Y Probé a ser IMvencible

Triatlon.

lunes, enero 29, 2007

¡Al final se salvó el fin de semana!
Supongo que la semana pasada, como tenía tan poquica tarea en el plan, sería de descarga. Cuando hay poca carga queda como un sentimiento de culpabilidad por no trabajar hasta la extenuación.
El miércoles mil ochocientos metros de natación en la piscina, estuve unos cincuenta minutos. Ahora mismo no recuerdo bien como fueron las sensaciones, no debieron ser especialmente significativos.
Ya el jueves tuvimos doble sesión. Dos kilómetros en una hora y cinco, como fueron series de velocidad y tenía descansos entre una y otra, ese debió ser el tiempo de más que invertí en la piscina. A estas alturas de la semana ya llegaban noticias de que no nos libraríamos del temporal por estos lares. Se que hay gente, entre ellos yo, que necesita el agua y se de otros que la necesitan porque están cambiando los huertos de limoneros por huertos de chalets, pero a mí me fastidian, porque ahora mismo no tengo otro objetivo, ni otra obsesión que sacar horas de entrenamiento. Me puse de mala leche. Pensaba que el fin de semana no podría salir con la bicicleta. Por la tarde, a las cuatro y media me fui a la mota de río. Tenía programado un rodaje de dos horas. El “Capitán Bajoca” se apuntó para rodar conmigo, pero sólo setenta y cinco minutos. Me fui rodando veintidós minutos y medio y regresé. Allí me esperaba junto al puente, mi hermanico. Como es un prisas no trajo ni guantes, ni gorro, ni polar, sólo un cortavientos y mallas largas. Me dio la tarde. Helado todo el rato, sólo hacía lamentar su mala cabeza y el que hacía mucho frío. Veinticuatro kilómetros después, concluimos en el mismo puente, cuando ya oscurecía. Un poco más y nos vemos rodeados por la fauna que tras la caída del sol pulula por aquellos sitios del carril bici. Salvada nuestra honra, no porque alguien pudiera violentarnos, sino por si algún conocido nos hubiera visto en aquel sitio y pudiera pensar que tenemos "vicios ocultos". Dos tíos con mallas ajustadas de licra, son sospechosos de cualquier cosa. El Capitán Bajoca argumentaba que no, que nadie nos diría nada, pues nosotros también podríamos pedir explicaciones al respecto. Helados nos fuimos al polideportivo del Infante y después a la taberna de Javi. Este es un lugar peculiar. Sólo se sirve vino, quintos de cerveza, avellanas y torraos. Para describir la clientela basta con decir que es un personal fiel. Suponemos que debe ser la fidelidad su principal virtud, pues ningún cliente tiene menos de setenta años. Ocho quintos y tres platos de avellanas, rematados con dos chaticos de vino, siete euros cincuenta. Nosotros somos de principios inamovibles. El primero es conservar las tradiciones. La taberna fue abierta cuando allí no había ni calle, ni alcantarillao y nosotros tenemos contribuir con nuestra presencia a que no se extinga el negocio. Por otra parte nuestro segundo principio es beber barato y como puedes comprobar, querido diario, el dispendio es una palabra que no existe dentro del léxico de ese tabernáculo. A las nueve estaba donde “la santa”.
Los viernes, como siempre, tres mil metros de natación continua en una hora y cuarto. Por la tarde, ya con el temporal dejándose notar con firmeza, a descansar, que era lo que tocaba a esas horas.
El sábado amaneció peor de cómo finalizó el viernes. Lluvia, viento y frío hacían imposible que pudiera poder realizar mi sesión que consistía en sesenta kilómetros de bicicleta y cuarenta y cinco minutos de redoje a pie. En un principio pensé en poner en marcha el plan habitual en estos casos en otros momentos. Este consiste en hacer sardinas a la plancha, cocinar una migas, abrir unas botellas de vino, llamar a los amigos y poner en marcha la rutina del fin de semana que hace “malo”. Como soy un tío inasequible al desaliento intenté no caer en la tentación del goce y la “buena vida”. Llamé a La Flota y pregunté si había clase de spinning. A las doce menos cuarto la había. Me fui para allá y dejé las migas y las sardinas para otra vez y un buen puñado de amigos cabreados pues no tenían donde dar la gorra y pasar “el puto día de perros” que hacía. La sesión fue un éxito. Físicamente no se si me sirvió de algo, “pa mí que no”, pues a mi entender este ejercicio es más anaeróbico que aeróbico y las sensaciones son muy diferentes a montar en bici. El éxito de la cosa estuvo en la monitora, una nenica “más apretá que los tornillos de un submarino” que hizo que al verla entrar me trasladara de la cuarta fila de bicicletas a la primera. Por lo menos además de sudar, que sí sudé, me regalé la vista todo lo que pude. Es posible que pueda parecer machista, poco respetuoso con la profesionalidad de la monitora, pero es lo que hay, la chica estaba muy bien y eso no puedo obviarlo. Además, ya voy para “viejo verde”… La edad no perdona. Después, cuarenta y cinco minutos en la cinta de correr que se me hicieron eternos. La cinta es aburrida, casi tanto como el nadar. Puse una inclinación del 1 por ciento y una velocidad de 12 km por hora. De esta manera hice algo parecido al plan y no lo dejé en blanco. Cuando llegué a casa, mi santa que es una idem, como sabe como me gustan estos días, las migas, el vino y los amigos, había organizado una comida con todos los ingredientes. Lo único que faltó fueron las sardinas, pero claro, éstas se hacen para almorzar y ya estaban fuera de horario. Los últimos visitantes desaparecieron de casa sobre la una de la madrugada y yo comencé a rezar para que amaneciera el domingo igual que había comenzado el sábado y así tener una excusa para levantarme más tarde y poder ir, de nuevo, a la sesión de spinning que tanta mella había hecho en mí.
El domingo salió todo lo contrario a lo que yo había solicitado a las deidades. Frío, encapotado, ventoso pero seco como la piel de un señor de cien años. Con éstas no había más “cojones” que salir con la bici para hacer los 120 km. programados. A las ocho y media, como los talabarteros, cogí mi bártulos y me fui dirección a Algezares. La peña sale a las nueve y vienen en mi dirección, cuando me cruzara con ellos daría la vuelta y haríamos la ruta Algezares, Puerto de San Pedro, Sucina, Avileses, Puerto de El Garruchal, Algezares. Ochenta kilómetros, más los veinte que hay hasta Algezares desde casa, más la vuelta, total 120. Con no demasiado frío, a esa hora, llegué casí a Los Garres a cinco kilómetros de Algezares. Discurrí que estos ciclistas “de verano” habían hecho “campanas” al ver el día que hacía. Allí me encontré con lo que había salido de la peña. De quince tíos aparecieron dos. Media vuelta y “pá la playa”. El puerto de San Pedro no es especialmente duro, pero el viento y el frío lo hicieron demoledor. El aire con olor a salitre que venía de la costa nos cortaba la cara. Además el puerto es jodío, un par de veces crees que estás en lo más alto y tras otra curva de nuevo vuelve a subir. Lo conocemos, pero siempre acaba por engañarnos. Si subir fue duro, el bajar, llevaba camiseta térmica, maillot de invierno, cortavientos y chubasquero. En las manos unos guantes de latex para que no traspase el aire, guantes de invierno, coulotte de super abrigo, escarpines de neopreno, fue la leche. Por esa cara el viento era aún más fuerte y frío. Las bicis, se iba con el freno apretado a cincuenta por hora, eran empujadas por las ráfagas de viento peligrosamente a la cuneta. Ya en el llano la cosa fue de otra manera. A veces, el aire nos daba de espaldas y nos ayudaba a regresar a casa con un poco menos de esfuerzo. La subida a El Garruchal la hicimos viniendo desde la playa. Tenemos que volver al valle de Murcia y hay que subir, o uno de estos dos puertos, o el de La Cadena. Ese es imposible porque la autovía lo dejó impracticable para los ciclistas. Esta vertiente es más larga que la contraria, pero bastante más tendida. La bajada por esa cara ya fue menos dantesca que la anterior, el propio puerto nos protegía algo del frío aire. Cuando llegamos a San José de La Vega, mis dos compañeros de fatigas decidieron ir a darse un homenaje al bar, estaban helados. Yo, como soy un machaca, decliné la invitación y proseguí mi camino hasta completar los que al final fueron 115 kilómetros en algo más de cuatro horas y veinte minutos. Lo pasé mal, pero me quedó esa sensación de “legionario” de cumplir con mi obligación. La tarde fue inenarrable, toda ella tendido como un “perro” junto a la chimenea pues no entraba en calor. No se, si estoy haciéndolo bien, pero los dos puertos se me atragantaron ligeramente, quizás debería meter alguno de vez en cuando y no hacer tanto llano, pero es que me abruma estar seis horas encima de la bici… Lo hablaré con mi entrenador.
Hoy ya he estado en la piscina. Una hora y cuarto y dos mil setecientos metros. Estaba raro, si fuera una zagalica, igual es que iba a empezar con esos días, pero no, creo que la bici de ayer pasó un poco de factura.
Me he enterado que mi amigo Manolo no se viene a Roth. Lo siento mucho. Era una aventura que íbamos a disfrutar juntos, como el maratón de Valencia y otras muchas carreras, las circunstancias son las circunstancias, le deseo que pronto pueda volver a este divertimento que tanto nos hace disfrutar, no hay mal que cien años dure, ni cristiano que lo resista.

Me gustaría que alguien respondiera a las cuestiones (motivaciones y demás) que planteo, pero si no lo hace nadie, ¡qué le vamos a hacer!.
Por supuesto no me refiero a los habituales que me honrais con vuestra atención y cariño, sino a aquellos que leen y callan o dicen algo de vez en cuando.
Hasta mañana, querido diario.

viernes, enero 26, 2007

¿Porque un triatlón distancia IM y no un sprint o un olímpico?
Muchos de los que empezamos y no tenemos muy claro si vamos a continuar con el triatlón nos decidimos por comenzar con la distancia IM y no por otras distancias que en principio podríamos pensar que son más asequibles, ¿porqué?.
Mi santa me lo dice cuando le reprocho que no me pregunta por mi preparación. ¡No te pregunto porque me parece una locura!. ¡Podrías comenzar por distancias más cortas y luego si ves que mejoras hacer un IM!. En mi opinión está, ella y todos los que piensan como ella equivocados.
Existen, en mi caso y pienso que si fueran sinceros en la mayoría de los “eventuales” poderosas razones y motivos muy consistentes.
Los primeros podemos catalogarlos como “personales”. En mi caso:
1º.- Para una vez que lo voy a hacer, no me voy a poner ha realizar un sprint, tengo que hacer algo grande. Aunque yo ya he hecho un sprint y no me duelen prendas en contar que quedé el penúltimo con 24 minutos en el sector de natación. Quería despejar desde el principio todas las dudas y habladurías de mi entorno. ¡Sí lo se, no se nadar, pero lo voy a hacer!.
2º.- Tengo un pasado deportivo lo suficientemente extenso y rocoso para pasar a distancias más largas. Es como si ahora me diera por preparar la milla o los mil quinientos metros en pista. Sólo haría el ridículo, si de verdad pensara que en algún momento de la carrera podría estar lo que llaman los atletas “estar en ella”.
3º.- Por tocar las narices. Cuando leo las crónicas, preparaciones, material, técnicas y demás conceptos con los que componen la ecuación algunos triatletas, creo que le dan un valor superior a la hazaña del que realmente tiene. No hace falta, en mi opinión, un material tan caro, un entrenamiento tan minucioso, una alimentación tan exquisita para, ojo, ser finisher. Me ocurre lo mismo con los maratonianos esos que dicen que se sienten especiales, que ven una luz cuando terminan la maratón, creo que sobrevaloran el hecho, es duro pero no más que irse a currar a las seis de la mañana. Lo puede conseguir cualquiera, igual que el triatlón, que sea ordenado y persistente en el entrenamiento. Intento capitanear un grupo, formado solamente por mí, de gente “sin glamour”, que de forma asequible, sin grandes perdidas de tiempo en aerodinámica, material y comidas de tarro pueden finalizar un triatlón de esa distancia.
Existen unos motivos intrínsecos a la prueba:
En esa distancia es en la única prueba que conozco que hay un deje de “socialismo”. Todos son “finisher”, independientemente del tiempo empleado. Por lo menos en un tema todos son iguales. El que lo hace en 9 horas o el que lo hace en 15. Por ejemplo en la maratón ese socialismo no existe. Hay globos para las tres horas, las tres horas quince, etc. y ya no basta con acabar, sino hay que acabar en un tiempo para pertenecer al grupo A, B, C, etc. La falta de tensión por hacer una marca me anima a elegir esta distancia. En un sprint o en un olímpico el concepto de finisher no existe. Podría enumerar algún que otro motivo pero serían en el fondo convergentes, sino redundantes con este sentir.
Motivos deportivos:
La distancia IM es asequible para un deportista que venga con un bagaje aeróbico consolidado. Un ejemplo: Suponiendo que llegara a nadar a 30 minutos el kilómetro. En un sprint no me comía un “torrao”, acabaría último seguro. Nadar en 10-11 minutos los 750 mts. o en 15-16 el mil quinientos es mucho más difícil deportivamente que salir vivo del agua después de 3.800 mts.en una hora y veinte minutos y estaría dentro de la “carrera de los finisher”
En la bicicleta más de lo mismo. Una media de 35 km. en un sprint o en el olímpico es más difícil de conseguir que mantener 26 a 29 km por hora de media en 180 km. En la carrera a pie, ya no decimos nada. Si me pongo a 5,30 el km. en una prueba distancia IM estaré dentro de la media. Si voy a 4,15 en un sprint o en un olímpico me doblan dos veces.
Al final los resultados deportivos son, estimo yo, mejores haciendo de “eventual” en un IM que en otra distancia más corta. Los “eventuales” sufrimos menos a nivel psicológico en las grandes distancias que en las cortas, en las que los grupos de “los buenos” y “los malos” están más definidos.
Aunque para mí, el principal motivo es que cambio la rutina, encuentro nuevos retos, nuevos compañeros, nuevas sensaciones. Y sobre todo poderme poner al lado de algún glamuroso y pensar para mis adentros: ¡”sin tanta tontería, yo también soy finisher”! y ese concepto de igualdad me chifla.
P.D.: Podría encontrar, quizás, más y mejores argumentos pero de momento para abrir un turno de debate es suficiente.
Un saludo

miércoles, enero 24, 2007


¿Porqué Roth y no otro sitio?.
Las casualidades son una constante en la vida de la gente que no tiene las cosas muy claras. Cuando no saben que hacer pues cualquier nimio elemento les hace tomar una decisión. Como no sabía en que invertir mi tiempo me dio por hacer un triatlón distancia Ironman. Como no sabía a que club adscribirme, pues comencé a mirar por Internet. Conocía de la existencia del Aguaverde. A algunos de sus fundadores los conocía, bien por Internet o bien personalmente de las quedadas del CorrerXcorrer, que en paz descanse o de alguna prueba de triatlón a la que iba con mi hijo… En la web del Aguaverde supe de la existencia de Roth. Esta prueba tenía varias cosas a su favor. La primera es que todo el mundo hablaba bien de ella, pocas quejas pude leer de los participantes, si acaso que para el público era difícil de seguir, a mí eso me daba lo mismo, suponía en principio que iría solo, como casi siempre. Otro factor a su favor era que salían más de tres mil personas. He corrido algunas carreras y no hay sensación más frustrante que encontrarte en medio de la nada sufriendo como un bellaco, sin ningún corredor delante y ninguno detrás. Supuse que no habría grupos en carrera, pero al menos si un rosario de corredores. Otro elemento era que en principio creí entender que su perfil en bicicleta era llano. Ahora me he enterado que hay dos subidas que se repiten dos veces, espero que sean corticas, pues no quería poner en juego factores penalizantes que hicieran más dura la prueba de lo que ya es de por sí. Otra cosa que me influyó a elegir Roth era que era fuera de España, me apetecía salir a hacer algo que casi nunca he hecho un poco de turismo, siempre había ido, corrido y salía pitando para casa. En España estaban para poder elegir Lanzarote, ¡no gracias!, sufrir, quiero sufrir lo justo, aunque puedo parecer emotivo, soy bastante frío con esto del deporte. No he visto nunca la luz blanca esa de la que hablan algunos cuando terminan una prueba y se “sienten especiales”, es posible que sea lo que despectivamente llaman “retista”, es posible, pero a mí me va bien. De hecho cuando logré entrenar en Primera División dejé el balonmano, igual que cuando logre pitar en la Primera División dejé el arbitraje y cuando fue al Campeonato de España de Karate, dejé este deporte, había logrado mis metas, el asunto perdió interés y a buscar nuevos retos. Con la Media Maratón igual, cuando logre la hora veinticuatro, dejé de sufrir y la Maratón igual de lo mismo. En cuanto al IronCat, me desmotivaba que no tuviera, no público, que casi me da igual, sino participantes. ¡Para una vez que voy a intentar este reto, qué sean los que se llaman triatletas de “espíritu” los que acudan a darle el espaldarazo definitivo a la prueba!. Tampoco estaría mal que los organizadores se movieran para buscar participantes aunque sea a “jornal” como hicieron los del “B” de Elche, que a base de buscar aquí y allí en la segunda edición tuvieron que cerrar la inscripción y eso que el circuito, natación dura, el puerto del Hondón de los Frailes durísmo, y la carrera a pie más de los mísmo, no es de los que invitan a volver.
Si algo fue que me moviera definitivamente a elegir Roth fueron dos temas. El primero y tan importante como el segundo. Si no sabía nadar, lo más lógico es que buscara un lugar donde donde el hacerlo fuera más facil. Entendí, en junio sabré si llevaba razón o no, que en un canal será más fácil que en el mar con las olas y en Alemania podría llevar neopreno. Por otra parte necesitaba tiempo para “negociar” el tema con “mi santa”, ella no sabía nada y trescientos “leuros” se notan en cuanto se sacan de la cuenta y todos los demás Ironmanes iban cerrando la inscripción a los pocos días de abrirlos, no podía arriesgarme a inscribirme y que luego me tiraran a los cocodrilos. Roth tardó algún tiempo en llenarse y tuve tiempo para negociar mi ataque definitivo al triatlón.
Por eso definitivamente me fui a Roth. Al final no voy solo, viene mi hijo y mi hermano y quizás ellos si que “sufran” los inconvenientes de esa prueba, pero como dicen en Roma, “la suerte está echada”.
Ahora ya estoy metido, junto a Stani, en un nuevo proyecto. De tanto salir en la bici juntos, al final o se habla de sexo o de bicicletas. Como sexualmente no nos atraemos, es una pena nos quitaríamos de muchos problemas, pues sólo hablamos de bicis. Hemos comenzado, mediante la ayuda de un amigo de Stani que es un fiera de las bicis, Internet y los idiomas, las gestiones para traernos de Taiwán unas bicis, lo que no fabrican los “chinitos” lo hemos buscado, mejor lo ha buscado el amigo de Stani, en Alemania también a través de Internet. Una bici de carbón hasta la cadena, por menos de dos mil euros y grupo superior. Veremos en que queda el tema de aranceles y demás. Ahora sólo queda encontrar las perras “pa pagarlas”. Seguro que mi santa me hace un quite y me ayuda a que lleve una bici de mi talla….
Si superara el tema de la bici, tendríamos que superar el tema de la natación. En Roth dan dos horas diez minutos para salir del agua, después creo que abren el canal a la navegación de barcos de carga y no me gustaría que pasara como en las carreras que siempre llevo un “puto coche” detrás de mí pitándome para que me aparte…. Unos días pienso, “lo vas a conseguir”, al siguiente de nuevo los tiempos salen escasos y me torno pesimista. No puedo llegar allí pensando que la motivación de la carrera me va a dar la fuerza, el ritmo y sobre todo la técnica que no tengo, para salir con bien del primer segmento. La experiencia de las carreras a pie me dice que los milagros no existen, compites a un ochenta por ciento de lo que entrenas, así que si quieres competir al cien por cien debes entrenar al ciento veinte.
Otra cosa, definitivamente no me inscribí con el Aguaverde. Una irrechazable oferta de un club de mi región me impidió que me fuera con ellos como fue mi primer pensamiento. La oferta consistió en: “¡Garbanzito, vente con nosotros! y como no se decir que no, pues me fui.
Esta mañana trasteando por Internet he encontrado otra foto de la Media de Santa Pola. Estoy delgaíco, lo que pasa que me pilló el “tío” de la cámara soplando en ese momento.

martes, enero 23, 2007


¡Santa Pola una gran carrera!, para ir a conocer gente…
El martes me di de buena mañana un baño en la piscina. Cuarenta y cinco minutos para 1500 mts. Estas sesiones de cuarenta y cinco minutos me las pongo yo fuera del plan, para darme un poco más de seguridad en este segmento. Hay días que tengo serias dudas de si será capaz de salir del agua en primer lugar vivo y en segundo lugar dentro del tiempo límite. Un bocata a las once y a las tres y media estaba en “Los Cuadros” haciendo un farlek de 3’/4’ durante setenta y cinco minutos. Finalicé con quince minutos de redaje que me devolvieron a casa.. Mientras que en la bici y en el agua hay días que tengo dudas sobre si seré capaz de lograrlo a pie estoy muy seguro. A pesar de estar haciendo muchos menos kilómetros que cuando me dedicaba exclusivamente a preparar el Medio Maratón me encuentro tan fuerte como antaño, aunque algo menos rápido.
El miércoles tenía que hacer una sesión de natación de velocidad. El martes perdí la tarjeta “inteligente” de la piscina y mientras intentaba encontrarla por casa perdí mucho tiempo con lo que llegué tarde. Tuve que cambiar los planes. Primero hice una sesión de fuerza en el gimnasio que tenía programada para el medio día. De nuevo mi condición de “sin glamour” se notó en exceso. Me molesta que siete “esculturales monitores” me estén mirando constantemente, seguramente pasan de mí, pero la sensación que tengo es que están examinándome. Para colmo una tía con una cara de tres en la escala de Mercali, pero un cuerpo de diez, me persiguió por todas las salas cuando me fui a hacer diez minutos de rodillo. Decía que si había terminado debía recoger el material. Educadamente le dije que “tenía otra rutina más que hacer y por eso no había recogido perfectamente el material, pero que si le molestaba lo recogía y volvía a sacarlo dentro de tres minutos que era lo que me falta de rodillo cuando me encontró”. Me miró con cara de matarme, me perdonó la vida y me dejó seguir. En cuanto llegué a la rutina se me tiraron dos monitores a indicarme como hacer los ejercicios, que máquinas usar y un sinfín de normas y preceptos a seguir. Igual lo hacían sin maldad, pero es que ya me caen muy gordos los nenicos. Más tarde una sesión de mil metros en veintisiete minutos en la piscina donde la socorrista ya no me da la paliza y es el único sitio donde no me persiguen los monitores del “copón”.
El jueves las series de velocidad en la piscina, dos mil quinientos metros en una hora y diez minutos. A las cinco quedé con el “Capitán Bajoca” para hacer un rodaje de setenta y cinco minutos por la Mota del Rio. Conversaciones y risas hicieron ameno el ratico de dieciséis kilómetros.
El viernes natación continua, tres mil metros en una hora y veinticinco.
El sábado teníamos bicicleta setenta kilómetros suaves. Quedamos con un nuevo componente del grupo que se llama Ramón. Un tipo que ha vivido en un montón de sitios y que esperamos se anime a salir más a menudo. Le llevamos a Librilla y volvimos a un ritmo muy suave, tanto que al final me salieron tres horas y ocho minutos. Creo que nos relajamos demasiado, pero le habíamos prometido a Ramón que no le apretaríamos. En el camino nos encontramos a Txema con su nueva bicicleta que hacía el efecto placebo en él pues iba supermotivado en ella.
El domingo una carrera a la que le tengo mucho cariño pero que se está haciendo tan grande que se va a tener que ir a ella a hacer turismo y no a correr. La carrera a pie la tengo dominada y estaba tranquilo. Antes de la salida Jesús Carrillo el “jefe” de mi equipo de triatlón me hizo entrega de una camiseta de atletismo de nuestro club. Ibamos todos muy guapicos. Más de cinco mil tíos preparados para la salida. Fue muy emocionante y simpático. No quise ponerme demasiado pronto en la salida, pues prefería perder unos minutos en la salida a quedarme frío esperando a que la dieran. Salí de menos a más. Perdí un par de minutos en la salida y no pude correr bien hasta el primer cinco mil. Una hora treinta dos minutos cuatro segundos de tiempo oficial. Una hora treinta veintiuno en tiempo real. Los parciales fueron primer cinco mil a 4:25 y de ahí en adelante a 4:14. Fui sin reloj y salió todo muy regular, eso es importante. Estuve adelantando corredores hasta el final y no recuerdo que me adelantaran más de uno o dos. Es una sensación muy agradable ver como vas pasando gente y más gente. Mentiría si dijera que me quedé satisfecho. Creí, hasta que vi la clasificación que habría hecho una hora veintiocho aproximadamente, pues adelante a muchos compañeros que habitualmente están por una hora y media, pero se ve que no fue así. No me quejo y seguro que la próxima será mejor.
El domingo me levanté algo constipadillo y el lunes se acrecentó la dolencia. Me tiré a la piscina y me faltaba aire para poder hacer las pirámides que tenía programadas. Cuando no se puede segar, se espiga, así que hice mil quinientos metros de nado continuo en cuarenta y cinco minutos y al medio día comencé a medicarme.
Hoy martes ya me encuentro algo mejor y he hecho las pirámides que tenía programadas para ayer. Dos mil ochocientos metros para una hora diez minutos de piscina. Luego tengo que hacer una hora de gimnasio con los “monitores pijos”, espero que no me den mucho el tostón.
¡Hasta mañana!, querido diario.

P.D. Por gentileza de Stani, el calvo de naranja soy yo entrando en meta.

lunes, enero 15, 2007

¡Cómo dice Stani, hemos superado una bola de partido!
Dejamos la semana pasada el tema de Roth en el momento que volvía de la piscina el lunes. Como tenía “remordimientos de conciencia” por no haber entrenado el domingo me fui con la bici a intentar hacer el máximo de kilómetros posibles antes de que se hiciera de noche. A las tres y media estaba sobre la burra y me salieron 65 km. bastante jodidillos pues me lancé hacia La Alcayna, lugar donde hace un par de años creo que se celebró el campeonato de España de fondo en carretera para profesionales de ciclismo. Las subidas son largas y exigentes. De allí, jugándome la vida pues hay muchas canteras y no hacen más que adelantarte camiones de gran tonelaje, llegué hasta la nombrada población de Fortuna, famosa por su balneario de aguas termales. Regreso a casa cuando ya el sol se escondía por entre los árboles. Logré una gran sensación pues creía haber redimido, en parte, mi culpa por no salir el domingo.
El martes fue la releche. Por bocazas me vi en la obligación de acudir a la piscina con el neopreno, pues intuía que la socorrista me miraba con malos ojos por no haber hecho uso de la opción que “graciosamente” ella me había dado. La bici me está grande y el neopreno, por lo visto, pequeño. El caso es que le va de perlas a mi zagal el pequeño, que será aproximadamente como yo. Enfundado en mi neopreno “Ironman”, salí del vestuario dispuesto a hacer el paseíllo como los toreros. Las miradas fijas en el calvo con traje de cuero, que se iba a tirar al agua. Seguro que alguno, al verme “embutido” en tan exigente traje murmuró: ¡”Mira un tío hecho morcilla!”, los más benévolos sólo pensarían que era el “policía” de los “VillagePeople”. Me lancé al agua, no sin antes tener que pedirle a un “usuario” que me tirara de la cremallera, pues yo no era capaz de subirla. Seguro que pensó al verme con ese traje tan ajustado que lo que quería era ligar con él. Ya en la primera brazada sentí que no podía rotar los hombros y que los brazos me dolían un güevo al remar. Cuarenta y cinco minutos pude llevar puesto el “traje de los infiernos”, tuve que quitármelo y sacar a relucir tan “magnífico” cuerpo. Quince minutos más a ritmo “terapéutico” hicieron que no se me inflaran los brazos como los de Popeye. A casa me fui con el sentimiento que con ese traje o me adapto mucho mejor o no voy a poder nadar. Como la premisa para hacer este “ironmán” es que debo de ser un triatleta sin ningún glamour, ni me puedo comprar una bici de mi talla, ni me puedo comprar un neopreno. Hoy le he pedido a mi otro zagal su “Aquaman”, me ha dicho que me estará grande, pero yo que soy inasequible al desaliento voy a probar y comprobar con cual me debo quedar pues uno de los dos y ningún otro, irán a Alemania (Se admiten cesiones de neoprenos para una semana, antes tendría que probarlo, mido 166 y peso en la actualidad 65 kilos y bajando). A media mañana me tomé un pequeño bocadillo y a las tres y media estaba en la Mota del Río para hacer mi farlek de 75 minutos con cambios de 3 y 4 minutos, más un rodaje de 15 de vuelta a la calma. ¡Estoy que me salgo, si me descuido se me acaba el carril!.
El miércoles de madrugá la natación, extrañamente me salieron sólo 2.200 mts., supongo que fue porque tengo los brazos molidos por culpa de la “mierda” del neopreno. Salí de la piscina bastante descorazonado y con un gran bajón, volví a plantearme si sería capaz de salir de los 3.800 mts. de la natación antes de dos horas diez minutos. A las tres volví a la piscina para hacer la sesión de fuerza en el gimnasio que ponía “el plan o Biblia (cómo desdeñosamente se refiere al papelito mi “santa”). Esta vez me puse en mano de los monitores. Les decía lo que quería hacer y ellos me indicaban en que máquina y como debía de hacerlo. Fue bastante mejor que la vez anterior. De paso les vacilé sobre que soy un “finisher”. Por supuesto no les especifiqué que soy “finisher distancia sprint” y sobre mi proyecto de romper el crono en Alemania.
El jueves mil ochocientos metros de natación, salí antes pues tenía una reunión en el curro a primera hora y no quería llegar tarde. A las tres y media, comido con una hogaza de pan y un café, sobre las doce de la mañana comencé mi rodaje de 105 minutos para recorrer en la paz y serenidad del Coto de Los Cuadros unos 24 kilómetros. Bien, aunque algo cansado, se notaba el esfuerzo de la bici del lunes.
El viernes tenía que hacer 3000 mts. de natación continua. Me tuve que volver a preocupar o aún no me había recuperado del dolor de brazos que me produjo el neopreno o cada día nado peor. Una hora cuarenta minutos para tres mil metros de mierda. ¡Veremos si salgo en tiempo del agua!.
El sábado quedamos Stani y yo para, a las nueve, hacer ochenta kilómetros en bici, más ocho cuestas de fuerza en bici. De nuevo fuimos a Bigastro, esta vez nos volvimos antes de Jacarilla para que no se nos fuera el kilómetraje a los noventa como la semana pasada. Al fina 80 kilómetros pero “sólo seis cuestas”, la semana pasada se hicieron duras y a la mañana siguiente teníamos, como más tarde la definiría Stani, “Bola de Partido” y si la superábamos podríamos vencer el mes con facilidad. Por la tarde nos reunimos bastante de los “ironmanistas” de la cuadra de mi entrenador en su casa para charlar sobre un montón de detalles que había que preparar, como afrontar la preparación, en que momento de ella nos encontrábamos cada grupo, próximos medios de entrenamiento, alimentación en carrera. Con un guión los veteranos nos iban dando pautas de comportamiento a los novatos e íbamos sacando temas que nos preocupaban, o simplemente detalles que son tan nimios que no te das cuenta de lo importantes que son hasta que ya todo se convierte en un desastre. Por mi parte fue una tarde muy bien aprovechada pues me reuní con viejos conocidos de los triatlones, de cuando mis hijos competían, conocí otros nuevos y me lo pasé genial. Sólo hubo una cosa que me preocupó y es que dicen que después de la prueba sólo podré acostarme y yo ya he quedado con mi hermanico “El Capitán Bajoca” y “Road Manager” para salir de cervezas el domingo por la noche. Como lo tengo todo previsto he alquilado una furgoneta con silla de ruedas y que me lleve empujándome, pero para una vez que salgo fuera de mi casa, lo más lejos fue a Ceuta a pitar un partido y encima sin mi “santa” no me voy a quedar durmiendo…¡No te jode!.
La noche del sábado al domingo fue jodida. Cené pasta y me acosté temprano. Me temblaban las piernas de pensar que ese domingo teníamos que hacer 170 km. Tenía “cangela” y no sabía como iba a responder mi cuerpo en general y mi culo en particular.
A las ocho Román, el amigo de mi hijo que se viene a correr durmió en mi casa, y yo nos fuimos al cruce de Cobatillas para recoger a Stani y seguir con rumbo desconocido, por ellos, yo ya tenía preparada la ruta. Esperamos unos minutos, pocos que Stani es muy puntual, pues el de Monteagudo con los nervios había salido sin los bocadillos de casa y tuvo que regresar. Por el Raal al cruce de Zeneta. De allí por lo que se denomina “La Costera”, barrera montañosa que delimita el valle de Murcia por su parte Este, nos fuimos a Los Ramos, Beniajan, La Alberca. Al pasar por allí, los de mi peña ciclista estaban preparándose para salir y me gritaron que me fuera con ellos. Tras indicarles que iba en cabeza del grupo, lo cierto es que me habían dejado pasar unos metros antes para intentar quitarme la fama de “chuparuedas” que me persigue en la peña, seguimos dirección a Librilla. Allí nos encontramos con Txema, un Totanero que también se viene a Alemania, nosotros llevábamos 47 kilómetros y regrasamos de nuevo al Raal. De vuelta a Librilla donde Txema se volvería para su Totana natal, éste y Román en un golpe de locura se lanzaron a la aventura de tirar a saco. Stani y yo seguimos a nuestro ritmo sabedores de que tarde o temprano todo volvería a su sitio y que nuestro “fogoso” Román, veinte añicos le acompañan, caería cual hoja en otoño. En Librilla de nuevo vuelta y ya seguimos hasta casa. Stani, que dice que al principio de la mañana iba regular, tiró de mí como un poseso y yo como “granchupaor” que soy le seguí encantado. Cuando alcanzamos ya cerca de Beniaján a Román, ambos se alternaba en la tarea de comandar las hostilidades. A diez kilómetros de casa, sabiendo que salvo que nos atropellara un coche, llegábamos seguro el ambiente se relajó y se desató la euforia. Ideamos la manera de traernos de Alemania tres Cervelós Carbon y dejar allí nuestras Giant del año setenta, la BH y la desmarcada bici de Román. ¡Salvamos la primera bola de partido!. Lo cierto es que fue bastante más sencillo de lo esperado y nos dio una gran alegría saber que estamos en camino de conseguir nuestra meta, por lo menos no va a faltar interés por nuestra parte.
Stani al llegar a casa tuvo la desgraciada noticia de la muerte de un amigo. Desde aquí quiero darle mi apoyo y cariño. Y que nunca más tenga dudas sobre si merece la pena todo este esfuerzo, el frío y los malos momentos que hacemos pasar a nuestras familias y parejas por dejarlas en casa mientras nosotros nos vamos a “zascandilear” como dice mi “santa” por ahí.
Esta mañana, 2.700 mts. en una hora lo que me hace tener de nuevo esperanzas de que lo que pasó la semana pasada en la pisicina sólo fue un accidente.
Cada vez el trabajo es más duro, pero cada vez estoy más contento de estar realizándolo porque para mí es un reto. En el mes de Agosto no sabía nadar y en Junio voy a intentar y espero conseguirlo, aunque no lo consiga no será un fracaso, ser un intento frustrado….
Esta semana espero tener más tiempo para escribir, querido diario y no desatenderte tantos días.

lunes, enero 08, 2007


¡Qué en Paz descanse!.
El sábado quedamos como siempre en el cruce de Cobatillas Stani y yo. El plan era hacer ochenta kilometrillos y unas series de fuerza, ocho en total en cuesta. La hora de salida fueron las nueve. Estoy muy blandico con Stani ni no le quiero hacer madrugar demasiado. ¿Me estaré haciendo viejo?. Esta vez sobre la marcha iba cambiando el plan de la mañana. La vez anterior que tuvimos esta misma tarea, primero hicimos veinte kilómetros, luego las series y después el resto hasta casa.
Era día de Reyes. Los “magos” habían dejado sus regalos junto a la chimenea. Dos paquetes con el nombre de “papá”, la impaciencia me apremiaba a abrirlos, la prudencia me decía que esperara a la vuelta para ver el contenido, pues todo el mundo dormía aún y yo a las siete y media de la mañana no los iba a despertar. Preparé el “ato” de trabajo, el desayuno y sobre las nueve menos veinte me fui pedaleando suavemente hacia el cruce a tres kilómetros setecientos metros de casa. Esperé algunos minutos a mi compañero y pasaron un par de grupos de ciclistas en dirección a Alicante que me saludaron. Llegó mi compi, puntual como siempre y le informé como íbamos a desarrollar la sesión, es que las ganas de mandar me pierden... Pues el día quedaba como sigue: Primero iríamos dirección a Jacarilla, cuando el tacómetro marcara treinta y dos kilómetros daríamos la vuelta. Llegaríamos al cruce de nuevo de Cobatillas y tomarías dirección a Fortuna y haríamos las cuestas en “El cuello de la Tinaja”. Una cuesta dura que nos lleva hacia el Pantano de Santomera. Dirección a Jacarilla nos pilló primero mi compañero de salidas en la peña de Algezares Montiel. Nos pasó como una centella junto a otro ciclista para luego mantener los quinientos metros de diferencia durante todo el tiempo que seguimos en la misma dirección. A los pocos metros nos absorbe un pelotón de unos veinticinco ciclistas y como buenos chicos nos colocamos a la cola. Unos metros más adelante otro grupo de casi los mismos ciclistas se unen y se forma un grupo de más de cincuenta ciclistas, por una carretera comarcal, lo que se genera mucho peligro por la impericia de algunos ciclistas, yo el primero, y por los coches que no podían adelantar al grupo de ninguna de las maneras. En Arneva aparece un ciclista por el cruce de Orihuela, le grito, ya que Stani y yo seguíamos a cola de pelotón, que se fuera, que no había sitio para nadie más.... Resultó ser Jose Caselles, el presidente del Club Triatlón Tragamillas-Moto5, equipo por el que corre mi zagalico mayor. Nos pusimos a charlar y nos descolgamos del grupo. Llegamos a Jacarilla y nos dimos la vuelta. Caselles volvió con nosotros charlando animadamente de triatlón y de un montón de cosas más. Llegamos a la fábrica de mallas metálicas donde cronometramos las cuestas. Caselles hizo dos con nosotros y se fue para su casita. Stani sube mucho mejor que yo. Me saca bastante en cada subida, de todas formas yo llevo un catorce y creo que él está subiendo con un dieciséis, diecisiete... Hago fuerza de la buena y con ochenta y cinco kilómetros llego a casa.
Una noticia, no por esperada menos dolorosa me espera... Nuestra amiga y vecina Fátima acababa de fallecer. ¡Gracias dios, si existes por ese gran regalo de Reyes!. No existe pecado en vida que pueda tener una penitencia tan dura como es una agonía tan larga y dolorosa como ella la ha tenido. Tenía nuestra edad y ahora cuando todo le iba de película esta cruel enfermedad... Abrí mis regalos de reyes... Un manos libres para el coche y unas gafas de sol para la bici de esas con las que vuelas... Me duché y nos fuimos para el velatorio. Durante este tiempo de cruel enfermedad hemos hecho todo lo posible por ayudar, poco podíamos hacer excepto cuidar a su perro “Cayetano” y poco más...
En el velatorio nos juntamos varios amigos. Recordamos los buenos momentos que vivimos juntos. Ella era una mujer siempre dispuesta para ayudar y para organizar una gran fiesta por el más pequeño de los motivos. La recordamos con sus cascos de música puestos, a su marido no le gustaba el mismo tipo de música que a ella, danzando por la piscina y saludándonos ruidosamente por las mañana. Por culpa de esos cascos estuvo a punto de tener un serio percance. Resulta que se le pegó, a causa de las altas temperaturas, fuego a unos árboles que se encontraban entre su casa y la nuestra. Mientras que unos intentábamos apagar el fuego por la parte de nuestra casa, ella regaba sus plantas por el lado contrario. El viento llevaba las llamas hacia su chalet. Por más gritos que le dábamos ella no se enteraba de nada. Mi crío tuvo que saltar su valla y avisarla y ambos con la manguera de su casa atacaron el fuego por ese costado hasta que llegaron los bomberos. El susto fue tal que estuvimos celebrando varios días seguidos, cerveza y “cascaruja”, aperitivos baratos, el final feliz. Han sido tantos años, primero de amistad y luego la casualidad hizo que nos hiciéramos vecinos, que tuvimos anécdotas para contar hasta bien entrada la noche. El domingo fue su entierro. Por la mañana no pude salir en bici y luego nos fuimos a echarle un buen “alboroque”, ella lo hubiera hecho por nosotros. Por la tarde no tenía fuerzas ni ganas para salir. Esta tarde recuperaré lo que me de tiempo con la bici antes de que se ponga oscuro.
Hoy a las siete dos mil setecientos metros en la piscina. Han comenzado los cursos de adultos y no se que cosas más. He estado más de una hora solo en mi calle y luego se ha llenado de nadadores de espalda y boyas, veremos si no se me jode el invento... Las otras calles estaban llenas de gente con monitores, la mía era la de “deporte salud”, no se quien se cree a estas alturas de la película eso de que el deporte es salud....
He encontrado una foto de Superman y Superwoman en la carrera de Crevillente del día treinta y uno. La escultural rubia soy yo y el otro es el “Capitán Bajoca” que como veis va diciéndoles a todos que la que corre junto a él es su bella esposa....
¡Feliz Año!

viernes, enero 05, 2007

Año nuevo, ¿mejor vida?, ¿vida distinta?....¡No sé que decir yo......!
Te dejé el miércoles de la semana pasada preparando la salida de la tarde. Cuarenta kilómetros en bicicleta. Inesperadamente decidí cambiar de ruta. Me fui por los nuevos viales que unen los dos nuevos complejos comerciales de la zona norte de Murcia, a dos kilómetros de casa. Resulta que hay ocho kilómetros de nuevas carreteras, casi sin tráfico a las tres de la tarde, asfalto impecable y ni un solo camión. Tiene su parte de subes y baja, cuestas largas y duras de más de un kilómetro y zona donde acoplarse y poner “la paellera” y creerte que eres un campeón. ¡Cómo todo no podía ser bueno! Al regreso un camión había volcado en una de las rotondas nuevas, invento de difícil valoración y había un caos de tráfico de los de campeonato del mundo. Conocedor de la zona me metí por unos de las pistas de servicio del “Coto de los Cuadros” para llegar a mi casa. Lo malo fue que la bici se me llenó de polvo y barro. Ya tengo una excusa para estrenar el cepillico que mi “santa” me regaló por navidad para que limpiara el trasto.
El jueves por la mañanica me fui a la piscina a ver a la socorrista y me zampé los 2300 mts. de rigor. No me dijo nada del encargo que le había dejado el día anterior. Decidí no darle demasiada caña y esperar unos días para ver si “pía”. En la pisicina me ha pasado al contrario que en la de la Universidad, de ser cola de león he pasado a ser cabeza de ratón. En la flota sólo van señores y señoras que nadan por prescripción facultativa y claro, en esas condiciones yo soy el plusmarquista del lugar... ¡Patético!. A la tarde por el Coto me hice 105 minutos de rodaje que yo me automarqué exigente. Estuvo bien, solecico y soledad, dos buenos ingredientes para una gran tarde.
El viernes volví a la piscina para otros dos mil trescientos metros y ya con la mente puesta en las vacaciones que comenzaban esa misma tarde.
El sábado era un día algo distinto pues tenía una transición. Sesenta kilómetros en bici que hice hacia Librilla. De Murcia hacia allí se va en constante pero muy suave subida y a la vuelta se vuela en cuento tengas un poco de fuerza, dos horicas me llevaron hasta el pueblo y me volvieron a casa. Tenía los trastos de correr preparados, así que en menos de cuatro minutos ya estaba corriendo. Mi circuito de tierra habitual por las peñicas que rodean mi casa. Ocho kilómetros que se me pasaron en un plis-plas y que tuve que completar con una vueltecica por las urbanizaciones que están construyendo por los alrededores para hacer cuarenta y cinco minutos a pie que al final se fueron a cincuenta porque no calculé bien la vuelta que debía de dar. Salí contento pues corrí bastante más rápido que la otra vez y con soltura de patas... Luego, como no podía ser de otra manera me fui de “tapones de fin de año”. Esta vez fue bastante más suave. Desde las dos a las siete de la tarde, sin karaoke ni cubatas, sólo cervezas y tapones, así que llegué a casa como un señor. Me preparé los trastos para el día siguiente y a la piltra.
El domingo, fin de año, quedé con Stani en el cruce de Cobatillas a las nueve, le perdoné el quedar a las ocho al ver la “carica” que me ponía cuando lo sugerí. Para no darnos la paliza hasta Elche y que a la vuelta nos diera el aire en la trompa y tuviéramos que sufrir, decidí ya que soy el abuelo, que tomaríamos la costera sur por El Raal y marcharíamos hasta Totana. Al tran-tran, nos acercamos a Librilla y llegamos a Alhama e inesperadamente el marcador marcaba sesenta kilómetros, resulta que por la costera hay más kilómetros que por el centro del valle de Murcia. Mejor, así fue más entretenido pues por la ruta que elegimos hay más pueblecicos y no vamos tan en solitario. Al regreso de nuevo en Librilla nos cruzamos con Txema. Otro mosquetero de los que vamos a Roth. El vive en Totana. Quedamos para llamarnos el día 13 pues el 14 tenemos 170 km. de bici y queremos formar un grupo de ocho o diez ciclistas que animen un poco la jornada, sino será mortal. En casita nos pusimos en cuatro horas y diez minutos aproximadamente. Al final Stani iba algo macoco. Yo iba peor pero como él se empeña en decir que va mal y tirar siempre, pues yo callo y otorgo.
Llegué a casa, no sin antes cagarme en el ingeniero que diseñó la carretera que me lleva hasta ella, que puso una cuesta con viento en contra de un kilómetro y medio que me deja para el arrastre cada día que vengo de la parte de Alicante. Mi santa ya tenía puestos los disfraces en los pies de la cama. Planchados, dispuestos para el uso.... Mi mayor se disfrazó de Pamela, la de los vigilantes de la playa. El pequeño a última hora cogió el papel de fotógrafo y no corrió. Mi amigo Antonio se vistió con el disfraz de preso, el muy ladino no había buscado ningún disfraz pensando que se podría escapar y su cuñado se vistió de persona, no quise insistir pues no tengo demasiada confianza con él. A las cinco estábamos en Crevillente y a las seis vestidos con nuestras mejores galas, dábamos saltos y carrerillas por la zona de salida, con el “Capitán Bajoca” en el papel de Superman junto al grupo. Este año he ido algo desastre pues el año pasado me hice una pequeña carrera en las medias al quitármelas y se me había olvidado cambiarlas, pero vamos en la oscuridad de la noche no se notaban mucho.... Tras vacilar con medio pelotón y dar “porculo” otro ratico al otro medio el señor alcalde dio la salida. Al principio íbamos muy atrás pues, Josete no andaba mucho que digamos. En el kilómetro 1,3 ya se había parado. Amablemente le indiqué un atajo para que se fuera a meta a esperarnos y el muy ladrón lo que hizo fue colarse por el atajo tres veces, una en cada vuelta, estos novatos lo malo lo aprenden enseguida... Gritando a los cuatro vientos “lo cansada que iba” no hacíamos más que adelantar corredores. Uno se mosqueó porque decía que de tanto escuchar mis lamentos le estaba entrando flato a él.... Este año ligué, como siempre un montón, pero mi marido “Superman” me espantaba a los moscones indicando mi condición de casada y que si acaso quisieran que hiciera la vista gorda, al que tenían que indemnizar era a él... Ya sin Josete corrimos algo más deprisa pues temíamos quedarnos sin alfombra para la entrada de casa... En cuarenta minutos, teniendo en cuenta que fuimos un buen rato a lo menos seis el kilómetros, llegamos a meta. Unas fotos y este año sin cerveza, el bar al que vamos todos los años había cerrado, a casa.
La cena fue como siempre, magnífica y divertida, lástima que los críos se hagan mayores y a las doce y poco, como en el cuento de Cenicienta, desaparecieron todos en busca de otras emociones... Hicimos de taxistas para un grupo mientras los que tenían vehículos salían por sus medios. Dos copicas más y a las tres, como en las salidas del “pillao” a la cama.
¡Año nuevo, vida nueva!, así que tocaba descanso.
El día dos, primer día de vacaciones. Farlek durante setenta y cinco minutos con cambios cada 3 y cada 4. Luego un rodaje de 15 minuticos. La Mota del Rió fue el escenario elegido para ello. Hacía frío y nada de sol. Estoy contento, salieron rápidos.... De ahí a la piscina. Cuarenta y cinco minutos y 1500 mts. La nenica sigue sin piar... Le daré un par de días más de cuerda...
Día tres, segundo día de vacaciones. Natación, me casqué 3800 mts. en pirámides que tarde en hacerlos hora y media. Después una hora de fuerza en el gimnasio del que no salí muy contento. Es la primera vez que voy a él. Resulta que hay máquinas tan modernas que hay que hacer un curso del “PPO” para poder siquiera entender para que sirven, no te digo ya ná para utilizarlas. Perdí más el tiempo preguntando y escuchando las enrevesadas contestaciones de los monitores que en trabajar propiamente dicho... A la salida la buena noticia del día. La nenica pió. Me comunicó que tenía oficialmente permiso para nadar con el neopreno en la piscina. Tuve que pasar la tarjeta magnética por un lector para que me grabaran la licencia. Ahora el problema lo tengo yo, ¡qué coño hago yo nadando con neopreno!, me tendré que joder y para que no se note que soy un bocazas aparecer de esa guisa de vez en cuando....
Ayer 120 minutos de rodaje y tercer y último día de vacaciones. Por la Mota del Río hasta la “Contrapará”. Una especie de presa en el río que está más allá de Alcantarilla que idearon los árabes para repartir el agua de riego por las “ciecas” de la huerta de Murcia. Una hora hasta allí. A la vuelta volé pues sólo tardé cincuenta minutos y tuve que estar dando unas vueltas por el Malecón, muralla construida entorno al 1900 para defender a la ciudad de las riadas.... Veinticinco kilómetros, ducha en el Pabellón del Infante, aprovecho para saludar a mis amigos del Patronato de Deportes el año nuevo y mirarles el culico a las nenas del Voley Murcia Grupo 2002, de división de honor, que entrenan allí y están una “hartá” de buenas.
Esta mañanica al curro. A las siete en la piscina para nadar durante una hora, hoy eran series de diferentes distancias y diferentes tiempos de recuperación. Otros dos mil quinientos metros a la buchaca.
Mañana cuestas en bici hasta sumar 80 km. El domingo 120.... Pero ya se acerca el “coco” para el día 14 veo un 170 en el casillero....¡Madre mía!, ¿cuántas horas voy a tardar yo en hacer 170 kilómetros en bicicleta?. ¿Cómo quedará mi sufrido culo después de eso?. ¡Padre mío, pasa de mí este cáliz!.
Hasta el lunes, querido diario.
¡Se me olvidaba!, El resumen del mes de diciembre queda de esta guisa:
Horas totales 71:59:20 h.
Pie: 194,30 km. en 15:02:20 h.
Bici: 941,50 km. en 35:50:00 h.
Natación: 42,50 km. en 19:07:00 h.
Fuerza: 2:00:00 h.
Por semanas
1ª Semana:16:45:00 h.
2ª Semana:19:57:00 h.
3ª Semana:10:52:10 h.
4ª Semana:14:46:00 h.
5ª Semana:16:54:10 h.