Y Probé a ser IMvencible

Triatlon.

lunes, febrero 26, 2007

El principio pendular de la historia….
Dicen que la historia se repite cíclicamente, así que tras un día bueno, sólo puede amanecer otro malo.
Comencemos por el principio. El martes a las siete de la mañana me presenté en la piscina. Como el lunes no quise darme demasiada cera y me dedique a la autocomplacencia, admiré mi estilo, mi gracia y sobre todo mi recién estrenada velocidad natatoria el martes me hice las pirámides que normalmente hacía los lunes. Dos mil setecientos metros. Ya ese día ni mi nadar era tan fluido, ni mi velocidad tan supersónica y sobre todo había perdido ese grácil estilo. A media mañana me tomé un bocadillo, un chatico de vino y un cafetico en el “Kris” el bar que está junto al trabajo. A las tres y media me fui hacia Zeneta a con la bici. Tenía que ciclar 50 kilómetros que al final se convirtieron en 52. Este martes estrenaba las nuevas cubiertas. Unas michelín que no eran las más altas de gama, estoy esperando a que venga “la china” como la llaman de cachondeo mis compañeros de entrenos y mi entrenador para hacer los desembolsos pertinentes. No hacía viento, el sol calentaba lo suficiente como para no abrigarte demasiado, sólo los culotes largos pero no hizo falta el cortavientos, sólo el maillot de manga larga. Buenas sensaciones y no noté para nada el esfuerzo del domingo. ¡Qué diferente al año pasado, que con peor marca estaba hecho unos zorros!. Tan mal me sentó la carrera que dejé de entrenar hasta mayo más o menos.
Al hilo de “la china”, decir que ya está embarcada y rumbo a la península. Dicen que para la segunda semana de marzo estará en la aduana. Al final entre pitos y flautas no la tendremos antes del mes de Abril. Supongo que será suficiente para adaptarnos a la nueva montura. Por cierto, nos hicieron una pregunta que me chocó y que es muy reveladora respecto a lo que le gusta presumir al ser humano. Dice la copla “¿De dónde saca “pá” tanto como destaca?. Es que nos han demando una respuesta respecto a que si queríamos las bicis con pegatinas o sin ellas. Por lo visto la norma general es pedirla sin pegatinas y luego aquí ponerles unas de una “marca buena” para que pasen como caras y no como baratas. Entiendo que si el material es bueno, ¿qué más da la marca?. Al preguntar nosotros como era más rápido el envío y contestar que con pegatinas hemos contestado que con ellas, ¡por supuesto!.
El miércoles fueron, de nuevo a las siete y cuarto, dos mil cuatrocientos metros repartidos en diferentes series y demás métodos de entrenamiento. El trabajó se finalizó en una hora y quince minutos y las sensaciones siguieron siendo regulares, no en cuanto a como me encontraba, que estoy muy bien físicamente, sino en cuanto a como me veo nadando.
El jueves de nuevo doblé la sesión. De mañana mil quinientos metros continuos a un ritmo mantenido. Normal, sin más puntualizaciones. Podría referir, no sé si lo he hecho ya aquí que todas las mañanas me esperan tres abueletes para nadar tras de mí. El otro día me di cuenta por primera vez. Tres señores estaban sentado en un banquillo que utilizan los monitores para sentarse y donde los usuarios dejan toallas, chanclas, etc. Cuando entro en la zona de baño se levantan y se van tras de mí. Mientras decidía en que calle tirarme, elijo la que menos personal tenga, ellos miraban al tendido y se hacían los distraidillos… Cuando elegí una tras mí se lanzaron los tres. No le di mayor importancia. Al siguiente día el primero en llegar fui yo. Al poco de comenzar a nadar la calle se llenó de gente. Me fijé y me di cuenta que eran los mismo tipos del día anterior. Me chocó tanta coincidencia pues hasta hacía algunos días no había notado tanta gente en el agua. Al tercer día le pregunté al verlos de nuevo en el “banco de los reservas” sentados. Me dijeron que se lanzaban tras de mí pues yo les mantenía el ritmo y no paraba nunca. Por una parte me alegró de que se transmita mi constancia, por otra me joden pues hay un tráfico allí que ni la “Gran Vía”. Parece que soy una pequeña referencia para ellos. No quiero quitarles la ilusión y aún no les he contado que no nado “una mierda” y que en Agosto no sabía ni mantenerme en el agua a flote. De todas formas de algo sirve tanto entrenar para ser referencia de jubilados….
Por la tarde quedé con “El Capitán Bajoca” en la Mota del Río. Estuvimos hablando de la carrera del domingo, de su viaje a Barcelona y de lo divino y lo humano, fundamentalmente de lo humano de sexo femenino. Una hora y cuarto y 15 kilómetros. Hace ya un tiempo primaveral, aunque a media tarde se levanta un poco de viento que sin llegar a ser un vendaval nos recuerda que llega el fin de semana, con él la salida en bici y por lo tanto la meteorología se joderá…
El viernes tres mil metros continuos para una hora y diez minutos. Mis pupilos son unos tramposillos pues los nenicos a los veinte minutos se abren y se “piran” al spa.
El sábado tenía que rodar una hora cuarenta y cinco minutos. Llevé a mi crío a Murcia para una reunión de los scouts y me fui a correr a la Mota del Río. Salieron unos 20 kilómetros, quizá algún metro más… El aire ya comenzaba a soplar con ganas.
Por la tarde mi zagalico, que tiene más compromisos que el Papa, tenía que hacer de juez en un duatlón. Fuimos a llevarlo mi santa y yo. Es la primera prueba del año que veo. De estar en todas he pasado a no ir a ninguna. Lo que me parece es que hay viejos problemas para nuevas historias. Me explico. Una prueba que comienza es como la crianza de un hijo. Cuesta pero cada día el niño crece, aprende, en definitiva madura y mejora. Pues estas carreras tienen los mismos problemas, defectos y virtudes que cuando empezaron. No existe mejora de un año para otro. No digo que haya que quitarlas del calendario, no está tan sobrada la cosa como para eso, pero si que habría que exigirles una evolución a la carrera, no hace falta que tenga los medios de un campeonato de mundo, pero si unos medios suficientes. La creación y por supuesto la búsqueda de una persona que quisiera hacerse cargo de un puesto que fuera algo así como “Director de Competiciones” haría que la presencia de este elemento ayudara y presionara suficiente y uniformemente a que algunas pruebas evolucionaran y mejoraran. El problema es encontrar a las personas adecuadas y dejarlas trabajar y no aburrirlas o ningunearlas.
Por otra parte no deja de sonrojarme que le otorguen el número uno de la carrera a un deportista que no es el primero del ranking regional como se acordó en su día. Se lo dan al del pueblo, que aun habiendo cumplido, de aquella manera, pero cumplido, su sanción no es precisamente un ejemplo para nadie, menos aún para los niños del pueblo, de los que muy pocos, si es que alguno, participaron. Ahora, que les está bien empleado a los organizadores y a las personas que permitieron ese “arreglo” del dorsal. Al final el individuo, junto con otro individuo al que en catadura moral le iguala la acción, llegaron juntos a la meta dejando el segundo que ganara el del pueblo y luego “repartiéndose las perricas de los premios" ambos. Con ese “espectáculo” les premió el homenajeado la deferencia de adjudicarle el dorsal número uno. Luego cuando se critique al segundo porque no acude a las llamadas de la selección regional y cuente “una historieta” querrá que nos la creamos y que la respetemos. Los que tienen que tomar decisiones callan y otorgan, como en tantas otras cosas.
Hasta el año pasado iba a todas las pruebas regionales y a todos los Campeonatos de España. ¡He visto tantas cosas!. Para empezar, ¡no soy perfecto!. Me equivoco muchas veces y otras actúo mal. Cuando me equivoco me gusta que me lo digan, si no se que yerro no puedo enmendar mi acción. Si lo hago conscientemente y me pillan asumo mis culpas como una persona de honor que intento ser.
Ayer en la carrera hubieron dos deportistas que se equivocaron de recorrido. El reglamento es claro, no dice que si se hace de más vale, dice que hay que hacer el recorrido oficial y que es obligación del participante el conocerlo. Bueno, pues dos participantes se lo saltaron (que yo viera) y con más cara que espalda entraron en meta. Lo peor es que se le comentó a quien tiene que tomar decisiones y como siempre hicieron caso omiso y aparecen en la clasificación, luego cuando el problema sea mayor se tiraran de los pelos, pues esto si no se corta no mejora, sólo empeora. Esta misma acción la viví en un Campeonato de España Militar. Unos participantes acortaron por una boya, saltándose la tercera. Desde la orilla lo vimos perfectamente, igual que un juez. Lo comenté en voz alta a mi santa y una persona que estaba junto a mí al escuchar el comentario me contestó (iba de uniforme): ¡”Perdone, nosotros somos gente de honor y seguro que ellos mismos se descalifican”! Cuando me fui a las dos de la madrugada del cuartel pues un coronel decía que había que recalificarlos porque eran muy buenos e iban a ir al mundial, no encontré al oficial que me había asegurado que eran “hombres de honor” para decirle que había dejado dos clasificaciones una con los deportistas calificados y otra con los deportistas descalificados y que ellos publicaran al día siguiente la que quisieran…. Ni que decir tiene que publicaron la que tenía a los “hombres de honor” dentro y no fuera… En Santiago de Compostela le dieron a un chiquillo las zapatillas en la mano delante del Asistente del Juez General y el tío se hizo "el longui". Al final, como no me puedo reprimir ante las injusticias y no me callé y le armé un pequeño escándalo el nene me dijo que era un “impresentable y un mal educado”. Años atrás mi zagalico en un Campeonato de España, concretamente en Coria, cuando iba en el grupo de cabeza de la prueba se olvidó quitarse las zapatillas de la bici y tuvo que correr descalzo los últimos dos kilómetros y medio, sólo hizo bronce por equipos cuando pudo haber conseguido una medalla individual, a mi crío no lo premiaron por cumplir el reglamento y sin embargo a otros le permiten incumplirlo y no le dan más importancia. ¡Tendríais que ver la cara de tonto que se le quedó a mi crío cuando se lo conté!
El título de mi crónica viene al hilo de lo acontecido el domingo. Stani y yo quedamos a las ocho, como siempre, en el cruce de Casillas. Esta vez iríamos a Elche y volveríamos. Teníamos que hacer 120 kilómetros y cuatro series de cinco kilómetros en B2. Cuando pasamos por Benejúzar comenzamos las series. Las tres primeras fueron especiales. Incluso a la salida de una rotonda me corté de Stani y me puse a 50 por hora hasta alcanzarlo. La última ya de regreso con el viento en contra la cosa cambió drásticamente. Me corté y perdí unos 300 mts. de él. Me encontré mal, vacío. Cuando finalizamos paramos a hacer un pis y tomé unos pequeños bocadillos que llevaba. No me recuperé demasiado. Al rato me tomé un gel y parece que eso me espabiló un poquillo. Desde Elche hasta Zeneta el bueno de Stani me llevó como una mochila en su chepa. Si no llega a ser por él aún estoy dando pedales por la Vega Baja del Segura. Una vez en Zeneta con el viento castigando al bueno de mi compañero y un poco recuperado le pude dar un par de relevos pero pronto se me acabó de nuevo la gasolina. Al final tardé cuatro horas veintiocho minutos. Además la interminable cuesta, tres mil seiscientos metros para llegar a casa, venga de donde venga, me mata, me voy a cambiar de domicilio para no llegar más allí…. Así que después del subidón del domingo pasado ahora estoy de bajón. La bici, cuando hace algo de viento, se me atraganta demasiado y eso me pone nervioso y me hace albergar dudas. Ya llevo el handicap de la natación en donde, tras ver los progresos de mi compi, me doy cuenta que voy muy justito y luego este palo de la bici…. Bueno, mejores tiempos vendrán…
Hoy a las siete y cuarto 2.700 mts. de pirámides para una hora y cuarto. Me han puesto un entrenamiento diferente para la natación, pero es que yo no se que es aeróbico extensivo, intensivo ni “ná” de eso, yo puedo ir más rápido o más lento pero no se en que franja de trabajo me encuentro en cada momento del entreno en piscina. Por otra parte me he aburrido de hacer técnica. De nada sirve si nadie me corrige, sólo para acentuar los defectos…
Espero recuperar la moral que este domingo me ha bajado algunos puntos y pronto estar en condiciones de decir que de nuevo me encuentro al 100 por cien de entusiasmo.
¡Hasta mañana, querido diario!.

lunes, febrero 19, 2007


¡Trescientos sesenta y cinco días después de haber jurado no volver….!
¿Cómo estás querido diario?. Como en las últimas semanas vamos a hacer un pequeño truco cinematográfico y relataremos primero hechos que ocurrieron en otro momento…
El sábado me levanté temprano, muy temprano. El viernes por la tarde había estado de compras en el Thader. Mi padre, que está más caprichoso que mis hijos cuando tenían cinco años, decidió que iba a comprar muebles nuevos. El Ikea también ha hecho furor entre la “antigua juventud”. Toda la tarde con un “cabezón de tres pares” da para perder los nervios varias veces y para volver a tener en cuenta “su edad” para disculparlo a continuación. Desde las cuatro hasta las diez de la noche comprando muebles cansa lo suficiente para llegar exhausto a casa. Un gran plato de espaguetis y a dormir. A las nueve del sábado salí a rodar treinta minutos por las suaves laderas que hay alrededor de casa. Unos progresivos, la ducha y a preparar la bolsa de viaje que no había podido hacer la noche anterior pues no tenía el cuerpo para muchas fiestas. Tarde, como siempre, llegue a casa de Alfonso y Luisa. Ellos y su hija, mi santa y mi menda componían la expedición “El Esparragal - Maratón de Valencia 2007”. En un plis nos presentamos en la capital fallera y recogimos a la otra chiquilla de mis amigos que estudia allí. A la una de la tarde nos presentamos en el NH sede de la organización de la carrera para recoger el dorsal, no sin antes, como suele ser habitual en todas nuestras expediciones, habernos perdido varias veces por la ciudad del Turia. Tras un cruce de llamadas con mi amigo “Derrapes”, encontramos el camino que él nos había marcado con “miguitas de pan”. Luisa que intentaría “atacar” las cuatro horas y yo recogimos nuestro dorsal y la bolsa del corredor, que este año parecía más lustrosa que el anterior, sobre todo la mochila y la camiseta. Allí fue a recogernos Susana, un gran beso para ella, una murciana, de profesión restauradora, que se había ofrecido a hacernos de Cicerone y anfitriona pues nos ofreció su hospitalaria casa como cobijo de transeúntes . Tras las presentaciones, besos, bromas y demás actos protocolarios, Juevpa, también conocido como “Derrapes” o “Butragueño”, según mi santa, aunque ahora dice que “la vida le ha castigado mucho y ya no está tan lustroso como cuando ella le apodó con el sobrenombre del futbolista”. Juanma se fue a su casa y nosotros a comer pasta a la Malvarosa. Un sitio coqueto y que estuvo muy bien, el nombre era algo de "blue", pero lo único que recuerdo es que al día siguiente la carrera pasaba por la puerta. Sabiamente comidos, con el tino justo de vino, cerveza y pasta, decidimos dar un paseo por el idem marítimo y ver las nuevas construcciones, las celebraciones de los bautizos, las cometas y los runners y patinadores del lugar. Despertamos del paseo justo cuando vimos a la policía comenzar a poner multas en los coches que bordeaban el enlosado y presumimos que alguno de los nuestros pudiera ser objeto de las “iras” de estos celosos guardianes del orden y del patrimonio municipal. Tras comprobar con alivio, que estar en paralelo con los contenedores de basura no era objeto de la reprobación de los funcionarios, decidimos ir a casa de Susana a dar un pequeño descanso a las piernas.
Tras ver en la “Dos” el record de España de Nagora Aguirre, alguna semifinal del mil quinientos y el fiasco del lanzamiento de peso, nos dimos por descansados y procedimos a conocer Valencia. Es curioso como una ciudad en la que había estado en bastantes ocasiones era una total desconocida para mí. Había visitado todos los pabellones, campos y demás instalaciones deportivas. El río, un par de hoteles pero nunca había sospechado que existiera algo más en esa urbe. Pasear por Valencia con Susana nos descubrió la belleza de muchas plazas, calles y edificios, así como la dulzura (aunque esto ya lo conocíamos) de nuestra anfitriona y su sabiduría. Descubrí que en Valencia existía “otro” Almudí, una catedral preciosa, una basílica, un palacio episcopal y sobre todo una casa que creo recordar como de la Alfarería o algo así, con unos preciosos relieves de alabastro y paños de mármol que parecían pintados al fresco. Las pinturas de la bóveda de la catedral y muchas cosas más que ahora se amontonan en mi mente fueron didáctica y entretenidamente explicadas por nuestra gran amiga con un soniquete ameno y divertido. Tras llamar a Stani y explicarle que “no nos podíamos ver esta noche porque había encontrado un parterre en el río excelente para emboscarme y salir cuando pasara el práctico de las tres horas y no quería irme de allí y que otro listo me quitara el sitio”, quedamos para vernos en la plaza de la Reina y buscar un sitio para cenar.
En ese momento se unieron al ya numeroso grupo, Stani y Mariló, Txema y Rosa. Tras varios fallidos intentos de encontrar un sito para once que nos dieran de cenar pasta, encontramos un coqueto lugar que con disciplina germánica regenta un dicharachero italiano. Cenamos bien, correcto, pasta y poco más excepto Alfonso que como al día siguiente tenía que conducir y no podría beber se concedió un homenaje, mientras nosotros le mirábamos con ojos rencorosos al vernos privados de libar tan excelsos caldos. Mi santa, Mariló y Rosa secundaron sin ningún escrúpulo a nuestro amigo mientras nosotros nos comíamos las uñas de envidia. Sobre las doce nos acostamos, no sin antes acordar poner el despertador a las seis y media de la mañana del día “D”.
Dormí intermitentemente, dos veces tuve que visitar el baño, para aliviar la presión de todo el líquido ingerido con la estupida pretensión de que la hidratación hiciera que al día siguiente corriera, sino más rápido, que no era el objetivo, si con más facilidad.
El despertador nos sorprendió con el alba y la primera mirada fue por la ventana para ver si Eolo se había despertado o seguía durmiendo como la noche anterior demostraba la bandera de las Torres de Serrano sobre las doce de la noche. Eolo, como nosotros, se había levantado temprano y disparó nuestros temores. Luego, como los bebes sanos, se adormiló tras el desayuno sólo dando algún que otro susto a sus papis de vez en cuando pero se portó como un señor y no nos molestó casi en ningún momento de la carrera. Luisa y yo desayunamos con la protectora compañía de mi santa y Susana. Lo habitual, excepto Luisa que no tuvo otra idea que comerse un “traidor” Kiwi que estuvo a punto de amargarle la mañana. Preparamos los bártulos y nos dispusimos a ir hacia el Carrefour donde estaba la salida. Allí, nos vimos Stani, Txema, Luisa, Derrapes que además de su primer maratón celebraba su treinta cumpleaños. Casi todo el mundo, menos yo, iba con el tiempo pegado al culo, así que dos carreritas, un abrazo para desearnos “suerte” y cada uno se fue a buscar su lugar en la salida.
Lo tenía claro, todavía no había cometido ningún error, como el año pasado, un cúmulo de equivocaciones que me llevó a jurar no volver. Un montón de frustraciones y sufrimientos a los que no le encontré ninguna razón para soportar. Todo iba bien. No iba a meter la pata de nuevo. Mi primer acierto, además de la correcta alimentación previa, hidratación, la presencia de mi santa que me llenaba de ánimos, fue no llevar reloj. Este año no lo he usado en ninguna carrera y no tener esa presión sobre ti, el correr por sensaciones es algo maravilloso y liberador. Busqué al práctico de las 3:30 y me coloqué lo más cerca que pude. Me metería en ese grupo y ya no volvería a pensar ni una vez más. Iría allí, disfrutando de la carrera, embebiéndome del paisaje, sopando el ambiente maravilloso del maratón. Pasamos y vi a mi santa, ¡qué gran alegría! intuía que iba a ser un gran día, saludé al grupo de espectadores de los que reconocí a parte de "mi nenica" a Alfonso, por supuesto y al marido de Pilar, una compañera de triatlón con la que estuve charlando el martes en la pista de atletismo. El grupo salío muy numeroso. La experiencia me decía que desgraciadamente tendríamos muchas bajas en el fragor de la carrera, pero que esta guerra es así, no puedes cogerle demasiado cariño a ningún compañero, pues su perdida te dolería y la posibilidad del pinchazo es tan alta que es lo más general. En este momento quiero romper una lanza por el práctico. Lo hicieron de maravilla, fue al principio ligerico pues querían recuperar lo perdido en los primeros diez kilómetros, pero sin tirones. Algunos se quejaban, pero nadie te obliga a ir en ese grupo, aléjate de él y ve a tu ritmo, ellos lo único que garantizan es una marca, que intentarán hacerlo lo más uniformemente posible, pero cada carrera es un mundo y un sinfín de circunstancias. Paré un par de veces a orinar y volví a coger a la peña con bastante facilidad. Al pasar por la plaza de toros saludé a Gema y Luisica, ambas triatletas e hijas de Luisa que la iban a acompañar unos diez kilómetros. Ver gente conocida en las aceras te motiva y te impulsa. Pasamos la media en algo más de una hora cuarenta y tres minutos. Llevábamos un colchón suficiente. Allí debería estar mi hermano, El Capitán Bajoca, no lo ví. Pensé que no podría haber llegado pues salía de Murcia esa misma mañana. Lo sentí, por él y por mí pues su compañía siempre es muy bien recibida y me haría un gran papel al final de la carrera, si todo salía con el guión previsto. Seguimos en el grupo comiéndonos los kilómetros y clareándose la calle cada vez más. Unos se quedaban otros se lanzaban, a mi entender temeraria y anticipadamente, a lograr su mejor marca.
En un momento dado algo me hizo levantar las orejas y ponerme avizor. Había dos prácticos y ahora sólo veía a uno. ¿Habrán pinchado y no iremos en el tiempo y por eso iba tan cómodo?. Me adelanto un poquico y pregunto a los “esclavos del reloj” que iban junto a nuestro “guía”. Confirmo que uno se ha retirado pero el otro nos lleva justo en el tiempo y compruebo que va bien, que no sufre. Me relajo y vuelvo a posiciones más retrasadas en donde el resto de los componentes de la grupeta me tapan el viento. Llegamos a la Malvarosa , paso el restaurante donde comimos el día anterior y el lugar donde hace unos años se disputó el Campeonato de Europa de Triatlón. En ese punto el año pasado me adelantól como un mercancías el grupo de las 3:15 y juré que nunca más volvería a correr ni en Valencia, ni una maratón. ¡Qué estúpido fui!. Nos acercábamos al kilómetro 32. Esperaba pasar el puerto y llegar al río para replantear la carrera. Allí me encontré con la primera alegría de la mañana. Junto al cartel del 32 una figura conocida se dibujaba contra el sol. El corazón se aceleró de súbito y un fuerte subidón de adrenalina se agolpó en mi sangre. Allí estaba el “Capitán Bajoca”. Después me enteré que se estaba poniendo vaselina en la media justo cuando pasaba el grupo y no le dio tiempo a incorporarse a él. Callejeó hasta adelantarnos y me esperó para atacar los últimos diez mil metros. Cuando llegué a él ya estaba quitándose la camiseta que le protegía del aire y me preguntó: “¿Qué hacemos?”. Estaba eufórico, sabía que podía ser un gran día. ¡A correr!, le ordené con la suficiencia del jefe de grupo. Se puso delante y empecé a exigirle ritmo. ¡Qué gran trabajo!. El último diez mil lo hicimos en 42 escasos minutos. Volamos sobre el puerto y el río. Ahora si estaba seguro de que la preparación era la adecuada. Roth está a nuestro alcance. En la entrada del estadio, mi hermano se despidió y seguí lanzado con zancada amplia y firme hacia meta. Escuché mi nombre cantado por el spiker en la llegada a línea y un 3:23:01 marcaba el reloj. Dejé en el 32 el grupo del 3:30 y le comí siete minutos. Al pasar por contrameta estaba mi santa junto con Alfonso, un fuerte grito de ánimo de ellos fue respondido con otro mío pues en ese momento afloró en mí la satisfacción, primero con la presencia de mi “santica” que sólo acude a las carreras de sus nenicos y de mi amigo Alfonso y sobre todo liberé toda la rabia que durante todo este año he llevado dentro por el gran fracaso del año pasado. Al ratico dentro del tiempo esperado llegó Stani, que la noche anterior tenía una carica de nervios que daba pena. El también lo ha conseguido y sabe que va muy bien para Roth. Luisa se cargó el reloj, entrando en cuatro horas. Txema en 2:50, una máquina y Derrapes entró al estadio acompañado con nuestro canto de “Cumpleaños Feliz”, cumplió con su objetivo de terminar la prueba el día de su cumpleaños. Fue un gran día en el que todos conseguimos lo que deseábamos.
La comida apoteósica. Mi santa, Luisa, Gema, Luisica, Alfonso, mi hermano “El Capitán Bajoca”, Juanma, su hermano y yo comimos en Pinedo, dos arroces de escándalo y una fiesta como merecía el día en el que atamos lazos de amistad y superamos los retos que nos propusimos. A las siete, tras dejar a la estudiante en su residencia, volvimos a casa. Engrasamos la armadura, abrevamos los caballos, afilamos las espadas y nos dimos el reposo que nos merecíamos.
Hoy dos mil metros de piscina. Genial, casi totalmente recuperado. El subidón de autoestima ha hecho que nadara con gracia, soltura y eficacia, o por lo menos eso me parecía a mí.
El viernes fue un día de “descanso total”, si exceptuamos el tute de compras que me dí en el Ikea.
El martes pasado, hice 75 minutos de farlek, 3´/3´ más quince minutos de rodaje por Coto Cuadros. Muy bien, con muy buenas sensaciones. Por la mañana mil quinientos metros en la piscina en unos treinta minutos. Creo que estoy progresando adecuadamente en el tema de la natación.
El miércoles por la mañana en la piscina dos mil trescientos metros en una hora diez minutos. Los días que tengo series los descansos entre ellas hace que los parciales totales salgan más lentos. Esta semana es la maratón y es bastante más suave de lo habitual.
El jueves otros mil quinientos metros de natación en treinta minutos y por la tarde un rodaje por la Mota del Río acompañado por el Capitán Bajoca. Doce kilómetros y sesenta minutos de duración. Comentamos los planes para Valencia, como iba a afrontar la prueba. Le confirmo que me “ensobraría" en el grupo de las 3:30 y esperaría acontecimientos, el objetivo es Roth y no hacer una gran marca. Quedamos para vernos en Valencia en la media maratón.
¡Bueno, querido diario!. Un gran fin de semana en el que hemos confirmado que estamos en el buen camino, grandes sensaciones y mucha, mucha alegría porque me he sentido arropado, primero por mi santa y también por mis amigos.
Os pongo una foto, en la que vamos volando por el río. Mi hermano es el del pelo largo, con una cinta recogiéndoselo con camiseta azul y roja que va detrás. En ese momento iba ya desbocado y el “pobretico” sufría para poder ponerse delante, taparme el viento y marcarme el ritmo. El chico de las mallas, por la expresión de su cara, debió pensar que se nos había hecho tarde para salir pues ese no era el ritmo de la gente que por allí andaba en ese momento.

lunes, febrero 12, 2007

¡Si es que soy un rata….!
Esta semana no ha sido de grandes noticias. Las vísperas de los grandes acontecimientos siempre están precedidas de un silencio sepulcral, de un inmovilismo diabólico. El maratón de Valencia está ahí mismo. En sí no tendría que suponer ningún hito importante. No es el primero, supongo que tampoco el último. Sí es la primera vez que no es objetivo de primer nivel en una temporada. Este hecho no le quita importancia al evento, pues la importancia es igual al respeto que le tengo a la distancia. Una carrera tan larga da para mucho, buenos, malos y malísimos momentos, para después volver a tener buenísimos. Es la belleza y la miseria de los 42 y pico kilómetros, que a veces se hace tan larga como la vida y de pronto se vuelve tan efímera como ésta.
Mi compañero Stani se estrena en una carrera tan larga. La salida del domingo en bici tuvo como segundo tema la prueba, el primero como siempre, fueron las mujeres…. Le explico como lo vivo, como lo siento y como me equivoco. ¡Cuántas veces digo, esto no lo volveré a hacer y cuantas veces vuelvo a equivocarme en lo mismo!. Hay que salir tranquilo, hay que buscar buenas sensaciones al principio, no agobiarse con el tema de “vas lento” de ir a 4,14 en la media y pasar a ir, por ejemplo 4:40, da la sensación de que vas andando… A no intentar recuperar lo perdido en la salida inmediatamente, a no pasar la media y como estás como una rosa, lanzarse como un caballo desbocado en busca de un tiempo estratosférico que positivamente no está en tus piernas y sobre todo a ser paciente para esperar al último momento para soltar el zarpazo que destroce tu marca. ¿Qué geles llevo, cuándo los tomo, dónde los llevo…? Un montón de intendencia que hace que te plantees salir con una mochilica a la espalda…
Lo importante del momento de la Maratón de Valencia será que ella marca el final de un ciclo. Tras la carrera, analizaremos resultados, veremos en que nos hemos equivocado y relanzaremos los entrenos de cara Roth. El tiempo final no es importante, porque no se busca una “mejor marca”, pero si se busca la mejor marca que me permita el lunes nadar tres mil metros y el martes rodar 50 km. en bicicleta. No se si me explico y por eso estoy nervioso. Pensé que sólo sería un entrenamiento, pero no es así… ¿Es que nunca voy a ir a una carrera sin tensión?...
La bici está en su último trámite, espero… Ya se ha pagado y aguardamos como “agua de mayo” la llamada de la Aduana, a partir de ese momento comenzará la cuenta atrás para lanzarnos a la carretera con nuestros nuevos “pepinos”. La única elección arriesgada de la bici son las ruedas. Más que nada porque dicen que son muy sensibles y el personal sólo las utiliza para entrenar. No sé si seré capaz de dejarlas en casa y no ponerlas en cada salida. Por lo demás, hemos elegido el cuadro que se fabrica en mi talla, no había otro de la 49. El manillar convencional de carretera con perfil aero y poco más. El grupo lo hemos comprado en Alemania y a esperar.
La BH que tantas alegrías me está dando y tantos dolores de espalda me está produciendo se ha enterado que pronto le seré infiel y me está recordando que “ella también tiene necesidades”. De ahí viene el título de esta entrada. ¡Por rata! He pinchado dos veces, si de vez en cuando repasara el material, no pasaría eso. El sábado pinché y el domingo de nuevo tuve que cambiar la cámara. Así que me puse a repasar la cubierta y está bastante gastada. Cómo me he quedado sin cuartos la bici me pide dinero, parece que todos los artilugios saben cuando te viene peor que se rompan para hacerlo. De paso el coche se ha llevado otros 600 “leuros”. Menos mal que con este cuerpo y los “novios” que me han salido por la Mota del Río, con un par de “servicios” podré reponer la cuenta corriente. Además, por poco que gastemos, el viaje a Valencia también se llevará sus moneditas… ¡Perra vida!. ¡Y la loto sigue sin tocarme!.
Leo a mis compis del atletismo y ya la semana pasada decían que se ponían de vacaciones, es decir, en recuperación para llegar en las mejores condiciones a la carrera del domingo. Nosotros el domingo 120 km. con cuatro series de 5 km. a 150 pulsaciones por minuto. Bueno, a 150 de Stani, pues tengo todos los pulsómetros rotos y ahora no está el horno como para arreglarlos. En el kilómetro 50 tuvimos que parar a reparar el pinchazo. Tuve muy buenas sensaciones después del “globo” que cogí el sábado. Creí que me iba a dar un “infarto” y tó.
El viernes cené muy mal, es decir mi apretada agenda hizo que tomara dos tapas, seis cervezas y un gin tonic. Me acosté malo, malísimo. El sábado me levanté con la boca reseca y desayuné malamente. Un botellín en la bici. La confianza mata al hombre, decidí que para hacer 50 km. en bici no necesitaba más. El viento me castigó bastante. Pinché en el kilómetro 20. Cuando llegué a casa me cambié de ropa rápidamente, estaba preparada desde la noche anterior, bebí agua y salí corriendo para hacer 75 minutos a pie por el Coto de Los Cuadros. Mucho calor, no llevaba agua, poco alimento. Llegué a casa fatal… El corazón me iba a 200 por hora, no se a cuanto iba exactamente, recuerdo que tengo los pulsómetros rotos, pero me notaba aceleradísimo. Me duró el mal cuerpo hasta la noche. Por la mañana el domingo ya estaba perfectamente. Seguimos de “atrás hacia delante”. El viernes de “madrugá” como siempre 3000 mts. de natación continua y a media mañana una hora de Fuerza en el gimnasio. No estaba la “Rothenmeller” con lo cual me alivié del sofocón de cruzar nuestras miradas después del espectáculo del miércoles pasado. El jueves fue el cumpleaños de mi padre. Setenta y ocho tacos, como setenta y ocho soles que cumplió el mozo. Está genial, sin achaques, joven y vital como siempre lo conocí, aunque también con el mismo mal genio de antaño. Le digo para irritarlo aún mas, tiene el pelo blanco y está gordito: “¡En vez de parecer un venerable anciano como el abuelo de Heidi, eres un abuelo insoportable!. Cómo Fernando Fernán Gómez me manda a “¡la mierda!". Qué alegría me da verlo así. Es mi Road Manager y mi principal y más feroz crítico. Se ha hecho un entendido de las carreras y ya hasta osa a cuestionar mis tácticas de carreras. Tiene tanta ilusión como yo y eso le ciega. ¡Papa, yo no tengo tácticas de carrera, me arrastro lo que puedo para poder llegar a meta!. Nos tomamos unas cervezas para señalar tan magno acontecimiento. Por la tarde en la Mota del Río, hice cuarenta y cinco minutos de rodaje, para recoger a mi hermano y hacer otra hora más juntos. Le sacamos el pellejo a “to quisqui” y le animé en las vísperas de la media de Orihuela. Al final hizo 1:35. Está muy contento. Espero que algún día podamos correr juntos en una hora y veinticinco pero el muy “gandulete” tendrá que entrenar algo más. Por la mañana mil quinientos metros de piscina.
El miércoles dos mil trescientos metros de natación haciendo los ejercicios y las series que me mandaba el plan. Por la tarde sesenta kilómetros en bici. Tenía que hacer cincuenta pero como el domingo al final no salí con ella, el remordimiento pudo conmigo y le puse un poco más de tiempo. Llegué a Bigastro y vuelta.
El martes, mil seiscientos metros en la piscina de forma relajada. Por la tarde por Coto Cuadros farlek, setenta y cinco minutos, 3 minutos fuertes, 3 más suaves y luego 15 de rodaje para enfriar un poco.
Esta semana creo que es algo más relajada, por lo menos creo que hay un día de descanso. Ni miro el plan, lo que toca me entero por la noche cuando preparo la bolsa, así no me estreso. De momento el sábado saldremos temprano para Valencia a casa de una amiga. El domingo veremos como va la cosa…
Hoy ya he hecho los 2700 mts. de natación. Pirámides, ¡cómo todos los lunes!.
¡Hasta mañana, querido diario!

lunes, febrero 05, 2007

Si hoy es domingo y me toca salir con la bici…. Hoy llueve….
Empezaremos por el final. Esta mañana los 2700 mts. de rigor. Quinientos de calentamiento, y después subiendo 100 rápidos, 100 lentos, 200 rápidos, 100 de nuevo lentos, así hasta 400. A partir de ese punto disminuyen hasta que acabamos. ¿Las sensaciones?, pues… físicamente bien, cada vez la fatiga es menor. Técnicamente, ni me lo planteo debo de ser un show porque los cien mil monitores de la piscina no hacen más que mirarse de reojo y sonreirse… ¡qué le vamos a hacer!. Me adelantan todos los que por la calle de contigua van nadando y hablando por parejas como si estuvieran paseando por el parque.
El sábado por la noche me había preparado, como hacen los mozos de estoques a los toreros, el traje de luces en una silla del comedor. Bidones, sanwinches de jamón y queso, guantes, en fin todos los atalajes de montar en bici (el objeto es no despertar a mi "santa" de madrugá cuando me visto). Cuando me levanté a las siete, estaba lloviendo. Junto con Stani íbamos a hacer 150 km. en bici. Como soy un optimista me dispuse a desayunar y mientras me cepillaba…. los dientes, a las siete de la mañana de un domingo lo único que me puedo cepillar son los dientes, me llegó un mensaje al móvil. El bueno de Stani, con mucha más cabeza que yo, decía que el terreno de juego estaba impracticable y que el árbitro había suspendido el partido. Terminé de hacer todos los preparativos y cuando el día clareaba, me di cuenta que hoy era imposible, seguía lloviendo y la carretera estaba mojadísima. Por un momento pensé en lanzarme a la aventura pero la prudencia me hizo meditar. ¿Y si me cayera al suelo con el piso tan mojado?. ¿Y si tuviera un accidente a causa de la lluvia?. ¿Y si enfermo y por no “perder” un día pierdo diez…? Todos estos peros hicieron que me volviera a la piltra, esperando que a las nueve el día hubiera mejorado… A las nueve dejó de llover, pero había mucha humedad y no “debería” que poder si podía salir antes de que se secara algo la carretera. A las diez desistí de hacer los 150 km. Como alternativa, utilicé el plan B. Me fui a La Flota y me metí en la sesión de spinning. Mi “santa” que se lee el diario, se sonrió cuando se lo comenté: “¡Nenica, me voy al spinning!. Tuve que decirle la verdad. La monitora no está tan buena, pero para que esta novela sea un "best seller" tiene que tener algo de “sexo”… Efectivamente la chica no era la misma, ahí perdimos bastante, pero fue mucho más profesional que la anterior. Primero nos explicó en que iba a consistir la sesión y un montón de detalles que se agradecen para entender lo que estábamos haciendo. Ni que decir tiene que fue mucho más intenso el ejercicio, seguro que motivó mucho a la chica que la sala estaba, como decían “Los Sacapuntas”, abarrotá. Habríamos unas cincuenta personas, no quedó ni una bici sin usar y ¡claro!, esto seguro que hizo que la monitora se emplease mucho más. ¡Es qué el público es el “leit motiv” del espectáculo!. Cuando terminamos fui al gimnasio y allí estuve 30 minutos en la cinta corriendo a 12 km/h con una inclinación del 2%. Bien, sencillo. Luego... la gran “cagada” del día, me fui a una matanza que organiza mi “paso de semana santa” pues este año se cumple el 25 aniversario del grupo de “estantes”, nos llamamos aquí, costaleros en otro sitio, porta pasos, etc. Me puse de morcillas, salchichas, estrellas de levante y vino hasta las “ansas”. Finalizamos con un gin tonic, sólo uno y media docena de “palos catalanes” de chocolate. A las seis, cuando me di cuenta de lo que estaba haciendo, me arrepentí de todos mis pecados y mi “santa” me devolvió al calor del hogar, “de donde nunca debí haber salido”. Al menos entrené algo el domingo y no lo dejé en blanco, cosa que estuvo casi a punto de suceder.
El sábado teníamos que hacer 40 km. en bici y setenta y cinco minutos de rodaje en K2. Hoy por hoy, hacer 40 km. es algo tan fácil como quitarle el chupete a un niño, así que lo hice casi sin ganas, tengo la sensación que para hacer 40 km. no tendría ni que vestirme de ciclista, con el chandall va que chuta. Ida a Zeneta y vuelta. Cambio rápido de aperos y a correr por Coto Cuadros. Muy bien, bien de ritmo y el pulso el adecuado, incluso con facilidad. En K2 en el circuito elegido solía tardar, cuando preparaba la maratón, una hora y dieciocho aproximadamente. Al final salió una hora y doce. Así que supongo que bien. Sin sensación de agobio.
El viernes, los tres mil metros de natación contínua en una hora y cuarto. Sin más trámites, sólo con la anécdota habitual de que cada cierto tiempo pierdo la cuenta, ¡así que vaya usted a saber los metros que hice!, pero por supuesto nunca menos de 3000.
El jueves mil quinientos metros en la piscina. La salvedad fue que me puse el neopreno. Esta vez cogí del armario el Aquaman. ¡Esto es otra cosa!, no dejaba de estar raro, pero nada parecido a las apreturas y las tensiones que me hizo pasar el Ironman. Seguramente será el francés el que utilizaré, mira que me gustan poco estos “gabachos”, pero su neopreno es mejor. Quizás me esté un pelín grande, tendré que probarlo antes en agua fría para ver que ocurre, pero de momento es el elegido. En cuarenta minutos solventé la papeleta y me fui al curro. Por la tarde, en la mota del río dos horas de rodaje a ritmo suficiente que dieron para veinticuatro kilómetros. Me acompañó durante hora y media mi hermano “El Capitán Bajoca”. Esta vez pecamos de precavidos y si la semana pasada se heló, ésta nos asfixiamos de calor.
El miércoles fue “la de Jaimito” de la semana. Primero natación mil setecientos cincuenta metros en series de velocidad. Dos horas, ¡con tanta recuperación se pierde mucho tiempo!. Después una sesión de fuerza en el gimnasio y allí fue donde metí la pata hasta la “curcusilla”. El martes había hecho farlek por la mota del río que estaba llena de barro. Después sacudí las zapas, como mi “santa” me obliga a hacerlo para no llenar la casa de barro, pero por lo visto no fue suficiente. Entré al gimnasio y en cuanto puse el pie dentro de la zona de pesas me di cuenta de la gran metedura de pata que había cometido. Mi lema es “¡A lo hecho, pecho!, así que decidí terminar la sesión y después vería como solucionaba lo que intuía que se avecinaba. La zona de las pesas es negra de un material plástico que absorbe los golpes, a diferencia del resto del gimnasio que es de tarima flotante de color claro. En cuanto puse los pies en la zona oscura, dejé dos pisadas, que luego fueron cuatro, que después fueron seis y así sucesivamente, que cubrieron la zona, no de barro, sino del polvillo que sueltan las zapatillas, que sin llegar a ser tierra, si deja un manto blanco en el lugar. Llevaba unos veinte minutos cuando mi “metedura de pata” fue descubierta por la señorita “Rotenmeller” del club. Ella, reforzada por cuatro monitores más, quizás creyeron que me iba a “rebrincar”, me rodearon y me hicieron ver “a voz en grito”, mi falta de educación. Hasta que no se enteró el último usuario de la instalación no dejaron de afearme la conducta y humillarme en público. Tragué saliva, es que uno es un “mindundi” y todo el mundo le acobarda y me disculpé. Intenté explicarles que me había dado cuenta, pero que ya era tarde y prefería terminar la sesión y luego limpiar el lugar con estas manitas que dios me ha dado. No le bastó ni mis disculpas, ni mi explicación. Pusieron a la señora de la limpieza tras de mí como si del “cobrador del frac” se tratara. Es cierto que me había equivocado, pero tampoco creo que tuvieran que hacerme pasar tan amargo trago, que ingerí gustosamente, sólo porque tengo la necesidad de seguir usando la instalación, que si no, de lo bravos que se pusieron, le hubieran dado por donde amargan los pepinos y me hubiera ido con mi autoestima intacta, aunque mi reputación quedara sensiblemente tocada. Al final el tener a la señora del mocho detrás de mí me hizo sentir tan estúpido, que terminé en cuanto pude, aunque la señora tampoco debía de estar muy cómoda pues tenía cara de poker. Allí estábamos los dos humillados, yo por ella y ella por su "jefecicos". Algo menos de una hora.
El martes dos kilómetros en cincuenta y cinco minutos, que me dejaron muy contento. Por la tarde 17 kilómetros de farlek con intervalos de 3 y 4 minutos más quince de rodaje. Bien. Mi hermano me acompañó durante los últimos 45 minutos del farlek y el rodaje, lo que los hizo más amenos.
Ya he buscado unas zapatillas de las que no uso porque han perdido la amortiguación y están en perfecto estado, que metí en la lavadora para dejarlas blancas y limpias como la nacar. Las he metido en la bolsa y esas serán las que utilizaré para entrar en el gimnasio, si me dejan, qué ya veremos…de manera y forma que no me vuelva a ocurrir otro percance de este tipo, “la experiencia es la madre de la ciencia”.
Este mes tenemos que hacer la maratón de Valencia, seguramente iré en el grupo de las tres horas treinta.
Esta mañana he hablado con Stani. En diciembre cuando teníamos que hacer 120 km. el día antes se nos ponían las patas como flanes y andábamos dando vueltas a la cabeza. Ahora hacer 120 es de nenazas, menos de 150 no nos llenan con plenitud… ¡La leche que mal que estamos de la azotea!. Cuando hacía cicloturistas, el día que hacía ochenta kilómetros me creía el rey del Tour de Francia. ¡Ver para creer!.
Lo de la bici sigue su curso, nos hemos puesto en contacto con los chinos, pero resulta que allí es fin de año y supongo que estos días estarán de "puente" ¿o eso sólo lo hacemos los españolitos?.
Se acabó el mes y es el momento de hacer balance:
Horas totales: 64:22:21
Carrera a Pie: 196,79 km en 15:00:21
Bicicleta: 601 km. en 23:50:00
Natación: 46,15 km. en 21:32:00
Por semanas:
1ª.- 11:09:00
2ª.- 21:03:00
3ª.- 13:15:21
4ª.- 13:30:00
5ª .- hasta el día 31. 9:20:00
Y esto es todo querido diario. ¡Hasta el proximo día!