Si hoy es domingo y me toca salir con la bici…. Hoy llueve….
Empezaremos por el final. Esta mañana los 2700 mts. de rigor. Quinientos de calentamiento, y después subiendo 100 rápidos, 100 lentos, 200 rápidos, 100 de nuevo lentos, así hasta 400. A partir de ese punto disminuyen hasta que acabamos. ¿Las sensaciones?, pues… físicamente bien, cada vez la fatiga es menor. Técnicamente, ni me lo planteo debo de ser un show porque los cien mil monitores de la piscina no hacen más que mirarse de reojo y sonreirse… ¡qué le vamos a hacer!. Me adelantan todos los que por la calle de contigua van nadando y hablando por parejas como si estuvieran paseando por el parque.
El sábado por la noche me había preparado, como hacen los mozos de estoques a los toreros, el traje de luces en una silla del comedor. Bidones, sanwinches de jamón y queso, guantes, en fin todos los atalajes de montar en bici (el objeto es no despertar a mi "santa" de madrugá cuando me visto). Cuando me levanté a las siete, estaba lloviendo. Junto con Stani íbamos a hacer 150 km. en bici. Como soy un optimista me dispuse a desayunar y mientras me cepillaba…. los dientes, a las siete de la mañana de un domingo lo único que me puedo cepillar son los dientes, me llegó un mensaje al móvil. El bueno de Stani, con mucha más cabeza que yo, decía que el terreno de juego estaba impracticable y que el árbitro había suspendido el partido. Terminé de hacer todos los preparativos y cuando el día clareaba, me di cuenta que hoy era imposible, seguía lloviendo y la carretera estaba mojadísima. Por un momento pensé en lanzarme a la aventura pero la prudencia me hizo meditar. ¿Y si me cayera al suelo con el piso tan mojado?. ¿Y si tuviera un accidente a causa de la lluvia?. ¿Y si enfermo y por no “perder” un día pierdo diez…? Todos estos peros hicieron que me volviera a la piltra, esperando que a las nueve el día hubiera mejorado… A las nueve dejó de llover, pero había mucha humedad y no “debería” que poder si podía salir antes de que se secara algo la carretera. A las diez desistí de hacer los 150 km. Como alternativa, utilicé el plan B. Me fui a La Flota y me metí en la sesión de spinning. Mi “santa” que se lee el diario, se sonrió cuando se lo comenté: “¡Nenica, me voy al spinning!. Tuve que decirle la verdad. La monitora no está tan buena, pero para que esta novela sea un "best seller" tiene que tener algo de “sexo”… Efectivamente la chica no era la misma, ahí perdimos bastante, pero fue mucho más profesional que la anterior. Primero nos explicó en que iba a consistir la sesión y un montón de detalles que se agradecen para entender lo que estábamos haciendo. Ni que decir tiene que fue mucho más intenso el ejercicio, seguro que motivó mucho a la chica que la sala estaba, como decían “Los Sacapuntas”, abarrotá. Habríamos unas cincuenta personas, no quedó ni una bici sin usar y ¡claro!, esto seguro que hizo que la monitora se emplease mucho más. ¡Es qué el público es el “leit motiv” del espectáculo!. Cuando terminamos fui al gimnasio y allí estuve 30 minutos en la cinta corriendo a 12 km/h con una inclinación del 2%. Bien, sencillo. Luego... la gran “cagada” del día, me fui a una matanza que organiza mi “paso de semana santa” pues este año se cumple el 25 aniversario del grupo de “estantes”, nos llamamos aquí, costaleros en otro sitio, porta pasos, etc. Me puse de morcillas, salchichas, estrellas de levante y vino hasta las “ansas”. Finalizamos con un gin tonic, sólo uno y media docena de “palos catalanes” de chocolate. A las seis, cuando me di cuenta de lo que estaba haciendo, me arrepentí de todos mis pecados y mi “santa” me devolvió al calor del hogar, “de donde nunca debí haber salido”. Al menos entrené algo el domingo y no lo dejé en blanco, cosa que estuvo casi a punto de suceder.
El sábado teníamos que hacer 40 km. en bici y setenta y cinco minutos de rodaje en K2. Hoy por hoy, hacer 40 km. es algo tan fácil como quitarle el chupete a un niño, así que lo hice casi sin ganas, tengo la sensación que para hacer 40 km. no tendría ni que vestirme de ciclista, con el chandall va que chuta. Ida a Zeneta y vuelta. Cambio rápido de aperos y a correr por Coto Cuadros. Muy bien, bien de ritmo y el pulso el adecuado, incluso con facilidad. En K2 en el circuito elegido solía tardar, cuando preparaba la maratón, una hora y dieciocho aproximadamente. Al final salió una hora y doce. Así que supongo que bien. Sin sensación de agobio.
El viernes, los tres mil metros de natación contínua en una hora y cuarto. Sin más trámites, sólo con la anécdota habitual de que cada cierto tiempo pierdo la cuenta, ¡así que vaya usted a saber los metros que hice!, pero por supuesto nunca menos de 3000.
El jueves mil quinientos metros en la piscina. La salvedad fue que me puse el neopreno. Esta vez cogí del armario el Aquaman. ¡Esto es otra cosa!, no dejaba de estar raro, pero nada parecido a las apreturas y las tensiones que me hizo pasar el Ironman. Seguramente será el francés el que utilizaré, mira que me gustan poco estos “gabachos”, pero su neopreno es mejor. Quizás me esté un pelín grande, tendré que probarlo antes en agua fría para ver que ocurre, pero de momento es el elegido. En cuarenta minutos solventé la papeleta y me fui al curro. Por la tarde, en la mota del río dos horas de rodaje a ritmo suficiente que dieron para veinticuatro kilómetros. Me acompañó durante hora y media mi hermano “El Capitán Bajoca”. Esta vez pecamos de precavidos y si la semana pasada se heló, ésta nos asfixiamos de calor.
El miércoles fue “la de Jaimito” de la semana. Primero natación mil setecientos cincuenta metros en series de velocidad. Dos horas, ¡con tanta recuperación se pierde mucho tiempo!. Después una sesión de fuerza en el gimnasio y allí fue donde metí la pata hasta la “curcusilla”. El martes había hecho farlek por la mota del río que estaba llena de barro. Después sacudí las zapas, como mi “santa” me obliga a hacerlo para no llenar la casa de barro, pero por lo visto no fue suficiente. Entré al gimnasio y en cuanto puse el pie dentro de la zona de pesas me di cuenta de la gran metedura de pata que había cometido. Mi lema es “¡A lo hecho, pecho!, así que decidí terminar la sesión y después vería como solucionaba lo que intuía que se avecinaba. La zona de las pesas es negra de un material plástico que absorbe los golpes, a diferencia del resto del gimnasio que es de tarima flotante de color claro. En cuanto puse los pies en la zona oscura, dejé dos pisadas, que luego fueron cuatro, que después fueron seis y así sucesivamente, que cubrieron la zona, no de barro, sino del polvillo que sueltan las zapatillas, que sin llegar a ser tierra, si deja un manto blanco en el lugar. Llevaba unos veinte minutos cuando mi “metedura de pata” fue descubierta por la señorita “Rotenmeller” del club. Ella, reforzada por cuatro monitores más, quizás creyeron que me iba a “rebrincar”, me rodearon y me hicieron ver “a voz en grito”, mi falta de educación. Hasta que no se enteró el último usuario de la instalación no dejaron de afearme la conducta y humillarme en público. Tragué saliva, es que uno es un “mindundi” y todo el mundo le acobarda y me disculpé. Intenté explicarles que me había dado cuenta, pero que ya era tarde y prefería terminar la sesión y luego limpiar el lugar con estas manitas que dios me ha dado. No le bastó ni mis disculpas, ni mi explicación. Pusieron a la señora de la limpieza tras de mí como si del “cobrador del frac” se tratara. Es cierto que me había equivocado, pero tampoco creo que tuvieran que hacerme pasar tan amargo trago, que ingerí gustosamente, sólo porque tengo la necesidad de seguir usando la instalación, que si no, de lo bravos que se pusieron, le hubieran dado por donde amargan los pepinos y me hubiera ido con mi autoestima intacta, aunque mi reputación quedara sensiblemente tocada. Al final el tener a la señora del mocho detrás de mí me hizo sentir tan estúpido, que terminé en cuanto pude, aunque la señora tampoco debía de estar muy cómoda pues tenía cara de poker. Allí estábamos los dos humillados, yo por ella y ella por su "jefecicos". Algo menos de una hora.
El martes dos kilómetros en cincuenta y cinco minutos, que me dejaron muy contento. Por la tarde 17 kilómetros de farlek con intervalos de 3 y 4 minutos más quince de rodaje. Bien. Mi hermano me acompañó durante los últimos 45 minutos del farlek y el rodaje, lo que los hizo más amenos.
Ya he buscado unas zapatillas de las que no uso porque han perdido la amortiguación y están en perfecto estado, que metí en la lavadora para dejarlas blancas y limpias como la nacar. Las he metido en la bolsa y esas serán las que utilizaré para entrar en el gimnasio, si me dejan, qué ya veremos…de manera y forma que no me vuelva a ocurrir otro percance de este tipo, “la experiencia es la madre de la ciencia”.
Este mes tenemos que hacer la maratón de Valencia, seguramente iré en el grupo de las tres horas treinta.
Esta mañana he hablado con Stani. En diciembre cuando teníamos que hacer 120 km. el día antes se nos ponían las patas como flanes y andábamos dando vueltas a la cabeza. Ahora hacer 120 es de nenazas, menos de 150 no nos llenan con plenitud… ¡La leche que mal que estamos de la azotea!. Cuando hacía cicloturistas, el día que hacía ochenta kilómetros me creía el rey del Tour de Francia. ¡Ver para creer!.
Empezaremos por el final. Esta mañana los 2700 mts. de rigor. Quinientos de calentamiento, y después subiendo 100 rápidos, 100 lentos, 200 rápidos, 100 de nuevo lentos, así hasta 400. A partir de ese punto disminuyen hasta que acabamos. ¿Las sensaciones?, pues… físicamente bien, cada vez la fatiga es menor. Técnicamente, ni me lo planteo debo de ser un show porque los cien mil monitores de la piscina no hacen más que mirarse de reojo y sonreirse… ¡qué le vamos a hacer!. Me adelantan todos los que por la calle de contigua van nadando y hablando por parejas como si estuvieran paseando por el parque.
El sábado por la noche me había preparado, como hacen los mozos de estoques a los toreros, el traje de luces en una silla del comedor. Bidones, sanwinches de jamón y queso, guantes, en fin todos los atalajes de montar en bici (el objeto es no despertar a mi "santa" de madrugá cuando me visto). Cuando me levanté a las siete, estaba lloviendo. Junto con Stani íbamos a hacer 150 km. en bici. Como soy un optimista me dispuse a desayunar y mientras me cepillaba…. los dientes, a las siete de la mañana de un domingo lo único que me puedo cepillar son los dientes, me llegó un mensaje al móvil. El bueno de Stani, con mucha más cabeza que yo, decía que el terreno de juego estaba impracticable y que el árbitro había suspendido el partido. Terminé de hacer todos los preparativos y cuando el día clareaba, me di cuenta que hoy era imposible, seguía lloviendo y la carretera estaba mojadísima. Por un momento pensé en lanzarme a la aventura pero la prudencia me hizo meditar. ¿Y si me cayera al suelo con el piso tan mojado?. ¿Y si tuviera un accidente a causa de la lluvia?. ¿Y si enfermo y por no “perder” un día pierdo diez…? Todos estos peros hicieron que me volviera a la piltra, esperando que a las nueve el día hubiera mejorado… A las nueve dejó de llover, pero había mucha humedad y no “debería” que poder si podía salir antes de que se secara algo la carretera. A las diez desistí de hacer los 150 km. Como alternativa, utilicé el plan B. Me fui a La Flota y me metí en la sesión de spinning. Mi “santa” que se lee el diario, se sonrió cuando se lo comenté: “¡Nenica, me voy al spinning!. Tuve que decirle la verdad. La monitora no está tan buena, pero para que esta novela sea un "best seller" tiene que tener algo de “sexo”… Efectivamente la chica no era la misma, ahí perdimos bastante, pero fue mucho más profesional que la anterior. Primero nos explicó en que iba a consistir la sesión y un montón de detalles que se agradecen para entender lo que estábamos haciendo. Ni que decir tiene que fue mucho más intenso el ejercicio, seguro que motivó mucho a la chica que la sala estaba, como decían “Los Sacapuntas”, abarrotá. Habríamos unas cincuenta personas, no quedó ni una bici sin usar y ¡claro!, esto seguro que hizo que la monitora se emplease mucho más. ¡Es qué el público es el “leit motiv” del espectáculo!. Cuando terminamos fui al gimnasio y allí estuve 30 minutos en la cinta corriendo a 12 km/h con una inclinación del 2%. Bien, sencillo. Luego... la gran “cagada” del día, me fui a una matanza que organiza mi “paso de semana santa” pues este año se cumple el 25 aniversario del grupo de “estantes”, nos llamamos aquí, costaleros en otro sitio, porta pasos, etc. Me puse de morcillas, salchichas, estrellas de levante y vino hasta las “ansas”. Finalizamos con un gin tonic, sólo uno y media docena de “palos catalanes” de chocolate. A las seis, cuando me di cuenta de lo que estaba haciendo, me arrepentí de todos mis pecados y mi “santa” me devolvió al calor del hogar, “de donde nunca debí haber salido”. Al menos entrené algo el domingo y no lo dejé en blanco, cosa que estuvo casi a punto de suceder.
El sábado teníamos que hacer 40 km. en bici y setenta y cinco minutos de rodaje en K2. Hoy por hoy, hacer 40 km. es algo tan fácil como quitarle el chupete a un niño, así que lo hice casi sin ganas, tengo la sensación que para hacer 40 km. no tendría ni que vestirme de ciclista, con el chandall va que chuta. Ida a Zeneta y vuelta. Cambio rápido de aperos y a correr por Coto Cuadros. Muy bien, bien de ritmo y el pulso el adecuado, incluso con facilidad. En K2 en el circuito elegido solía tardar, cuando preparaba la maratón, una hora y dieciocho aproximadamente. Al final salió una hora y doce. Así que supongo que bien. Sin sensación de agobio.
El viernes, los tres mil metros de natación contínua en una hora y cuarto. Sin más trámites, sólo con la anécdota habitual de que cada cierto tiempo pierdo la cuenta, ¡así que vaya usted a saber los metros que hice!, pero por supuesto nunca menos de 3000.
El jueves mil quinientos metros en la piscina. La salvedad fue que me puse el neopreno. Esta vez cogí del armario el Aquaman. ¡Esto es otra cosa!, no dejaba de estar raro, pero nada parecido a las apreturas y las tensiones que me hizo pasar el Ironman. Seguramente será el francés el que utilizaré, mira que me gustan poco estos “gabachos”, pero su neopreno es mejor. Quizás me esté un pelín grande, tendré que probarlo antes en agua fría para ver que ocurre, pero de momento es el elegido. En cuarenta minutos solventé la papeleta y me fui al curro. Por la tarde, en la mota del río dos horas de rodaje a ritmo suficiente que dieron para veinticuatro kilómetros. Me acompañó durante hora y media mi hermano “El Capitán Bajoca”. Esta vez pecamos de precavidos y si la semana pasada se heló, ésta nos asfixiamos de calor.
El miércoles fue “la de Jaimito” de la semana. Primero natación mil setecientos cincuenta metros en series de velocidad. Dos horas, ¡con tanta recuperación se pierde mucho tiempo!. Después una sesión de fuerza en el gimnasio y allí fue donde metí la pata hasta la “curcusilla”. El martes había hecho farlek por la mota del río que estaba llena de barro. Después sacudí las zapas, como mi “santa” me obliga a hacerlo para no llenar la casa de barro, pero por lo visto no fue suficiente. Entré al gimnasio y en cuanto puse el pie dentro de la zona de pesas me di cuenta de la gran metedura de pata que había cometido. Mi lema es “¡A lo hecho, pecho!, así que decidí terminar la sesión y después vería como solucionaba lo que intuía que se avecinaba. La zona de las pesas es negra de un material plástico que absorbe los golpes, a diferencia del resto del gimnasio que es de tarima flotante de color claro. En cuanto puse los pies en la zona oscura, dejé dos pisadas, que luego fueron cuatro, que después fueron seis y así sucesivamente, que cubrieron la zona, no de barro, sino del polvillo que sueltan las zapatillas, que sin llegar a ser tierra, si deja un manto blanco en el lugar. Llevaba unos veinte minutos cuando mi “metedura de pata” fue descubierta por la señorita “Rotenmeller” del club. Ella, reforzada por cuatro monitores más, quizás creyeron que me iba a “rebrincar”, me rodearon y me hicieron ver “a voz en grito”, mi falta de educación. Hasta que no se enteró el último usuario de la instalación no dejaron de afearme la conducta y humillarme en público. Tragué saliva, es que uno es un “mindundi” y todo el mundo le acobarda y me disculpé. Intenté explicarles que me había dado cuenta, pero que ya era tarde y prefería terminar la sesión y luego limpiar el lugar con estas manitas que dios me ha dado. No le bastó ni mis disculpas, ni mi explicación. Pusieron a la señora de la limpieza tras de mí como si del “cobrador del frac” se tratara. Es cierto que me había equivocado, pero tampoco creo que tuvieran que hacerme pasar tan amargo trago, que ingerí gustosamente, sólo porque tengo la necesidad de seguir usando la instalación, que si no, de lo bravos que se pusieron, le hubieran dado por donde amargan los pepinos y me hubiera ido con mi autoestima intacta, aunque mi reputación quedara sensiblemente tocada. Al final el tener a la señora del mocho detrás de mí me hizo sentir tan estúpido, que terminé en cuanto pude, aunque la señora tampoco debía de estar muy cómoda pues tenía cara de poker. Allí estábamos los dos humillados, yo por ella y ella por su "jefecicos". Algo menos de una hora.
El martes dos kilómetros en cincuenta y cinco minutos, que me dejaron muy contento. Por la tarde 17 kilómetros de farlek con intervalos de 3 y 4 minutos más quince de rodaje. Bien. Mi hermano me acompañó durante los últimos 45 minutos del farlek y el rodaje, lo que los hizo más amenos.
Ya he buscado unas zapatillas de las que no uso porque han perdido la amortiguación y están en perfecto estado, que metí en la lavadora para dejarlas blancas y limpias como la nacar. Las he metido en la bolsa y esas serán las que utilizaré para entrar en el gimnasio, si me dejan, qué ya veremos…de manera y forma que no me vuelva a ocurrir otro percance de este tipo, “la experiencia es la madre de la ciencia”.
Este mes tenemos que hacer la maratón de Valencia, seguramente iré en el grupo de las tres horas treinta.
Esta mañana he hablado con Stani. En diciembre cuando teníamos que hacer 120 km. el día antes se nos ponían las patas como flanes y andábamos dando vueltas a la cabeza. Ahora hacer 120 es de nenazas, menos de 150 no nos llenan con plenitud… ¡La leche que mal que estamos de la azotea!. Cuando hacía cicloturistas, el día que hacía ochenta kilómetros me creía el rey del Tour de Francia. ¡Ver para creer!.
Lo de la bici sigue su curso, nos hemos puesto en contacto con los chinos, pero resulta que allí es fin de año y supongo que estos días estarán de "puente" ¿o eso sólo lo hacemos los españolitos?.
Se acabó el mes y es el momento de hacer balance:
Horas totales: 64:22:21
Carrera a Pie: 196,79 km en 15:00:21
Bicicleta: 601 km. en 23:50:00
Natación: 46,15 km. en 21:32:00
Por semanas:
1ª.- 11:09:00
2ª.- 21:03:00
3ª.- 13:15:21
4ª.- 13:30:00
5ª .- hasta el día 31. 9:20:00
Y esto es todo querido diario. ¡Hasta el proximo día!
Se acabó el mes y es el momento de hacer balance:
Horas totales: 64:22:21
Carrera a Pie: 196,79 km en 15:00:21
Bicicleta: 601 km. en 23:50:00
Natación: 46,15 km. en 21:32:00
Por semanas:
1ª.- 11:09:00
2ª.- 21:03:00
3ª.- 13:15:21
4ª.- 13:30:00
5ª .- hasta el día 31. 9:20:00
Y esto es todo querido diario. ¡Hasta el proximo día!
4 Comments:
Como siempre un placer leerte, Paco.
Dame un toque (653.86.14.85)cuando sepas tu plan en Valencia, no estás autorizado a llegar, correr y pirarte sin que nos tomemos juntos un buen arroz. Me da lo mismo el sábado que el domingo, tú dirás.
Muy buena crónica. No se si lo tuyo será el Ironman pero hay que reconocer que tienes mucha gracia escribiendo! Me imagin a Paco Martinez Soria en el gimnasio perseguido por innumerables monitores uniformados! jeh, jeh.. Pero si ya eres casi un finisher! 3000mts a nado, 150kms en bici, la marathon! sólo te falta unir las piezas. un saludo desde el cantábrico. agur.
Sólo un gin tonic?, esto cada vez se está poniendo más serio, parecemos profesionales, te acuerdas cuando eramos jovenes y nos bebíamos x+ 4, y no nos daba tiempo a despejar la incognita, jajaj. un saludo, el domingo al ataque que dentro de poco tenemos a las chinas tocandonos los .....
Garban. Que sepas que somos legión los que nos leen el diario las enemigas. Es curioso. Te lo dicen pasado el tiempo, como esperando. no sé si esperan una mejor oportunidad, mas o menos dañina, o que haya templado el temporal. Pero nos leen, oh si.
Sponjar
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