfracé de ciclista. Mi cuerpo no era el de un ciclista, aunque sí mi vestimenta. Me monté, le dí una patadita a los dos perros, Gorka y Garban, para que me dejaran salir y con la idea de hacer, aunque fueran cuarenta kilómetros me marché dirección Totana. Discurrí que en esa ruta podría encontrar algún grupo que me acogiera en su seno y no fuera toda la mañana expuesto al frío y el viento. Como todos sabemos los ciclistas no salen ni cuando llueve, ni cuando es fiesta, ni cuando los necesitas así que no me crucé con nadie. Llegué a Sangonera, veinte kilómetros, me dije voy a seguir algo más. Llegue a Librilla, treinta y cinco kilómetros, me volví a obligar un poquico más. Alhama fue el siguiente pueblo en recibir mi visita, cuarenta kilómetros. Un poco más. Camino de Totana ví el kilómetro cincuenta en la máquina de marcar la velocidad. Decidí volver. Si me quedaban ganas ciclaría cerca de casa los veinte que me quedaban. Por Sangonera cambió el tiempo, como no podía ser de otra manera, a peor. Se metió el sol y Eolo se enojó con todos los que la noche anterior habíamos realizado excesos, especialmente se enfadó conmigo. Como pude llegué a casa. Llevaba 100 km. y no podía dar un golpe de pedal más. Lo siento. Por primera vez desde Agosto no fui capaz de hacer la tarea encomendada, sólo hice 100 de los 120 que me habían asignado. Como el ejército rojo, “vencido y desarmado” me amorré junto al fuego, tapado por una manta....
¡Veinticinco de diciembre, fun, fun fun!. ¡Qué bien, es Navidad!. Esta fiesta no me ha gustado nunca, sin embargo hoy sí que me ha dado una gran alegría. ¡No tengo que entrenar!. Podré restañar las heridas inflingidas por mi estupidez y falta de consecuencia, a mi maltrecho cuerpo. Unas “almóndigas”, una tacica de caldo, cosicas buenas “pal cuerpo” y mucho descanso. La chimenea de leña a tope y mi pijamica que me acariciaba la sufrida piel.... ¡Qué día de Navidad más dichoso!.
El martes, de nuevo embutidos en la disciplina de la jornada laboral, dos mil quinientos metros en la piscina, de madrugá, como las procesiones de tronío. Por la tarde a las tres y media un farlek de sesenta minutos con cambios cada 2 y 4 minutos por el “Coto Cuadros”, esta vez no vi a “naide” que me hicieron recorrer 15 kilómetros. Quince minutos, con tres kilómetros más, fue el rodaje que me volvió a casa y a la calma.
Esta mañana he ido a nadar. La nenica de la socorrista, de nuevo, me ha dado un buen repaso y ha decidido que no podía nadar con aletas. Le pregunto con la exquisita educación que me caracteriza y apostando mi más dulce voz: ¿Porqué, mi amooooolllll?. Contestación: "Porque hasta enero no sabremos cuanta gente nada en cada calle y debemos estar seguros que los que llevan aletas no molestan a los demás usuarios". ¡Mi amooooollll!, le contesto yo, "¿a qué usuarios vamos a molestar, si en estos momentos, en una piscina de nueve calles sólo estamos tú y yo?, y tú ¿no vas a bañarte?, ¿verdad cuerpo?". Pues ni por esas, que a las siete de la mañana con un solo usuario en la piscina, que era yo, puedo molestar a alguien....¡Eso es disciplina soviética y lo demás “mocopavo”!. Al finalizar la sesión, un poco por tocarle los cataplines a la nenica de los huevos, le he dicho. ¡Por favor!, pregúntale a tu jefe si puedo venir a nadar con neopreno, no vaya a ser que me dejes en bolas porque no se pueda usar. Le he contado que yo era un “afamado” triatleta de larga distancia y que necesitaba, periódicamente, nadar con el adminículo.... ¡Qué se joda y que lo pregunte!.
Y así va todo, querido diario. Ahora tomaré un “tentempié” y a las tres y media cogeré la bici para hacer cuarenta kilómetros hasta El Mojón de Beniel, pedanía que espero hacer famosa algún día por ser la vuelta de mis archifamosos entrenamientos.
¡Hasta pronto!, querido diario.
6 Comments:
Feliz Navidad! o "Eguberri on" en Euskera antes de nada! Creía que nos tenías abandonado en Navidad! pero ya veo que sigues dándole duro. El diario va muy bien, yo que tu al finalizar lo publicaba, como no con la dedicación "a mi santa", porque chaval lo que esta aguantando no tiene precio! Por cierto a que se debe lo de poner de nombre "Gorka" a un perro? (Gorka=Jorge en Euskera)Espero que no sea por animadversión a los Vascos. Un saludo y Feliz AÑo (Urteberri on!)
Féliz Navidad.
Saludos.
Felices fiestas garbancito.
Como siempre, un placer leerte.
Un abrazo.
Nuestros perros son dos miembros más de la familia. A ellos damos amor y recibimos cariño, juego y seguridad, entre mil cosas más. Nunca un nombre se lo pondríamos como castigo, echo separador o desprecio. Gorka es un nombre que nos gustaba, nuestro primer perro, si has leído todo el diario se llamaba Talan Dushe.... en honor del mejor jugador de balonmano jamás conocido... ¿Cómo le vamos a poner Gorka como desprecio, si el otro se llama como yo Garbanzito?. No despreciamos a nadie ni por su credo, nacencia o ideas, sólo merecen nuestro desprecio aquellas que por sus actos se lo ganan a pulso... Espero que si alguna vez tienes un perro y te apetece le pongas Paco, será un honor para mí que me recuerdes en un animal tan precioso...
Muy bien Garban,perdón por introducir un tema ajeno al deporte en tu Diario. El deporte es algo que nos une a todos y en el que no hay sitio para odios...
También amo los animales (Ikon es mi pastor Aleman), pero tendré en cuenta tu recomendación...(jeh jeh)
Por cierto en Gipuzkoa tenemos un triatlon doble Olimpico (el de Zarautz, 9 junio de 2007), casi un mes antes que el de Roth, quizas te sirva como entreno, es bastante duro! URTEBERRI ON! y sigue entrenando y contandonoslo!
Paquico, ya te has apuntado a Valencia???
Aunque sólo sea por una buena paella posterior se ha de ir...
Ale, besicos y feliz año y esas cosas...
Quisis,
Juanma
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