Y Probé a ser IMvencible

Triatlon.

lunes, enero 29, 2007

¡Al final se salvó el fin de semana!
Supongo que la semana pasada, como tenía tan poquica tarea en el plan, sería de descarga. Cuando hay poca carga queda como un sentimiento de culpabilidad por no trabajar hasta la extenuación.
El miércoles mil ochocientos metros de natación en la piscina, estuve unos cincuenta minutos. Ahora mismo no recuerdo bien como fueron las sensaciones, no debieron ser especialmente significativos.
Ya el jueves tuvimos doble sesión. Dos kilómetros en una hora y cinco, como fueron series de velocidad y tenía descansos entre una y otra, ese debió ser el tiempo de más que invertí en la piscina. A estas alturas de la semana ya llegaban noticias de que no nos libraríamos del temporal por estos lares. Se que hay gente, entre ellos yo, que necesita el agua y se de otros que la necesitan porque están cambiando los huertos de limoneros por huertos de chalets, pero a mí me fastidian, porque ahora mismo no tengo otro objetivo, ni otra obsesión que sacar horas de entrenamiento. Me puse de mala leche. Pensaba que el fin de semana no podría salir con la bicicleta. Por la tarde, a las cuatro y media me fui a la mota de río. Tenía programado un rodaje de dos horas. El “Capitán Bajoca” se apuntó para rodar conmigo, pero sólo setenta y cinco minutos. Me fui rodando veintidós minutos y medio y regresé. Allí me esperaba junto al puente, mi hermanico. Como es un prisas no trajo ni guantes, ni gorro, ni polar, sólo un cortavientos y mallas largas. Me dio la tarde. Helado todo el rato, sólo hacía lamentar su mala cabeza y el que hacía mucho frío. Veinticuatro kilómetros después, concluimos en el mismo puente, cuando ya oscurecía. Un poco más y nos vemos rodeados por la fauna que tras la caída del sol pulula por aquellos sitios del carril bici. Salvada nuestra honra, no porque alguien pudiera violentarnos, sino por si algún conocido nos hubiera visto en aquel sitio y pudiera pensar que tenemos "vicios ocultos". Dos tíos con mallas ajustadas de licra, son sospechosos de cualquier cosa. El Capitán Bajoca argumentaba que no, que nadie nos diría nada, pues nosotros también podríamos pedir explicaciones al respecto. Helados nos fuimos al polideportivo del Infante y después a la taberna de Javi. Este es un lugar peculiar. Sólo se sirve vino, quintos de cerveza, avellanas y torraos. Para describir la clientela basta con decir que es un personal fiel. Suponemos que debe ser la fidelidad su principal virtud, pues ningún cliente tiene menos de setenta años. Ocho quintos y tres platos de avellanas, rematados con dos chaticos de vino, siete euros cincuenta. Nosotros somos de principios inamovibles. El primero es conservar las tradiciones. La taberna fue abierta cuando allí no había ni calle, ni alcantarillao y nosotros tenemos contribuir con nuestra presencia a que no se extinga el negocio. Por otra parte nuestro segundo principio es beber barato y como puedes comprobar, querido diario, el dispendio es una palabra que no existe dentro del léxico de ese tabernáculo. A las nueve estaba donde “la santa”.
Los viernes, como siempre, tres mil metros de natación continua en una hora y cuarto. Por la tarde, ya con el temporal dejándose notar con firmeza, a descansar, que era lo que tocaba a esas horas.
El sábado amaneció peor de cómo finalizó el viernes. Lluvia, viento y frío hacían imposible que pudiera poder realizar mi sesión que consistía en sesenta kilómetros de bicicleta y cuarenta y cinco minutos de redoje a pie. En un principio pensé en poner en marcha el plan habitual en estos casos en otros momentos. Este consiste en hacer sardinas a la plancha, cocinar una migas, abrir unas botellas de vino, llamar a los amigos y poner en marcha la rutina del fin de semana que hace “malo”. Como soy un tío inasequible al desaliento intenté no caer en la tentación del goce y la “buena vida”. Llamé a La Flota y pregunté si había clase de spinning. A las doce menos cuarto la había. Me fui para allá y dejé las migas y las sardinas para otra vez y un buen puñado de amigos cabreados pues no tenían donde dar la gorra y pasar “el puto día de perros” que hacía. La sesión fue un éxito. Físicamente no se si me sirvió de algo, “pa mí que no”, pues a mi entender este ejercicio es más anaeróbico que aeróbico y las sensaciones son muy diferentes a montar en bici. El éxito de la cosa estuvo en la monitora, una nenica “más apretá que los tornillos de un submarino” que hizo que al verla entrar me trasladara de la cuarta fila de bicicletas a la primera. Por lo menos además de sudar, que sí sudé, me regalé la vista todo lo que pude. Es posible que pueda parecer machista, poco respetuoso con la profesionalidad de la monitora, pero es lo que hay, la chica estaba muy bien y eso no puedo obviarlo. Además, ya voy para “viejo verde”… La edad no perdona. Después, cuarenta y cinco minutos en la cinta de correr que se me hicieron eternos. La cinta es aburrida, casi tanto como el nadar. Puse una inclinación del 1 por ciento y una velocidad de 12 km por hora. De esta manera hice algo parecido al plan y no lo dejé en blanco. Cuando llegué a casa, mi santa que es una idem, como sabe como me gustan estos días, las migas, el vino y los amigos, había organizado una comida con todos los ingredientes. Lo único que faltó fueron las sardinas, pero claro, éstas se hacen para almorzar y ya estaban fuera de horario. Los últimos visitantes desaparecieron de casa sobre la una de la madrugada y yo comencé a rezar para que amaneciera el domingo igual que había comenzado el sábado y así tener una excusa para levantarme más tarde y poder ir, de nuevo, a la sesión de spinning que tanta mella había hecho en mí.
El domingo salió todo lo contrario a lo que yo había solicitado a las deidades. Frío, encapotado, ventoso pero seco como la piel de un señor de cien años. Con éstas no había más “cojones” que salir con la bici para hacer los 120 km. programados. A las ocho y media, como los talabarteros, cogí mi bártulos y me fui dirección a Algezares. La peña sale a las nueve y vienen en mi dirección, cuando me cruzara con ellos daría la vuelta y haríamos la ruta Algezares, Puerto de San Pedro, Sucina, Avileses, Puerto de El Garruchal, Algezares. Ochenta kilómetros, más los veinte que hay hasta Algezares desde casa, más la vuelta, total 120. Con no demasiado frío, a esa hora, llegué casí a Los Garres a cinco kilómetros de Algezares. Discurrí que estos ciclistas “de verano” habían hecho “campanas” al ver el día que hacía. Allí me encontré con lo que había salido de la peña. De quince tíos aparecieron dos. Media vuelta y “pá la playa”. El puerto de San Pedro no es especialmente duro, pero el viento y el frío lo hicieron demoledor. El aire con olor a salitre que venía de la costa nos cortaba la cara. Además el puerto es jodío, un par de veces crees que estás en lo más alto y tras otra curva de nuevo vuelve a subir. Lo conocemos, pero siempre acaba por engañarnos. Si subir fue duro, el bajar, llevaba camiseta térmica, maillot de invierno, cortavientos y chubasquero. En las manos unos guantes de latex para que no traspase el aire, guantes de invierno, coulotte de super abrigo, escarpines de neopreno, fue la leche. Por esa cara el viento era aún más fuerte y frío. Las bicis, se iba con el freno apretado a cincuenta por hora, eran empujadas por las ráfagas de viento peligrosamente a la cuneta. Ya en el llano la cosa fue de otra manera. A veces, el aire nos daba de espaldas y nos ayudaba a regresar a casa con un poco menos de esfuerzo. La subida a El Garruchal la hicimos viniendo desde la playa. Tenemos que volver al valle de Murcia y hay que subir, o uno de estos dos puertos, o el de La Cadena. Ese es imposible porque la autovía lo dejó impracticable para los ciclistas. Esta vertiente es más larga que la contraria, pero bastante más tendida. La bajada por esa cara ya fue menos dantesca que la anterior, el propio puerto nos protegía algo del frío aire. Cuando llegamos a San José de La Vega, mis dos compañeros de fatigas decidieron ir a darse un homenaje al bar, estaban helados. Yo, como soy un machaca, decliné la invitación y proseguí mi camino hasta completar los que al final fueron 115 kilómetros en algo más de cuatro horas y veinte minutos. Lo pasé mal, pero me quedó esa sensación de “legionario” de cumplir con mi obligación. La tarde fue inenarrable, toda ella tendido como un “perro” junto a la chimenea pues no entraba en calor. No se, si estoy haciéndolo bien, pero los dos puertos se me atragantaron ligeramente, quizás debería meter alguno de vez en cuando y no hacer tanto llano, pero es que me abruma estar seis horas encima de la bici… Lo hablaré con mi entrenador.
Hoy ya he estado en la piscina. Una hora y cuarto y dos mil setecientos metros. Estaba raro, si fuera una zagalica, igual es que iba a empezar con esos días, pero no, creo que la bici de ayer pasó un poco de factura.
Me he enterado que mi amigo Manolo no se viene a Roth. Lo siento mucho. Era una aventura que íbamos a disfrutar juntos, como el maratón de Valencia y otras muchas carreras, las circunstancias son las circunstancias, le deseo que pronto pueda volver a este divertimento que tanto nos hace disfrutar, no hay mal que cien años dure, ni cristiano que lo resista.

Me gustaría que alguien respondiera a las cuestiones (motivaciones y demás) que planteo, pero si no lo hace nadie, ¡qué le vamos a hacer!.
Por supuesto no me refiero a los habituales que me honrais con vuestra atención y cariño, sino a aquellos que leen y callan o dicen algo de vez en cuando.
Hasta mañana, querido diario.

3 Comments:

At 8:30 p. m., Blogger Garbanzito said...

Hijo, lo siento. No tengo ni pajolera idea de lo que dices...
Es la pena de ser un indocumentado.
Un saludo

 
At 11:05 a. m., Anonymous Anónimo said...

tras una semana desconectado de la red, y telefono (no hay como hacer caso a las compañias de tlefono que te venden todo asegurando que lo hacen en un momento y lego estas 5 dias colgado) te vuelvo a leer. Motivacion? pero si no hay nadie más motivado que tu! Seguro que la del Spinnig no te hubiera rganizado la comidica del sábado! saludos

 
At 1:48 p. m., Blogger Ishtar said...

Espacio de aludidos ;-):

Garban, como ya te comenté alguna vez, para los debates están los foros de debate (por algo se llaman así). Los blogs están para que tú nos cuentes tus cosas y los lectores, si lo estiman oportuno, te digan alguna pequeña frase al respecto, pero poco más. Así que dificilmente me encontrarás debatiendo en ningún blog...

Aunque, si te sirve como respuesta al anterior post, los motivos deportivos que has dado son una buena razón... estoy de acuerdo (entre otras cosas). Lo de la igualdad también, aunque quizá yo lo mire con otros ojos...

Nada más que decir... al menos en un blog que no es el mío...

Saludos.

 

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