Y Probé a ser IMvencible

Triatlon.

lunes, abril 30, 2007



Los milagros no existen, pero estoy dispuesto a sacar lo positivo de la experiencia.
Voy a intentar ver todo con más calma, de forma positiva, con confianza, con tranquilidad, disfrutando de la experiencia… Esta es la conclusión del fin de semana, el Triatlón de Fuente Alamo y la filosofía de mi amigo Pepo me han dado un nuevo impulso, otro punto de vista…
Sabía que iba a ser difícil, pero no tanto… Son las doce de la mañana del sábado. Pepo y familia llegan a casa. Preparamos los pocos detalles que quedaban por hacer. Comemos, estoy de los nervios. Sirvo unos platos de espaguetis que no se los comería ni un regimiento de legionarios… Intento tranquilizarme… Stani llama y nos disponemos a irnos a Fuente Alamo. Los nervios siguen aflorando… Una cola en la autopista nos tiene parados… Llamo al crío que está de juez en la prueba. ¡Qué no llegamos a la T1, a la hora de cierre!. ¡No te preocupes papa, esto es España, todo va con bastante retraso…!. La cola desaparece…¿Qué coño ha provocado el atasco?. Cogemos el dorsal. Saludo a Ginés (el jefe máximo de la organización) le prevengo: " ¡Ponme un tío de la Cruz Roja haciéndome un marcaje a lo “Ovejero”, como me ahogue te la cargas… !"¡Ya me ha advertido tu mujer!, me contesta. No te preocupes, hoy no vas a ahogarte… Recojo el dorsal, el 188. Protesto. "¡Perdón, pero debe de haber un error, me ha puesto con la salida de G.G.E.E. y yo cobro por venir, así que tienes que arreglaro!. La primera impresión de la chica es de nervios, ¡un nuevo problema", debió pensar. Levanta la cabeza y me reconoce, "¡Garban, anda y que te den por dónde amargan los pepinos!. ¡Jolín, con la ilusión que me hacía que Raña me diese un par de cocotazos en la salida. En la puerta de la secretaría, el Juez General, Otalora y Antonio, el delegado técnico se iban para la T2. ¡Cuantos viajes juntos!. Les recuerdo que iré a la cola, que no se vayan de la playa hasta que no salga. El juez general me dice, "No te preocupes he puesto a tu hijo en la barca de juez de natación, ya se cuidará él de que no te ahogues. ¡Pobre Pablete, por culpa de su padre se va a calar!. Nos vamos a la T2. Un montón de conocidos, gente a la que he animado en cada una de las cientos de carreras a las que he ido… Me saludan, Marta, Mabel, Oscar, Angel, Rodri, Ana Cristina y un montón más de gente. Todos saben de mi delicada situación en la "mar serena", me animan, me dicen que el mar está tranquilo, por lo visto todo estaba tranquilo menos yo. Por primera vez en el día me noto algo más relajado. Dejo las zapatillas en la cesta, me oriento para luego dejar la bici… Me doy cuenta que me he olvidado la gorra para correr… Espero que no se me olvide nunca más. Las voluntarias preguntan si necesitamos algo, les digo que sí, que sin darme cuenta he cogido la bici de otro "una paupérrima BH", qué la mía era una de carbono bien cara que por favor me la busquen. No cuela. Subimos la bici de Stani a la baca del coche y nos vamos a Mazarrón. Les prevengo. Mirar el camino por aquí volveremos… Me llama Pepo al móvil, va detrás de mí… “¡Muchacho!, ¿pero has visto que cuesta tiene el puerto este?. ¿Porqué te crees que te he preguntado que desarrollo llevabas?. ¿Es que no sabías lo del puerto?. Le pregunto. ¡Pues no!, me contesta él. Empieza a pensar que la cosa cada minuto se complica un poco más.
Llegamos a Mazarrón, aparcamos y vamos a meter la bici a boxes. Mi crío me “identifica” y me dice: ¡Papa, no puedes meter todo en boxes!, sólo bici y casco. ¡Tó pa fuera, otra vez!. Empiezo a ir de un lado para otro… sin nada que hacer. Me marco y voy a entrar a boxes, esta vez es la juez María la que me dice: “Garban ¿y el gorro?. Otra vez al coche a buscar el dichoso gorrito… Un café. Aún no había tenido valor para ir a ver donde estaban las boyas… Me acerco a la playa… La primera impresión es pensar que no están muy lejos, tiro de memoria y llego a la conclusión de que no es que estén más cerca, es que este año han puesto unas boyas gigantes, están lejos de cojones… De nuevo pienso, ¿qué coño hago yo aquí?, con lo bien que se me dan a mí los maratones y las medias. De nuevo se me descompone el cuerpo…Comienza la sesión fotográfica. Meto barriga, me pongo de puntillas, ambas estrategias son muy buenas para parecer más delgado y algo más alto. Sin embargo la calva desvela mi verdadero estado de forma. Vuelvo a entrar a boxes… Se que algunas veces, "sin darse cuenta", algún compañero le pega una patada a tus cosas y te las manda a tomar por culo para poner las suyas… Un compañero del Tri-oraculo está protestando, ¡Me han puesto tierra en las zapatillas!. Le digo que eso habrá sido algún élite que temerá por su puesto en la clasificación general... A mi alrededor sólo hay amigos, pero nunca se sabe si puede haber habido algún accidente. Todo está en orden…Cojo el material de nadar…Ultimas bromas antes de callar para toda la tarde. Comunico a quien quiera escucharme que los mil euros de premio tienen dueño y que no se esfuercen pues estoy que me salgo... Quien me conoce se ríe, otros me miran con cara de pensar, ¿quién será este alucinao?. Ya no hablo, ya no busco compañía, prefiero estar solo, no concentrado sino acojonado… La bolsa de plástico y el aceite Jhonson hace que el neopreno entre bien. Alfonso, que me ve pálido, se acerca a ayudarme. Mi santa me mira con carita de pena… Paso por delante de una chica que lleva un cartel pegado a la espalda que reza: “Fin de carrera masculina”. Me presento: ¡Hola!, me llamo Garbanzito y vamos a ir hasta Fuente Alamo juntos. ¡No, si yo voy en moto, cerrando la prueba!, me contesta. ¡Pues eso!, le digo, yo seré el último. Se descojonan los cuatro moteros que estaban con ella. Mi zagalico el mayor, se acerca, me dice que no piense, que nade, que no pasará nada, me anima, Gloria también me da ánimos. Me alejo… aún no quiero entrar en el agua, espero que falte algo menos de tiempo, no quiero tragar agua y que antes de comenzar ya tenga el pánico en el cuerpo… Salen las chicas… Es el momento, me tiro al agua, pienso en positivo, parece que esto va mejor que otros días… Caliento poco, pero tampoco necesito más, no hay nada que calentar… Sale la élite, se me reseca la boca, miro las boyas… ¡Dios que lejos estan!!!. Pienso, que soy capaz de hacerlo que todos los días me hago tres mil metros, ¿qué son 750?...Entramos a la cámara de llamadas. Informo a los novatos que en la segunda boya hay un puesto de avituallamiento, bocadillos de bacalao con jarabe de fresa “pá refrescar”, el personal de la parte de atrás, donde el único que tiene tensión soy yo, se ríe de la ocurrencia…En la útlima fila de la salida de un tri siempre estamos gente muy curiosa... Dan la salida… Me retengo, no tengo prisa, buscaré zonas libres… Nado unos metros, me oriento, sigo nadando, toco las piernas de un competidor, me entra pánico… Me paro, intento nadar croll pero es imposible ponerme horizontal, no puedo. Intento braza, pero es igual, estoy paralizado, sin ideas… Nado como los perricos… voy avanzando. Delante de mí un competidor llama a la barca, se sube a ella. Se marcha la barca… Me quiero morir, si se van ahora y a mí me da por ahogarme ¿quién me va a salvar la vida?. Al momento oigo una voz a mi espalda. “¿Está usted bien?, ¿quiere subirse a la moto?. Tanto me debió de cambiar la cara que por fin mi "angel de la guarda" se decidió a hablarme. Ginés había cumplido su palabra, tenía una moto de la Cruz Roja a mi espalda. Como soy un cebollo, lo primero que hago es discutir con el chiquillo. Le contesto "¡Qué no me llames de usted, qué me hace viejo!… El chico se disculpa, ¿Te subes?, me pregunta de nuevo. “No, no me subo. No, no estoy bien, le digo con una mala leche de tres pares de cojones, ¡qué susto me había dao el jodío, por un momento creí que me hablaba dios, cómo no lo veía!, pero no te vayas muy lejos… “No te preocupes”, me contesta… Cada cierto tiempo se alejaban de mí para que no oyera la conversación que mantenían con tierra. Más o menos le venían a decir que me agarraran por los pelos y me sacaran del agua. El chico les decía, que vinieran ellos a sacarme si tenían “güevos” que el viejo del capullo tenía muy mala leche y que le parecía que debajo del gorro tenía pocos pelos. Inexplicablemente para lo poco que hacía por llegar a la boya, esta llegó a mí, en vez de yo a ella. Creía que al nadar paralelo a la costa y no chocar contra las olas podría volver a nadar croll. La gigantesca boya lo que hizo fue acojonarme aún más… Tenía cuatro metros de alta, como mínimo, ¿Cuánta agua habrá debajo?... No hay manera de ponerme a nadar… sigo como un perrico… La segunda boya, igual que la primera por una fuerza divina llega hasta mí, te juro, querido diario, que yo no había hecho nada por llegar a ella. El chico de la Cruz Roja me habla, me dice que falta menos… Por detrás llega otra barca. Mi hijo pequeño estaba de juez del agua y vino tras de mí a animarme, me dice: ¡Papa, yo me tiraría a nadar contigo, pero entonces tendría que descalificarte!, ¡Pues no lo hagas! Contesto. De nuevo mi nenico y el chico de la Cruz Roja, me preguntan: ¿Estás bien?. ¡No!, les contesto. ¿Te sacamos del agua?. ¡Ni os arrimeis!, pero no iros muy lejos… me voy acercando a la costa, intento de nuevo ponerme horizontal, nado un poco, sigo como un perrico, nado otro poco, una y otra vez intentaba hacer pie y dejar de sufrir, no había manera… Quería nadar croll, pues ya intuía que desde la orilla podrían distinguir como me iba acercando y no quería que todo el mundo se diera cuenta que era un manta. El porte y el orgullo no se pierden nunca. ¡Por fin, llego a donde puedo andar!. En meta me esperan los jueces, ¡cuantas tardes juntos en tantas pruebas!, me animan, pero a mí sólo se me escapan unas pocas de lágrimas, no por llegar a tierra, sino porque todo lo que he sufrido en estos diez meses no ha servido de nada. Esta forma de ser tengo que desterrarla, no puedo seguir castigándome por lo que no consigo sino alegrarme por lo que logro y había logrado terminar la natación, veintiséis minutos y veintiocho segundos después de que hubieran dado la salida… Me parece un tiempo extraordinario para lo poco que he hecho por llegar a la orilla. En boxes no quedan bicicletas. En la transición hay un V3M, que se estaba tomando su tiempo para irse y un compañero de equipo que decía que no seguía sufriendo más. Intento convencerlo de que lo peor ya ha pasado, le ofrezco llevarlo a mi rueda. Si hubiera dicho que sí, me habría puesto al ritmo que él hubiera querido, yo ya había fracasado y me hubiera gustado ayudarle… Se niega, me tengo que ir… Antes veo a Mar y a los zagalicos de Pepo, me animan, por su cara adivino que Pepo ha salido bastante mejor que yo del trance… Me pongo un objetivo, cazar a mi amigo… Distingo dos puntos en la ruta, uno comenzando el puerto y el otro a media subida. Aprieto los dientes, rezo porque el primero en pasar fuera Pepo, así conseguiría relajarme. Como no podía ser de otra forma, no era Pepo… El chico iba muy atrancado le digo que suba piñones, dice que como no se suba al cielo a morirse no le queda más para subir que el puerto. Sigo en pos del siguiente, a media subida lo alcanzo. Me dice, “Te estoy viendo desde hace rato y estaba intentando que no me cogieras, pero vas como una moto”… Sabía que eso era incierto, pero se lo agradezco. El hombre llevaba todo el desarrollo metido y le faltaba carretera, no era una compañía adecuada para el llano… Alcanzo la cima y oteo el horizonte en busca de algún corredor, hay uno. Nada más llegar al final del descenso lo alcanzo y el Guardia Civil se viene conmigo… Como viejo que soy, me digo, espero que este guardia sea novatillo y me deje meterme tras la moto… ¡Una leche!, la primera vez que se despista y me meto a su rebufo culebrea y me saca con un pequeño acelerón de la parte de atrás de su moto, ese libro ya se lo había leído el guardia… Se vuelve a dormir en los laureles y de nuevo me meto tras él. Esta vez frena, se pone a mi altura, me mira a la cara, no hizo falta decir ni una palabra, lo entendí perfectamente, no me iba da dejar hacer trampas, lo cierto es que a la postre me alegré, después me hubiese pesado… La larga recta de varios kilómetros de entrada al pueblo, en donde tantas veces había seguido en moto a Raña, Llovet, Ana Burgos, Hall y ver como volaban, me deja adivinar al fondo una sirena de policía. Meto el doce y me acoplo todo lo que soy capaz en la bici, cincuenta y siete por hora en una recta que está en suave bajada… ¡A este lo pillo…!. Conforme me voy acercando distingo los colores del mono de competición, los deseados grises y naranjas de la S.D. Correcaminos, ¡ese si es mi Pepo!. Llega la redonda de entrada a T2, se que no voy a poder pillar, menos de cincuenta metros, marcan el segundo fracaso de la tarde…Le grito: ¡Me cago en la leche, Pepo!. ¿Y tú decías que no andabas en bici?, ¡Me has sacado la hiel para poder cogerte!. Los cincuenta metros de ventaja son suficientes para que mi amigo salga antes que yo a correr… ¡Si no lo pillo ahora me retiro de este empleo!, pienso… Me costó quinientos metros más el alcanzarle. Apreté para que ni se le ocurriese seguirme, si se pega a mí seguro que no me lo quito de encima ni con agua caliente… Intento mantener el ritmo pero es imposible. La natación me había dejado sin moral y la bicicleta me había dejado sin fuerzas, me bajé de ella demasiado tostado… Acabé, saludando y siendo saludado por muchos amigos que me estaban esperando. Llegué a meta y no pude más que romper a llorar, no de alegría sino de impotencia, ¿porqué no me puedo dejar de sentir pánico en el mar?. Mi santa y mi hermano me intentan tranquilizar pero es inútil se que Elche será casi un imposible y me jode enormemente. Poco a poco recupero la calma e intento disfrutar de lo que he conseguido, malamente pero conseguido. Lo pienso mejor y me voy a tomar una cerveza. Se me pasa la congoja al recibir los ánimos y el cariño de mi familia y de mis amigos… Otra vez será. Regresamos a casa, de donde nunca debíamos haber salido…
La semana ya la he contado el las entradas anteriores, querido diario, mañana el resumen del mes… ¿Y el domingo Elche?, ya veremos….
Hasta la próxima, querido diario…





viernes, abril 27, 2007

Triatlon de Fuente Alamo, o crónica de una debacle anunciada...
Esta semana he tenido buenas sensaciones en la bicleta y a pie he vuelto a meter un par de series o tres en el tiempo. La semana pasada no metí ni una de las cinco. Me encuentro mejor, diría que bastante bien. ¡Lástima que tanto trabajo se vaya al garete por mi falta de aptitud en la natación!. Hoy he entrenado 1500 mts. para soltar. Los primeros 750 he ido fuerte, no al máximo pero seguro que más fuerte que iré en Fuente Alamo, el mar me aterra, las olas me marean y el agua salada me da angustia y he tardado 21 minutos y era en la piscina. Diez meses de trabajo y sin pararme a respirar en la corchera y sin nada he mejorado tres minutos respecto al triatlón de Molina. Es patético. Lo malo no es que tarde mucho en nadar, es que me da pánico nadar en aguas abiertas. El miércoles me fui a la Playa del Mojón. Estuve una hora y cuarto, paralelo a la costa, creía que había superado el miedo. El miércoles cambié de playa y fui a La Llana. Había una boya amarilla de señalización a los barcos, llegué, no sin esfuerzo a ella y al regreso, en el mar abierto, con un balanceo como el de un barco y me volvió a entrar otro ataque de pánico. Creí que no sería capaz de ganar la costa. Me dejé llevar por la corriente que me arrastraba hacia el rompeolas del puerto. Luego poco a poco recuperé la serenidad y comenzé de nuevo a nadar. Alcancé la costa, pero muy suave, tengo pánico a nadar fuerte y que me pudiera quedar sin fuerzas para llegar a la orilla y ahogarme. Tengo una cabeza que no para de pensar y eso debe de ser fatal para uno que encima es un miedoso. Llegué a la costa. Nadé de nuevo paralelo a la costa ahí ya fui mejor... Es una pena, no saldré antes de media hora del agua y en Elche no se que voy a hacer... Solo le pido comprensión a los organizadores y que me disculpen por joderles la mañana...
El lunes comenzarenos con nuevos métodos... Espero que en algo me ayuden... Yo sólo quería hacer los 750 mts. en 16 o 17 minutos pero ni eso voy a lograr... ¡Cuanta impotencia se siente cuando no sabes que hacer!...
El lunes te contaré querido diario...

lunes, abril 23, 2007










¿Y qué quieres que te cuente, querido diario?.
Para que esto quede tan liado como lo estoy yo ahora mismo relataré lo sucedido esta semana a saltos. Comenzaremos por el sábado.
El día comienza muy temprano. Tengo un constipado más de dos meses, seguro que a la vejez es alergia, estoy tomando unas pastillas que me ha recetado el médico de familia. No es que sea tan rico que mi familia tenga un médico, es como ahora con la modernidad y el progreso se llama al médico de cabecera de toda la vida, ese de la seguridad social que cuando eras pequeño siempre te regalaba un palito que antes te metía en la boca. Dice que es rinitis, o algo parecido es su nombre. El caso es que se me “atranca” la nariz y no puedo respirar. Por la noche es agobiante, la boca se seca de tanto respirar por ella… En mi juventud me hice un “yonki” del Utabón y demás gotas para la nariz y ahora no quiero caer en el mismo error. Llevo muchos días sin descansar apenas. El sábado, aprovechando que no podía dormir, a las tres de la mañana estaba decidiendo que neopreno ponerme. El Aquaman, va como un guante, pero dice mi hijo que me está algo grande. El Ironman me va bien pero me aprieta en los hombros… Sobre las cinco de la mañana decido utilizar el segundo, prefiero cansarme físicamente que helarme porque me entre agua y encima llevar el neopreno cargado como una mochila. A la postre, será la única decisión buena que tomé ese día. El neopreno funcionó perfectamente A las seis y media me levanto, desayuno y sobre las siete y media salgo dirección a Santa Pola. En el cruce está Stani con Mariló. Tras los transportes necesarios, preparamos las cosas para comenzar la prueba. Lo primero que vemos son unos “pepinos” en los boxes “pá quedarnos paralizaos”. Nuestros lustrosos hierros no pegaban nada de nada en aquel sitio, estaban fuera de lugar. Tantos años con mis zagalicos, me dan la seguridad de que, al menos, esto lo estaría haciendo bien. La bolsa de plástico para meter las paticas y bracicos. Aceite para niños Jhonson para el cuerpo y que no me roce el neopreno. Nos explican el recorrido. La primera boya está a unos doscientos metros, llegar a ella va por cuenta de cada uno. Después tres más cada quinientos metros. Me asaltan las primeras dudas. ¿Las orejas se llevan por dentro o por fuera del gorrito?. Entramos al agua, se me hielan los tobillos. Es el momento de recordar que yo a la playa a lo único que había ido en mi vida es a tomarme unas cervecicas en los chiringos de la orilla. Un pis y casi llego a la boya. Nado un poco. Todos los nervios del mundo que no había tenido hasta entonces aparecieron en un momento. Grito que le digan a mi santa por si no regreso a la orilla que ¡la quiero! Y que les digan a mis hijos que cuiden de ella Suena el silbato y mis compañeros salen en estampida. Me preparo y empiezo a nadar. Creo que el neopreno me va a ahogar, el pecho está comprimido y no puedo respirar, pego un gran trago de agua. Me entra un “ataque de nervios” como sólo había visto a algunas personas en momentos de muchísima tensión. Creo que me voy a ahogar. Nado y paro cada unos cuantos segundos. Creo que no avanzo hasta la boya. Me paro me oriento, no veo ninguna boya… Esto no es para mí. Creo firmemente que me voy a ahogar, nado hacia la orilla e intento ganarla. Estos momentos que se narran en tres líneas pasaron para mí como largas horas de angustia. La tranquilidad que me da el saber que ya no iba a sufrir más, hace que el pánico se vaya atenuando… Cuando me incorporo, cerca de la orilla y comienzo a salir, pienso, si me salgo ahora nunca más volveré a meterme en el agua. Desde la orilla me seguían con unos prismáticos, se hacían apuestas, esto lo supe luego, unos decía que abandonaba, Alfonso decía que no, que estaba pensando… Lo cierto es que salía con la firme voluntad de no volver nunca más a nadar… De pronto pensé en mi Santa, ¿cómo le digo que no voy a Alemania?, ya tengo todo pagado, ¿cómo le digo que ya no necesito la bici?, porque nunca llegaré a tiempo de cogerla en Alemania… Aterrado por la visión del momento que tendría que pasar, miré el mar, volví a pensar en mi santa y decidí que prefería el mar, así que me di media vuelta y de nuevo regresé a la tarea de nadar… Al principio estuve un rato nadando dirección al horizonte y regreso a la playa, pasaron unos minutos, pensé que eso sería suficiente entrenamiento de “adaptación al medio”, eso sería todo lo que haría esa mañana. Gané confianza y decidí que esto no podría quedar de esa manera, me dirigí hacia donde intuía que estaría la siguiente boya… Nadé largo rato, ya la cosa había cambiado radicalmente. No quería alejarme de la costa, así que como la costa estaba en curva me iba desviando progresivamente del lugar donde creía que estaba la siguiente señal. No veía ninguna. Llego a un espigón donde había varios pescadores con sus cañas. En un alarde de inteligencia me acerco y pregunto: -“¿Han visto pasar por aquí a un grupo de nadadores?”. El tío que estaba más cerca que contestó gentilmente: -¡Me cago en tós tus muertos!. ¡Vete de aquí que nos estás espantando la pesquera!. Con gran gallardía le contesto, -“No crea que le espanto ninguna, yo llevo un buen rato por aquí y aún no he visto ni un pez…” Salgo escopeteado del lugar… Creía firmemente que la boya aún estaba delante de mí en dirección a la casa con un pino que nos habían dado los organizadores como referencia… Sigo nadando como Colón, buscando la India, por un lugar por donde no estaba... A todo esto al nadar y llevar la mano hasta la cadera salía una espumita blanca de ese sitio, pensé. “¡Copón, llevo un anzuelo con el sedal enganchado en el neopreno!. De nuevo los nervios me estaban jugando una mala pasada, sólo eran las burbujas que provocaban mis manos al nadar. Al fondo veo una boya, supongo que esa sería, me dirijo hacia ella, ¡Joder, que mal me oriento!, me he desviado un montón…. Vuelvo a ir hacia ella, ¿es que no voy a ser capaz de acertar con la dirección correcta?, estoy como cuando uno quiere enebrar una aguja, paso rozando el ojal pero no atino… Persiguiendo la dichosa boya llego casi a la orilla, junto a la casa con el pino. Quería firmemente dar la vuelta en la última boya, no quería regresar fracasado, necesitaba la certeza de que era capaz de nadar tres mil metros y a esa altura de la película no me iba a permitir tener que mentir cuando me preguntaran donde dí la vuelta. Me daba igual todo, solo quería dar la vuelta en la última boya. Ganas me dan de salir y llamar a la puerta para que los vecinos de la casa pudieran, posteriormente, certificar mi estancia allí. A todo esto se levanta la boya y resulta que estoy no se cuanto tiempo persiguiendo a un buzo… Una vez que he llegado hasta “la pareta”, pues estaba justo en la orilla, como en la piscina, sólo queda regresar. Piano, piano tomo la dirección al club náutico. Ahora es más fácil el club es grande y se que sólo tengo que orientarme de vez en cuando. Cuando llevo un buen rato, veo una boya, luego otra, luego otra, luego una cuarta y se que he llegado. Esto lo resumo muy rápido. Ya el mar para mí no tenía secretos, sólo mis pensamientos interrumpían mis brazadas, de las que supongo no daría ni una buena… Llegaría aunque me costara la vida en el intento… Me sorprendió que físicamente estaba muy entero, más que duro físicamente fue muy duro psicológicamente, la adaptación al mar es difícil y siniestra para los que no estamos acostumbrados. Al levantarme junto a la orilla, aparecieron las siluetas de Alfonso y algún chico más de Santa Pola que estaban barajando la posibilidad de llamar a la Guardia Civil y a la Cruz Roja. Fui devuelto a la orilla como la ballena devolvió a Jonás. Me cuentan que me buscaron con una moto por toda la orilla de la playa. Preguntaron a los pescadores si habían visto pasar a un tío nadando y ellos le respondieron que pasé hacía tanto rato que seguramente ya estaría a la altura de Guardamar… De regreso ya me tenían controlado desde bastante tiempo atrás y ya estaban más tranquilos… Un compañero, me comentó que lo había acojonado pues antes de la salida dije que le dijeran a mi santa ¡Qué la quería con locura! Y que encargaran a mis hijos que cuidaran de ella… El hombre se lo tomó literal… Ya con las bromas comenté que mi intención era batir el record del mundo de apnea, había respirado una vez a la entrada y de nuevo a la salida… También comenté que como no puedo veranear en la playa me había tomado mi tiempo para disfrutar de ésta todo lo posible… Salí del agua dos horas veinte minutos después de haber dado la salida. Hoy en el google he medido las referencias y sin contar las idas y venidas, en línea recta nadé aproximadamente cuatro mil seiscientos metros… ¿Y qué queréis que os cuente?. ¡Todo un espectáculo!.
Ahora tenía que hacer 80 km. en bici… Alfonso, con mucha mano izquierda, me dice que haga un ratico y que luego vuelva, que busque de regreso al grupo… Herido en mi amor propio me empecino en hacer los 80 km. ¡qué ellos vayan donde quieran, qué yo ya volveré!. Cojo la bici y me lanzo a la carretera… El viento en contra pronto va enfriando mi cólera… Comienzo a razonar por primera vez en toda la mañana… Ya les he dado el almuerzo, ¿les voy a joder también la comida?. Llego a Crevillente, el cuentakilómetros marca veinticinco. Recupero la cordura, me vuelvo. Con cincuenta kilómetros, ya vale y así no tienen que esperarme. Seguro que me tomaron mal el tiempo de la bici, la hice bastante más rápido de lo que me marcan los apuntes finales de mi entrenador… Hago la segundo transición y me voy a correr, siete kilómetros y unos pocos metros, voy totalmente desmotivado. Me paso la indicación donde tengo que dar la vuelta y regresar… Los compañeros que van tras de mí me gritan: -“¡Garban, regresa!”. –“¡Coño, dejadme, qué voy a mear!”, contesto… Ya nadie se fiaba de mí…
Llego de nuevo a meta, hago un buen tiempo teniendo en cuenta que no llevaba ninguna motivación y la parada técnica… Al llegar, “¡levanto mi malla, por mí y por todos mis compañeros!. Al final no les doy la comida, he llegado a tiempo, aún quedan los que tienen que correr la media maratón…
Me ducho y me marcho a lo que mejor se me da, el alterne. En un bar cercano nos damos una mano de quintos, cosa que anima a cualquiera.
La comida estuvo muy bien. Frente a mí estuvo Mónica Pellejero, muy simpática. La tuvimos un poco cohibida pues con lo rabaleros que somos, la chica estaría pensando, ¡dios!, ¡dónde me he metido!. A un lado estaban Toni y frente a él su hermana Pilar y su marido, los compañeros que coincidimos camino de la media maratón de Elche. En el menú iban incluidos unos pececillos fritos que me negué a catar. Seguro que si eran tan frescos como decía el proveedor algunos me habrían hecho por la mañana compañía en el agua y uno a sus amigos no se los come, por buenos que estén.
Felicité con gran elocuencia al diseñador y marcador del circuito en bici, pues llegué hasta donde quise sin problema alguno. Estaba perfectamente señalizado. Me quejé airadamente al “diseñador” del segmento de natación. Las boyas tamaño lentejas que había puesto eran imposibles de avistar por un miope como yo… Además, doy fe, que la última tenía vida propia, se iba al lugar que le apetecía. Fue un día muy bien organizado y en el que unos disfrutaron más que otros, pero la verdad es que hubo algún que otro momento en que pensé que no llegaría a la comida, ni a ninguna otra más…
Le expliqué a mi santa lo acontecido, me sentó en su regazo como hacía con sus nenicos, cuando se dejaban porque eran pequeños y me acarició el hocico y me pasó la mano por el lomo, así arrullándome y susurrándome al oído, “¡no te preocupes mi nenico!, lo conseguirás muy pronto… me dormí como los niños, esperando que los problemas se solucionen solos…
El domingo no tenía intención de salir a hacer los 100 km. con tres puertos que me marcaba el plan. ¿Para qué quiero montar en bicicleta si se que no saldré antes de las dos horas diez minutos que marca el reglamento en Roth?. No quería dejar tirado a Stani, así que sin muchas ganas aparecí a la hora convenida. El día estaba encapotado, pero tantos días están igual y al final no llueve, no llevaba el chubasquero, Stani, sí. El plan era subir el Cabezo de la Plata y luego llegar hasta Abanilla y subir El Partior. Ibamos bien. El día anterior pasó más factura a Stani, pues el si disputó la bici que a mí que lo único que hice fue terminar como pude. De todas formas el huertano de la leche se me iba un poco en las rampas más duras, pero no mucho. En el asfalto marca cuatro kilómetros para el puerto de montaña y se cumple “la ley”. Si ha de llover este par de desgraciaos estarán en la carretera. Nos llovió la del pulpo, “Agua para todos”, sobre todo para nosotros dos. Dudamos entre coronar o regresar en ese mismo momento. Como ya estábamos calados decidimos continuar. El puerto es duro, no es espectacular, pero si es duro. A la vuelta con el freno apretado al máximo no había forma de frenar la bici. Helados de frío y jugándonos el físico en el descenso, decidimos regresar a casa, no merecía la pena arriesgarnos a un accidente. Tampoco merecía la pena coger un resfriado y estar enfermo una semana si nos íbamos en busca del segundo puerto del día. Por si acaso nos hubiera hecho falta una “señal divina”, Stani pinchó y cuando cambió la cámara se volvió a pinchar, sólo me quedaba un repuesto a mí y era señal inequívoca de que si no puede ser, no puede ser y todo lo demás es imposible. Llamó a su padre para que fuera a recogerlo, estábamos a unos diez kilómetros de casa. Lo dejo esperando y yo me voy camino de casa. Sesenta kilómetros y un solo puerto. Helado, desmotivado, hecho un vendo… Tenía todo el domingo para pensar y decidir que iba a hacer en el futuro.
Esta mañana me he levantado sin haber decidido nada. Las noches son muy oscuras y se toman decisiones más pasionales que racionales… Me fui a nadar, ni he contado los metros que he hecho. Cincuenta minutos, estaba de dios que tampoco pudiera hacer lo que tenía que hacer, cuando todo va mal, la cosa no puede más que empeorar… Al principio estaba muy torpe, me he pegado unos tragos, he perdido la brazada, me he golpeado varias veces contra la corchera… Poco a poco he ido cogiendo ritmo y confianza. Decido que puedo tener una oportunidad en Alemania, si el canal no es muy ancho y no tengo mucho sitio por donde perderme… Supongo que por torpe que sea la pareta lateral no debe estar muy lejos y sólo podré desviarme hasta allí…¡digo…!.
Lo lamento por el espectáculo que voy a dar en Fuente Alamo, que se pasará pues sólo son 750 mts. pero a los organizadores de Elche, no les arriendo las ganancias. Les voy a dar el día, si es que consigo dar las dos vueltas al triángulo. La hipotenusa de 700 mts. son muchos metros para perderme, espero que haya alguna boyica cada ciertos metros, que me anime a alcanzar la otra…
El martes pasado tenía que hacer farlek. Elegí la orilla del río. Una hora y cuarto. Una hora 3´/3´ con el Capitán Bajoca, antes ya había hecho yo quince minutos. Luego un rodaje de quince minutos. Desde el otro día con las series no tengo buenas sensaciones, me pareció que no iba tan fácil como antes. No se creo que el cambio de estación no sólo me afecta físicamente sino también anímicamente. Diecinueve kilómetros salieron, dieciséis de farlek y tres de rodaje. Por la mañana una hora de natación, dos mil trescientos metros, el martes me parecieron estupendos, hoy ya se que son una mierdecica, pero entonces me animaron mucho.
El miércoles media hora de natación, mi trabajo me está absorbiendo y cuando hay que currar, pues se curra, mil metros. Luego una clase de spinning de una hora y cuarto. Estuvo bien, no es precisamente el mismo ejercicio que en la bici pero algo de transferencia debe de haber.
El jueves dos mil ciento cincuenta metros en una hora de natación. A toro pasado diré que estaba muy contento con los resultados pero ahora ya no puedo estar tan seguro. Lo cierto es que la piscina es una cosa y el mar es otra. No es lo mismo hacer 100 veces 25 metros que hacer mil quinientos metros de seguido y regresar. El control del tiempo y el espacio no es el mismo, no existe una transferencia espacial aunque si la haya física.
A las cinco por Los Cuadros veinticinco kilómetros en dos horas. No estuvo mal, no encuentro la zancada que tenía antes o al menos esas sensaciones percibía en cuanto a mi forma de correr. Voy algo más forzado y el sábado lo pude comprobar, no iba mal pero no iba fácil.
El viernes por la mañana dos mil metros en una hora y me fui a esperar el momento de hacer el “B” clandestino de Santa Pola…
Ahora mismo pienso que aún tengo una oportunidad de ser finisher, aunque se seguro que lo de Fuente Alamo y sobre todo Elche va a ser muy humillante para mí, dudo que sobre todo el segundo pueda salir del agua habiendo finalizado los tres mil metros, igual me tengo que volver antes, pero creo que a nivel físico puedo tener un punto de chance en Alemania. Un canal es más parecido a una piscina que el mar, salado, con olas y con mucho miedo por mi parte…
Este sábado Fuente Alamo. ¡Sabes que no me conoce gente!. Se que algunos se alegrarán de mi fracaso, me jode darles esa alegría, pero los hombres nos vestimos por los pies, ante los malos momentos también hay dar la cara, a los que me aprecian que sepan que aunque pierda estos dos partidos que vienen me dejaré la vida en ganar el último…
Entristecido al ver que tanto trabajo no ha dado el resultado esperado y no porque estuviera mal planificado sino porque el nivel de comienzo era excesivamente bajo para lo alto que se quería llegar, querido diario, seguiré contándote mis penas… Y espero que también algunas alegrías…
Lo de la natación fue de chiste aunque para mí fuera una putada, pero mira que no encontrar las boyas… Y es que no tenía el dominio espacial de 1.500 mts. en el mar… A los pescadores que les espanté la pesquera, pedirle disculpas y a todos los que se preocuparon por mí darles las gracias…
Hasta el lunes, querido diario.

jueves, abril 19, 2007


Decimonovena profecía de Nostradamus.
En nuestro infatigable e inasequible al desaliento empeño por ver la “luz blanca”, por alcanzar el estado de perfección, por llegar al máximo de nuestra puesta a punto, el pasado domingo nos autoinflingimos, organizado por nuestro entrenador una puesta en escena de un doble olímpico.
El tema era nadar en Playa Lisa (Santa Pola) tres mil metros, ciclear 80 km. por la zona y regresar para correr unos kilómetros, en mi caso siete. Todo esto al más viejo y rancio estilo “pirata”, es decir sin contar ni con dios ni con el diablo.
Unos días antes recibí un correo en el que se nos explicaba que la reunión era no competitiva sino una “perfomance” y que el circuito ciclista nos lo adjuntaban en unos planos y un texto que explicaba “claramente” el camino a seguir. Siete gráficos iban adjuntos al correo, uno del circuito en general y cuatro o cinco de los pasos por las distintas localidades. Adjunto, en un documento Word un “literal” de qué dirección teníamos que seguir en cada momento. Adjunto un “piazo” del texto en cuestión.
Salida de Santa Pola, por la carretera de Elche. En la rotonda del BLUE STAR giro a la izquierda en direccion La Baia, Dolores, El Fondo. Seguir esta carretera, siempre en direccion al Fondo (carteles marrones de paraje natural). Se pasan dos rotondas y despues de la segunda rotonda estar atento a un desvio a la izquierda en direccion al Fondo (otra vez). Seguir esta carretera hasta que pasemos un puente pequeño, inmediatamente despues, girar a la derecha. Seguir recto hasta el STOP, aqui girar a la izquierda, ya direccion a Crevillente. Cuando llegamos a Crevillente, tenemos que ir direccion Elche y en una rotonda en construccion, girar a la izquierda, direccion Aspe-Novelda y subiremos la GARGANTA DE CREVILLENTE. Al bajar la garganta llegamos a una rotonda, debajo de la carretera CV84 (ELCHE-NOVELDA), que es la entrada a Aspe. En esta rotonda girar a la izquierda direccion Novelda (VER MAPA DETALLE PASO ASPE), incorporarse a la CV84 hasta el siguiente desvio para entrar en Aspe. En la primera rotonda que nos encontramos despues de desviarnos hacia Aspe, giramos a la izquierda (mejor ver el mapa de detalle).
A este texto le seguían cincuenta o sesenta líneas más del mismo corte. Yo que he pasado varias noches en el cuarto de baño porque soy incapaz de reencontrar el camino de vuelta al dormitorio cuando voy a hacer un pipi, pensé que con esas “indicaciones” seguro que aparecía más allá de FuenteLibrilla a unos cien kilómetros del lugar. Mi estilo germánico de organizar mis actividades me hizo pensar que si era capaz de hacerme una tarjetica con las indicaciones podría ir mirándolas en cada momento, como había visto por la tele a los ciclistas en las grandes vueltas… Ahí que me pongo en un alarde de optimismo a reducir el texto, fotocopiarlo y plastificarlo para que el sudor no dejara mi guía en papel mojado. Una vez realizadas las distintas operaciones tenía una linda tarjetica del mismo tamaño que las de visita por ambas caras escrita pero con letra tan pequeña que ni parándome era capaz de leer ni una palabra, menos si iba montado en bicicleta a una velocidad que yo estimaba, optimista que es uno, más de treinta kilómetros por hora. Comienzo a ampliar el escrito de tal forma que montado en el rodillo pudiera leer la tarjeta y saber por donde ir en cada momento. Una vez establecido el tamaño óptimo de la fuente, resulta que el recorrido plastificado ocupa tres hojas tamaño A4. Empiezo a sospechar que no me iba a dar demasiado resultado el invento. Una vez plastificadas los tres A4 más los siete mapas que me había adjuntado “la organización”, veo ya sin sorpresa pues lo iba intuyendo que poseo un bonito libro tamaño enciclopédico de once hojas plastificadas. Me pongo el mono de competición para ver donde podía alojar “el misal” y descubro con asombro que la “prenda” no disponía de bolsillos, al menos de tamaño suficiente para introducir la “Guía CAMPSA” que había confeccionado. Barrunto donde podría transportar la información pertinente y llego a la “desafortunada” decisión, luego explicaré el porqué, de hacerle un pequeño taladro a las hojitas y atarlas con un hilico a la tija del sillín de la bici. Creyendo que tenía solucionados todos los problemas de logística, dejo mis cosas preparadas y espero el amanecer del día siguiente…
Las cosas van como van y no daremos en este momento explicaciones exhaustivas del sector de natación. Salí del agua como pude y me lancé sobre mi bici. Salgo y nada más salir resulta que llevo las diez hojas plastificadas al viento, igual que los noches de novios arrastran la cuerda con los botes atados al tubo de escape. ¡Clac, clac, clac…! Miro hacia atrás e intento recoger los papeles atados unos a otros y arrastrando por el suelo, metiéndose entre los radios, en fín una catástrofe. Entretenido con este “juego”, resulta que no me doy cuenta cuantas redondas había sobrepasado, una, dos, tenía ahora que girar a la izquierda. Con todo el tiempo que he perdido, no me iba a parar a leer las indicaciones, más si no había contado las redondas que había pasado. Giro a la izquierda y creo recordar que tenía que ver unos carteles marrones de “paraje natural”, no los veo, sigo pedaleando, ahora ya no voy a treinta, cifra que hasta el momento no había alcanzado, sino que me pongo a quince para que no se me pase ningún cartel. Llevo treinta minutos en la bici y me detengo. Empiezo a leer la primera hoja… “¡Dirección al Fondo, dice la el papelico este de la indicación…!, ¡al fondo de los infiernos voy a mandar yo al que me metió a mí en este lío, con lo bien que hago yo mis kilometricos por alrededor de mi casica que me lo conozco tó!. Preocupado cojo el móvil. -¡”Alfonso!, dime… dice mi interlocutor… - ¡qué meperdio!... ¿dónde estás?, me inquiere Alfonso…¡Coño!, espeto yo… -¡Si meperdio, yo que coño se donde estoy!. -Dime, ¿qué ves?... me pregunta Alfonso… -¡Joder!, una carretera, unos árboles y unos sembraos… ¿no ves ninguna indicación?, me pregunta Alfonso… ¡Alfonso, no me jodas!, le espeto yo… ¡Si viera alguna indicación no estaría perdio, te preguntaría padonde tengo que tirar!... ¡Espera, te pongo con uno del pueblo que te puede indicar!... Ahora viene lo bueno, el lugareño me pregunta: ¿Por dónde ves el sol?... ¡Ufff!, esto me suena a cachondeo, intuyo que está todo el grupo descojonándose de mí en estos momentos… ¿por dónde lo voy a ver?, contesto desairado, ¡por los ojos, cómo siempre!. ¡No hombre, no!, si lo ves por la derecha, la izquierda, es para orientarte y que puedas regresar… ¡Me cago en la leche!, le digo… ¡ Si aquí está nublo, yo que sé donde está el sol!... ¡Coño!, contesta el lugareño, ¡si que te has ido lejos!, aquí hace un sol de puta madre… Tras tres cuartos de hora de conversación de este corte, decido mandar a freir espárragos al lugareño, a Alfonso y a toda la peña que tras el móvil de éste último esta riéndose de mí desde hace media hora… Con lo que queda de batería llamo a mi “santa” que esa sí que no me falla y le digo que me busque. No es que a ella si sepa explicarle donde estoy, es que mi perros tienen gran experiencia en el tema y en un tris y poniéndolos en la playa de donde partí, me encuentran en ná de tiempo. Tres horas más tarde, con un gasto en móvil de sesenta euros, muerto de hambre y de frío, pues para colmo me había llovido, me encuentra mi mujer, tirao en un arcén, dice ella que a tres kilómetros de Santa Pola, así que me apunto en el plan: Natación, tres mil metros. Bicicleta, tres kilómetros en seis horas… Humillado pero contento pues hubo un momento en que me creí que me iba a fabricar un “amigo” (como el de la película) con uno de los bidones del agua, regresé al punto de partida, de donde nunca debí de salir…
Yo no sé si estoy preparado para estas cosas…
Oráculo del señor…

Nota del autor: La perfomance la vamos a poner en práctica este sábado, pero lo del circuito es cierto, el relato se llama “profecía”, porque seguro que me pasa algo parecido o peor…
Ya te contaré querido diario…

lunes, abril 16, 2007

¡Habemos gente pá tó!.
Quince días de fiestas y pequeñas fiestas seguidos son muchos para un cuerpo entrado en años, castigado cuando debió ser cuidado y nuevamente castigado para que se ponga como no estaba cuando debió estar en condiciones. ¡En fin, un galimatías!. El caso es que se acabó la Semana Santa, se acabaron las Fiestas de Primavera y el sol volvió a salir, la lluvia se refugió donde siempre vive y todo vuelve a la normalidad. Esta normalidad sería total si en estos quince días me hubieran salido las series, las “sensaciones” en la piscina hubieran sido buenas, si el sábado no me hubiera quedado cortado de Stani en cada una de las putas cuestas que subimos y con ello la cabeza, cual hormigonera, no se hubiera puesto a dar vueltas y a reconcomerme la moral, pensando si no estaré bien, si me habré pasado de entrenamiento…si… tantas y tantas cosas que te vienen a la azotea, como palomas, cuando las cosas van mal e intentas darle una explicación y en el peor de los casos lo único que encuentras son justificaciones subjetivas.
Bueno, como ¡habemos gente pá tó!, las procesiones, los huertanos y los sardineros han “estao petaos de gente” y yo, como un cebollino, sólo miraba e intentaba refrenar mis ansias por salir al ruedo a divertirme...
El lunes como viene siendo habitual hice por la mañana una sesión de natación. Como no tenía muchas ganas después de los doscientos kilómetros del domingo, hice dos mil metros. Los primeros seiscientos de calentamiento y luego alternaba cincuenta aeróbicos intensos, con cincuenta de nado continuo hasta completar la insuficiente a todas luces, cada vez está más cerca el triatlón de Elche y comienzo a percibir el “miedo escénico” de si seré capaz de nadar tres mil metros en el mar de una forma pseudocompetitiva o bien me ahogaré o saldré vivo pero indignamente a más de una hora del primer competidor que finalizara el segmento de natación. Ahora comienzan “¡las madres mías!. ¡Madre mía!. ¿porqué no habré entrenado más en el agua. ¡Madre mía!, ¿porqué no me habré apuntado a un club de natación?. ¡Madre mía!, ¿porqué tengo que nadar esquivando ancianos y apartándome a niños de la chepa?. Todo eso tiene explicación, simplemente porque no tengo tiempo, dinero, ni facilidad para poder realizar esto de esa manera. Todos reconocemos lo que es bueno de lo que no lo es tanto sin tener que indagar mucho. El sentido común es innato en el ser humano. Lo que ocurre es que, aunque me vendan un Mercedes último modelo por 6.000 euros, que es una superganga, igual yo no tengo un millón de pesetas para comprarlo y no por ello no deja de ser barato ni bueno, simplemente es que yo no puedo acceder a él.
En mi etapa de entrenador de balonmano, acudía periódicamente a cursos de actualización y a seminarios de entrenamientos avanzados. Los gurús de la época, Sergi Petit, Bárcenas, Díaz Román, Antón (del INEF de Granada, el profesor más agrio que he tenido en mi vida, pero un fiera enseñando tácticas de equipo), nos hacían unas planificaciones y nos demostraban como planificar temporadas, ciclos, microciclos, mesociclos, entrenamientos de una forma eficaz, amena y que ponía a los equipos en forma para el día D y la hora H. El problema es que ellos viven en un mundo irreal para los pobres mortales. Planificaban semanas con diez sesiones con un día de descanso, gimnasio, pista, monte. Un montón de material y disponibilidad de medios apabullante. Como dicen por mi pueblo: ¡Con buena picha, bien se jode!. Al acabar los cursos, nos dábamos cuenta que de todo ello, sólo podíamos aplicar en nuestros clubes el diez o el quince por ciento. Las pistas no están a nuestra disposición todos los días que necesitamos, el club tiene más equipos y en el polideportivo se practican más deportes. No tenemos potencial económico para adquirir el material que necesitamos para las sesiones. No tenemos jugadores con disponibilidad para entrenar diez veces a la semana. La calidad de nuestros jugadores no es la adecuada para mantener la intensidad de un entrenamiento de esa exigencia y así podríamos seguir enumerando circunstancias que nos impiden alcanzar las cotas de eficacia que se podrían alcanzar con nuestros conocimientos. Y qué ocurre, ¿qué nosotros éramos peores entrenadores que ellos?. En cierta manera sí, pero es que nosotros nos tenemos que adecuar a lo que tenemos y nuestro mérito está en sacar el 100 % de rendimiento a nuestras circunstancias. Si con la escasez de medios consigo mantener un equipo en primera, igual mi nivel es superior al de otros entrenadores que quedan delante de mí en la liga, pues yo he conseguido sacar el máximo de rendimiento, igual ellos aunque nos superen en la clasificación sólo han sido capaz de conseguir un rendimiento del 80 por ciento de sus circunstancias.
En los cursos nos enseñan que lo primero es evaluar el punto de partida. Tenemos que tener conciencia de a que nivel nos encontramos. Por otra parte tenemos que ponernos objetivos realistas y que puedan ser conseguidos. Me explico. Quizás si yo me pongo como objetivo clasificarme en élite para el Campeonato de España, sólo tendré que irme al clasificatorio que se hace en las islas y allí se clasifica todo el que termina la prueba. Quizás el objetivo real debiera ser, no el clasificarme que puede ser relativamente fácil, sino por ejemplo. “Objetivo principal de la temporada: Que no me doblen en el campeonato de España elite. Pues si me doblan demuestro que aunque me clasifiqué de una manera fácil, no tengo el nivel para participar en él pues me pasaron como un cohete. Creo que me explico…
El martes era el Bando de la Huerta. Multitudinario festejo en el que se ha desvirtuado gran parte de su significado, tampoco era ná del otro jueves, una banalidad…, para finalizar en un día que todo el mundo se “disfraza de huertano”, se van de cervezas, luego de vinos, luego de cubatas hasta que amanece al día siguiente. Como es fiesta en Murcia la pista está cerrada. Nos fuimos a las nueve a Alcantarilla. Una pista de cuatrocientos metros de tierra. La hora, un día frío, las pocas ganas, en fin, que no tengo excusa. Cinco series de dos mil que nos metimos entre pecho y espalda el bueno de Stani y yo. No hice ni una en el tiempo de siete cincuenta que teníamos establecido. Se me encendieron todas las alarmas, la cabeza se puso a pensar, no hay nada peor que ponerse a pensar cuando no salen las cosas. La moral por los suelos y comienzan las dudas sobre todo el trabajo que uno está haciendo…
El miércoles tenía doble sesión. Piscina y spining. A las siete dos mil metros. Como tenía la cabeza como un tambor por el fiasco del día anterior, tampoco tuve ganas de hacer la rutina programada. Esta vez fueron, de nuevo, seiscientos metros de calentamiento para proseguir con cien metros aeróbico intenso, cien de nado continuo. Seguro que hice más, pues pensando, pensando, perdía la cuenta con suma facilidad…
Por la tarde una sesión de spining, que ponía en el tablón que era "pro", pero a mi me pareció "¡puag!". Como todo el mundo estaba resacoso, menos yo que ironía, el profe fue condescendiente y estuvimos vagueando durante una hora y cuarto, de algo sirvió, pero nada del otro mundo.
El jueves de nuevo natación. Otros dos mil metros. Seiscientos de calentamiento y esta vez opté por hacer doscientos aeróbicos intensos y cien de nado continuo. Creo que no hay que explicar demasiado que aeróbicos intensos, a mi nivel, es algo más rápido que el viaje de una piedra en el fondo de un río… Por la tarde noventa minutos en K1, K2 y K3. Elegí la modalidad 40 minutos, 30 y 20. Lo hice por Coto Cuadros. Fue una sesión contradictoria, pues mientras que si analizamos el número de kilómetros estuvo bastante bien. Un circuito que cuando ruedo normal tardo una hora y tres cuartos lo hice en hora y media, unos 21 kilómetros. Si miro el pulsómetro un desastre, más motivos para seguir pensando y elucubrando, ¡qué coño está pasando!… En el K3 no estuve más de dos minutos. No era capaz de llegar a las 171 pp que me pedía el plan. 168, 169, pero no más y eso me preocupa…
El viernes de nuevo dos mil metros para esta vez cambiar los doscientos por trescientos aeróbicos intensos de las rutinas de los otros días de la semana. Sin novedad en el frente, estamos a un nivel de natación en el que noto una gran mejora a nivel físico. Me he convertido o estoy en fase de convertirme en un nadador fuerte. Cada vez me cuesta menos realizar el trabajo de agua, me canso menos, pero no consigo mejorar en cuanto a eficacia, nado ligeramente más rápido que al principio, pero los avances son, como dirían en las resultados de ciertas pruebas, despreciables…
Si la semana fue un vía crucis, el sábado no iba a ser menos. Cien kilómetros por Murcia, Abanilla, Mahoya, Fortuna, Archena, y vuelta… Un terreno que no me gusta nada y al que me adapto fatal. El viento nos acompañó toda la mañana. No hay lo que llamaríamos un puerto, pero hay infinidad de subidas de trescientos o cuatrocientos metros durillas… Pues me quedé cortado de Stani en todas. No pasó ni una en la que al llegar al alto no tuviera el de Monteagudo que aflojar para esperarme… No nado, no corro y ahora tampoco monto en bici… Soy, como podrás comprobar querido diario, una joya de valores deportivos…
El domingo tenía que haber ido a la Vía Verde. 30 kilómetros facilicos por una vía del tren en desuso. Como tengo la cabeza que tengo, me había olvidado que este domingo era el IV Duatlón Ciudad de Orihuela, “Memorial Joaquín y Carmen”. Estos chicos, triatletas muy jóvenes, fallecieron hace cuatro años en un accidente de tráfico justo cuando el resto del grupo de entrenamiento estábamos corriendo la Media Maratón de Pinoso. Los conocí poco tiempo pero muy intensamente. Grandes recuerdos del viaje a la Copa del Rey en Córdoba, las concentraciones de los menores, los entrenamientos, etc. El caso es que desde que comenzó la prueba en recuerdo a ellos dos, el club de triatlón Tragamillas se fundó por una bonita historia con ambos relacionada, colaboro en lo que puedo con la organización. Este año no podía ser menos. Allí nos fuimos, mi santa, mis zagalicos y yo a hacer lo que fuera menester. Mi santa hizo las clasificaciones en colaboración con mi pequeño. El mayor puso y quitó vallas, cintas, boxes, dirigió el tráfico, ayudó a la señalización y yo como en años anteriores hice de “hombre altavoz” de la prueba. Fue un día que creo que me curó de todos mis males. Nos volvimos a juntar un montón de amigos. El tiempo nos respetó y se pudo disputar una bonita prueba. Me guaseé un poco de Jose Carlos anunciándolo como un firme candidato a la victoria y haciendo al público fijarse en una “meteórica transición” de más de cinco minutos del nenico… Animé a Andreseitor y pudimos conocernos y saludarnos y allí estábamos vivos, que no es poco, con toda la gente que te aprecia, los que no fueron, se lo perdieron, no los echamos de menos.
Hoy como el “Ave Fénix”, he resurgido de mis cenizas y he realizado el entrenamiento de natación. No sólo he seguido la rutina sino que la he acabado. Tres mil doscientos cincuenta metros, algunos más pues aún no soy capaz de concentrarme tanto para no perder la cuenta, el tiempo algo cutrecillo, una hora treinta minutos, pero estoy vivo, sano, tengo una santa que me quiere, unos hijos que a su manera también lo hacen, un montón de amigos y muchas ganas de seguir luchando…
Por cierto, la china nos dijo que salía de casa el 15, aún no nos ha confirmado si está montada en el avión, de todas formas ya me da casi igual, cuando llegue llegará, mi BH no me ha dejado en la estacada todavía y se porta como una loba…
Últimamente no me sale la vena, cínica y desenfadada con la que intentaba aderezar mis relatos. Se nota que el cansancio se acumula y que esto es duro de cojones, no por terminar la prueba, que si no pasa nada se terminará, sino por el montón de tiempo que inviertes, por lo que dejas de lado a la familia, por lo que olvidas a los amigos…
Me voy a poner un objetivo, el mío será realista aunque no difícil, escribir antes del lunes un relato divertido de algo de lo que nos pase esta semana…
Así, que estad atentos a la pantalla… Antes del lunes..., lo prometo.
Adiós, querido diario.

lunes, abril 09, 2007

¡Más kilómetros, es la guerra!.
El domingo a las ocho de la mañana, con un frío de perros, una humedad que ni en la selva Vietnamita, un cielo encapotado y feo, una mala leche de tres cuartos tirando para el kilo, le comenté a Stani: “¡Si hace un año me dicen que el Domingo de Resurrección iba a estar yo aquí montando en bicicleta en vez de en la puerta de la Iglesia de Santa Eulalia esperando a que saliera la procesión con un buen “revuelto” (mezcla de anís seco con vino viejo) como es típico en Murcia, le hubiera dicho a la persona que me lo hubiera comentado, tú no me conoces, si faltara “p´aceite” voy a dejar de estar yo allí!”. Pues como en esta vida no se puede decir: “¡De esta agua no beberé, ni este cura no es mi padre!”, allí que estaba yo el domingo, con mi bici dando pedales, mientras salía la procesión y toda mi familia había encargado una comida en las barracas como a nosotros nos gusta, con mucha cerveza, buen vino y muchas grasas de cerdo…
Mi entrenador, que está dispuesto a sacarme de los bares a base de ponerme entrenos kilométricos e interminables, dispuso con mucha guasa, que este domingo nos teníamos que meter entre pecho y espalda 200 km. en bici, en vez de tres ristras de morcillas, cuatro metros lineales de salchichas, tocinos varios y algunos litros de vino. Román, que había confirmado su presencia, fue el más listo y no apareció. Tuvimos un largo debate con la logística de la etapa, pues para hacer 200 km. en Murcia o damos tres vueltas a la provincia o tenemos que salir con pasaporte y pasarnos a Argelia. Acordamos que iríamos primero dirección hacia Abanilla y Fortuna, para luego regresar a Santomera, de allí a Arenales (Elche) por Orihuela y Crevillente, a fin de volver a inspeccionar la playa y regresaríamos por Dolores, Benijofa, Algorfa, etc… que es la ruta más larga…
A las ocho partimos hacia Fortuna. Carretera pestosa pues tiene un montón de sube y baja. Pronto nos encontramos con el primer ciclista que al oírnos llegar, hablo a gritos pues estoy más sordo que una tapia, hábilmente se espera para subirse hasta Abanilla a nuestra costa. Nosotros que teníamos por delante un día muy duro y muy mala follá nos esperamos, viendo el nenico que no llegábamos decide seguir con su ritmo. Al poco oigo el tintineo de un cambio a mis espaldas, de reojo me cercioro de mis sospechas, otro listo a cola… Stani que está “cegao” con tirar del carro no se da cuenta. Cerca de Mahoya, por fin, el de Monteagudo se da cuenta, se va a cola y comenta la comida que lleva. Mi contestación es: “¡Pues yo llevo comida para un bautizo!”. El ciclista, de Benferri para más señas, pregunta ante el extraño derrotero de la conversación: “¿Vais a Fortuna?”. No, le contesta Stani, estamos haciendo unos treinta kilómetros para completar la etapa y luego nos iremos hacia Santa Pola, el nombre de Arenales del Sol no le dice nada a nadie más que a los lugareños de Elx, tenemos que hacer 200 km., si llegamos a ir cuesta arriba se cae de culo del susto que se llevó. “¡Con razón lleváis tanta comida!, espeta el del marquesado… Pronto nos volvemos hacia Santomera. De regreso nos pasa el primer ciclista que nos esperó, ya iba de hacia casa, nosotros aún ni habíamos desayunado. Nos cruzamos con los del grupo de Santomera que habían salido a las nueve y encaramos dirección a Orihuela. La ruta transcurrió con normalidad, algo de viento en contra y por desgracia nada de lluvia, dos gotas hubieran sido suficiente para que hubiéramos decidido darnos la vuelta, ganas teníamos las justas. Pasamos Elche y encaramos la carretera de Arenales del Sol. Llegando nos cruzamos con un grupo de trialetas del Triatlón Alicante y un poco más delante otros que regresaban de las excusiones que se habían organizado para reconocer el terreno del triatlón del día 5. Nosotros hemos reconocido toda la ruta dos veces y subiremos el Albaterolo como señores, con el diecinueve, jajajajajajaja, vaya broma….
A la vuelta nos volvimos a cruzar con otro grupo de triatletas. Aparte del avance de larga, llevaban unos coquetos cascos de contrareloj, que dudo les sirvieran de algo para la velocidad que llevaban, no es crítica, es sencillamente la realidad. Un tío que sea capaz de ir a cuarenta le ayudará a ir a cuarenta y uno pero de ir a veinte a ir a veintiuno, no le veo gran ventaja… la verdad…. El regreso fue estratosférico, de nuevo Stani se puso a tirar y de las cuatro horas catorce minutos en los que llegamos a 110 kilómetros en Arenales, llegamos con doscientos kilómetros y siete horas siete minutos. Meter la bici en el garaje y comenzar a llover fue todo uno…
El sábado estuvo toda la madrugada lloviendo. A las siete seguía la misma tesitura y no paró hasta las nueve y media. Estaba organizando la mañana para ir a hacer spining y luego correr una hora y cuarto cuanto apareció mi hermano para ir a correr. La bici estaba descartada, la carretera estaba mojada y no iba a terminar antes de la una y luego correr, imposible tener a la familia, presumiendo que el domigo no llegaría hasta las cuatro a casa, sin atender este sábado. Así que por segunda vez en lo que va de año, por fuerza mayor, se suspendió los cincuenta kilómetros en bici y en vez de correr setenta y cinco minutos nos dispusimos a correr durante hora y media “el capitán bajoca” y yo. Nos dimos un buen tute por “Los Cuadros”, una vez que me habían jodido el entreno el sol salió radiante… El caso es que, como siempre, me quedé con remordimiento de conciencia.
El martes tenía que hacer series. Como era la primera vez que hacíamos dos miles me reservé y no fui a nadar por la mañana. Tiré la primera de Stani, Ramón y Román. La clavamos a 47 el doscientos, 7,50. Antes de comenzar la segunda Paco Romeo, un compañero de entrenos que anda el triple que nosotros, se ofreció a tirar la siguiente. En siete cuarenta y ocho llegamos al final. Román se bajo en la primera vuelta. Paco, que es un “legías”, se ofreció a tirar en la siguiente y la otra. Cuatro, todas en el tiempo previsto. La última se terció de la siguiente manera. El Romeo tiraría, progresivamente, hasta la última vuelta en la que cada palo aguantaría su vela. Paco, debe tener el lenguaje de segundo de bachiller suspenso, porque por lo de progresivamente entiende otra cosa de lo que pone el diccionario. Faltando dos vueltas me bajé de la moto, me llevaba asfixiado. De nuevo Stani, me había vencido. Me subí de nuevo en el último cuatrocientos y el de Monteagudo, con los ojos inyectados en sangre, llegó hasta el final. Siete veintitantos le marcó. Nueva derrota en mi casillero.
El miércoles era un día muy especial para mí. Sale la procesión de los “coloraos”, mis dos hijos, el pequeño debutaba, salían en la misma y por primera vez en muchos años, yo no salía. Mi entrenador para asegurarse de que no hacía ninguna estupidez me puso en el plan que nadara por la mañana y que por la tarde montara en bicicleta. Así que a las siete estaba dándole a las aguas hasta alcanzar la bonita cifra de 2.350 mts. A las tres me fui a montar en bici. Me mojé y decidí volver a casa con 15 kilómetros. Llegando cesó de llover y como tengo el sentimiento de culpa éste que tengo, decidí seguir un poco más. Me volví a mojar. De regreso cesó de nuevo y otra vez nuestro chicuelo no se bajó y siguió pedaleando. Cuando por fin tuve el suficiente valor para decidir pararme ya había hecho la totalidad de los kilómetros que me habían ordenado realizar. El “señor” premió mi perseverancia abriendo el cielo y dejando que el sol resplandeciese y que mis zagalicos pudieran procesionar para su satisfacción y mi orgullo paterno. Pacorro se pegó tal tute a cargar que volvió a la iglesia con casi todos los caramelos y chucherías que se había metido en la “sená”, como llaman los huertanos al buche donde van alojados los caramelos y dávidas diversas. Pablete, reconoció que había “nacío p´a esto” y también disfrutó como un enano. A las tres de la mañana, regresamos a casa contentos y orgullosos mi santa, mis nenicos y yo.
El jueves nos levantamos sobre las ocho y cansados fuimos a la iglesia a limpiar el paso y dejarlo en condiciones para que salga el próximo año, sino pasa ná. Tras un almuerzo nazareno, es decir, bien comidos y bien bebidos, los nenicos no, regresamos al hogar, para a las seis de la tarde rodar dos horas por el Coto Cuadros. Se hicieron largas, pero se hicieron.
El viernes a las seis de la mañana nos fuimos a ver, como desde que tengo uso de razón, salir la procesión de Nuestro Padre Jesús, los Salzillos. Cuando hubo salido “La Caída”, me fui a nadar. La primera vez en mi vida que sin terminar de salir la procesión abandonaba la esquina de la Lonja antigua, junto a buzón de correos y tras el kiosco de los periódicos y menos aún que no iba al almuerzo nazareno que acompaña a tan tradicional procesión. Todo el mundo estaba almorzando mientras yo me despachaba tres mil novecientos metros de pasión en el agua.
Este año ha sido una Semana Santa atípica. Sinceramente diré que ha sido muy dura para mí y nada gratificante. He cumplido como un “señor” a lo que me había comprometido, pero no estoy muy seguro de que haya disfrutado mucho por ello…Tras Roth será el momento de evaluar si merece la pena… Una cosa es segura, sin este tipo de sacrificios un desafío como el nos hemos propuesto, digo nos, pues es algo en equipo, sin la colaboración de tu entorno, tu mujer, tus hijos, tus amigos, tu entrenador, no es posible… Pero aún no se si merece la pena… De momento, a pesar de estos malos momentos, no quiero dejar de disfrutar todos estos minutos que te brindan la preparación de un reto de esta envergadura, ¡no digamos aún, de esta agua no beberé, ni este cura no es mi padre!”… Pero pá mí que “éste no va a ser mi padre…”
La china sigue sin llegar. La otra china, la que nos escribe los e-mail dice que estará la próxima semana, en ese momento se cumplirán dos meses desde que pagamos… No sé, tampoco, si merece la pena, pero no tiene vuelta atrás. Lo seguro es que una máquina de esa envergadura no te la sirven en ninguna tienda sin una espera más o menos parecida a esa y por el doble, sino más de precio, así que ya estoy tan curtido por el esfuerzo y el sacrificio que ni sufro por la espera de la “china”, “cuando tenga que ser será”.
Esta semana comienzan las Fiestas de Primavera. Es otro mundo de fiesta, diversión, comidas, bebidas, en esta tierra que todo se hace en la puerta de la calle gracias al espléndido tiempo que siempre hace (este año, no, este año hace un tiempo de mierda), no se entiende ninguna fiesta sin comer ni beber. Buscaré en el álbum. Igual encuentro algunas fotos de huertano. Tampoco es que me tire mucho esta fiesta, tras la semana santa quedan pocas fuerzas para seguir de farra. El martes haremos las series a las nueve de la mañana en Alcantarilla, es el Bando de la Huerta y Stani se viste y se va con su Mariló de barracas. Como yo ya vivo en el campo no me iré de barracas, le pegaré fuego a la barbacoa y me comeré las morcillas allí mismo, con mi santa. Mis nenicos no podrán dejar de seguir los cantos de sirena del Bando. Fiesta que se parece por lo descomunal y desorbitada a los San Fermines, pero dura un solo día. El sábado el Entierro de la Sardina, esta fiesta es para otro tipo de murcianos, grupo al que nunca he pertenecido y con el que no me siento identificado.
Pues desde las fiestas de primavera, se despide de ti, querido diario, tuyo que lo es
Garbanzito

Hasta la semana que viene…

martes, abril 03, 2007

Seguimos con el tema…
En primer lugar daros las gracias a todos los que me leen y a todos los que me escriben por vuestros comentarios en el blog. Me hacen sentir, porque saber ya lo sabía, que soy querido y apreciado por, al menos, todas las personas que yo quiero y aprecio. Todos los puntos de vista son válidos y tienen su manera de ver las cosas. Gracias.
Lo que si me gustaría es que no quedara esto blandito, no era esa mi intención cuando escribí las dos últimas entradas, era por contarle a alguien, en este caso a mi blog, cosas que quizás no tendría el valor de contar a nadie a la cara, en mi caso y creo que es algo común, ser francos se confunde con el ser tontos, la educación con la debilidad y así una serie de cosas. Muchas veces no expresamos lo que pensamos para no romper la coraza que nos protege de los demás y no mostrarnos como somos…

El martes pasado tenía que descansar totalmente, pero de nuevo mi tozudez, mi forma de ser me hizo salir disparado hacia la piscina. Cuando nado experimento una doble sensación. Por una parte estoy deseando dejarlo, la señorita Rothenmeller me mira, los instructores, los demás usuarios y temo que sea por lo mal que lo hago. Quisiera saber que es lo que están pensando, me da vergüenza estar tanto rato nadando y que ellos estén cabilando: “¡Vaya pato, qué pérdida de tiempo!”. Mi hermano escuchó el otro día en el vestuario a un jubilado del grupo de las siete de la mañana comentar sobre mí que estoy loco, “¡qué solo hago más que dar vueltas en la piscina!. Por otra parte tengo tantas ganas de hacerlo bien que no puedo estar sin nadar, sólo con la esperanza, ilusa por cierto, de mejorar y salir más cerca de la hora y cuarto del agua que de la hora y tres cuartos… Pues lo que contaba el día de descanso se saldó con dos mil cien metros de nado, según la rutina que marcaba el plan.

El miércoles tenía doble sesión, lo hago notar porque generalmente las dobles sesiones me las pongo yo. Rara vez tengo que nadar y correr o nadar y montar en bici. Por la mañana en la piscina otros dos mil cien metros, siguiendo el plan de natación que me marca mi entrenador y por la tarde tenía que hacer sesenta minutos de rodaje. Tuve que bajar a Murcia y no llovía, pero como no me llevé la ropa, subí a casa para rodar por el monte. Pues como los principios fundamentales de la casuística siempre se cumplen, allí que llego y comienza a diluviar. Esperé un rato esperando a que escampara o al menos no me calara hasta los huesos en los primeros cien metros, ¡qué si quieres arroz Catalina!. Aquello no paraba, así que me fui a coger la máquina que mi santa se compró a principios de año, de esos principios de año en los que todos prometemos cambiar de vida, dejar de fumar, etc. y subí a “la elíptica”. Mi santa la tiene perfectamente engrasada pues casi a diario le da caña después de ir a pasear a los perros. Lo del paseo de los perros es algo digno de contar pero hoy sólo daré un par de pinceladas. ¡Nena, no te enfades, que es broma!.
Mi santa casi todas las tarde que hace “bueno”, le pone las correas al pastor alemán y al boxer e inicia lo que sería un agradable paseo por el monte. Ella está empeñada en hacerlos unos perros buenos y obedientes con sus dotes de “domadora”, profesión que todas las mujeres tienen por segunda ocupación, unas doman maridos, novios o amantes y otras perros, cocodrilos o leones… Ambos perros tiran de mi pobre santa a la vez que ella les ordena cosas como “plas”, “sit” y demás “latinajos” que se supone que los perros entienden… Como si de BEN-HUR se tratara, mi nenica lleva las correas de los perros como si riendas de una cuádriga fuesen. Ella quiere ir a la “Fuente del Caño” de paseo, los perros toman dirección a la “Vereda del Fresno”. Ella quiere ir al “Monte Blanco”, los perricos dichosos se dirigen a “Villa Diego”… y así sucesivamente. El caso es que ha terminado haciéndose amiga de una amable señora de edad inacertable que tiene otros perros, que suponemos de distinto sexo y es al lugar final al que siempre llega arrastrada por los dichosos “corceles”. El caso es que como no hay manera de traerlos de vuelta a casa como no sea encerrados en el coche, la “conductora de la diligencia”, acaba su ejercicio diario subida en la elíptica, viendo alguna película del “plus” y siendo mirada atentamente por sus perricos que se suben al alfeizar de la ventana y babean los siempre relucientes cristales, pensando ambos animalicos, supongo, qué lástima de esfuerzo que está desperdiciando la ama, con lo bien que se lo pasan los tres cuando “van de paseo”. Mi santa con los brazos que le han crecido un palmo gracias a los tirones de los perros, se lo pasa “pipa” dándole caña a la elíptica, asida a sus dos bastones y poniendo en el marcador cifras que no tienen nada que envidiar a la puntuación de muchos videojuegos.
Pues eso, que me subí a la elíptica y durante una hora estuve dándole a los cajetines esos, mirando a cuanta velocidad iba y a cuantas pulsaciones subía, mientras me entretenía con las bodadas de Boris Izaguirre y los encantos de su partenair en la presentación del programa “Channel número cuatro”.
El jueves tras salir del curso me fui a correr por el río y el malecón durante dos horas que era lo que me marcaba el plan. Comentar que pese a tener curso estos días me he podido apañar bastante bien para salir a entrenar. El jueves, como digo, tras acabar la clase me metí en el cuarto de baño de la academia y me puse el disfraz de corredor. Al salir, los alumnos de otras clases me miraban supongo que pensando que era un freky de “cuidao” y al bedel de la puerta de acceso al edificio le arranque una sonrisa al verme salir de esa guisa. Comencé a correr, dejé la mochila donde llevaba la ropa que me había quitado en el coche y continué hasta el río. Di la vuelta al llegar a la fábrica de la Hero en Alcantarilla, sólo llevaba cincuenta minutos, para unos once kilómetros, quizás algo menos, pero no quería que se me hiciera de noche en la Mota, aún no quiero echarme “novio formal”. Llegué a lo que antaño era el “Club Remo” y comencé a correr por encima del Malecón, a las dos hora de haber comenzado el ejercicio me encontraba en el coche dispuesto a volver a casa. Me llamó mi zagal pequeño. Esa tarde se había examinado del carnet de conducir y había aprobado. Esto ha sido un alivio para todos. De principio no tendrá que levantarse a las 6,30 para venirse a Murcia para luego coger un autobús que lo lleve a la facultad. El servicio de autobuses no llega a donde vivimos. El pobre crío está en la puerta del “colegio” incluso antes de que la abran , los compañeros le preguntan "¿si es que no ha ido a casa el día anterior?. Por otra parte, nos libramos de tener que transportarlo a cada una de los cientos de actividades que tiene esta hiperactiva criatura. No he contado que el jueves, aunque no tenía que nadar, sólo lunes, miércoles y viernes, me dí una sesión de autoconfianza de 3000 mts. de nado continuo
El viernes por la mañana a nadar dos mil quinientos metros según el plan establecido.
El fin de semana de nuevo era algo chunguillo. Por lo menos no llovió, cosa que alivió bastante el esfuerzo. El sábado quedé con Stani para hacer cien kilómetros en bici, con tres series de 10 minutos a B2 con recuperaciones de dos kilómetros, más 6 series de 5 minutos a B3. Tomamos dirección Elche, pero por el camino corto, es decir Orihuela, Albatera, Crevillente, Elche. En la primera redonda de la ciudad de las palmeras nos marcó los 50 km. que nos autorizaban a dar la vuelta. Hacia la capital Ilicitana hicimos las tres series primeras, con tan buena planificación que finalizaron justo cuando teníamos que dar la vuelta y de regreso las otras seis. Lo que creímos que iba a ser un paseo militar resultó que nos dejó bastante tocadicos de las paticas y llegamos como las hormigas de Pablo Motos, a Trancas y Barrancas.
El domingo innovamos en cuanto a recorridos. Stani estaba sugiriendo desde hacía unas semanas que se aburría de tanto ir a Elche y de tanto ir a Alhama, qué el quería ir a la playa. Como el día anterior hizo tan buena mañana, pensamos que ir a la playica no sería mala idea, incluso con solete igual alguna chavalica guapa nos dejaba mirar sus gracias mientras se tostaba al sol… Se que es un comentario y una motivación “babosa”, pero no hay más, “semos asín de simples”, como el mecanismo de un botijo. Animados por la idea de disfrutar “del paisaje” a las ocho de la mañana salimos con ciento cuarenta kilómetros de deberes y con un tiempo que nos hacía prever que de “disfrutar del paisaje”, ná de ná. Hacía un frasquete y un suave pero gélido viento que nos quitó de golpe cualquier ilusión que albergáramos. En el cruce de Zeneta seguimos recto y comenzamos a subir lo que sería el primer puerto de la jornada. El Puerto de San Pedro. Allí, ya hicimos cuenta de que además de no ver zagalitas bañándose íbamos a tener otros problemas que plantearnos. Las piernas no iban tan suaves como de costumbre, los daños no registrados del día anterior habían sido mayores que los contabilizados. Antes de llegar al final del puerto, en la Venta del Pino, cogimos el desvío hacia Torremendo, segundo lugar marcado por el paso de la etapa. La carretera de la estación, que así se llama el paraje, es una ruta pestosa como ella sola. Cuestas cortas pero duras y un continuo sube y baja que hace que te tiemblen hasta los empastes de la dentadura. Tras Torremendo, comienza la subida más dura, la del puerto de Rebate I, llamado así por los ciclistas de lugar porque si tienes ganas de darte más caña puedes al llegar arriba tomar un desvio a la izquierda y subir la continuación del puerto al que apodan con el original nombre de Rebate II. Nosotros, como queríamos ir a la playa, nos quitamos la penitencia del segundo puerto seguimos una vez coronado el primero hacia el Pilar de la Horadada. En esa localidad se celebraba su I Media Maratón. Había pocos corredores, un par de cientos calculo y llegamos justo cuando daban a las diez y cuatro minutos la salida. Animamos al paso de unos cuantos compañeros de la pista que se habían animado a competir y seguimos tras los corredores un ratico hasta la Torre de la Horadada, bella localidad costera por donde trascurría algún kilómetro de la prueba y donde cortejé durante muchos años a la que ahora es mi santa, pues ella veraneaba allí y como es lógico su pretendiente no visitaba otra playa que no fuera esa. Faltándonos kilómetros hasta que el marcador nos iluminara con la bonita cifra de setenta llegamos, ahora por la general llena de coches hasta la Zenia y en una redonda de aquel lugar dimos la vuelta por la misma ruta por donde llegamos. Ni que decir tiene que en la playa no había ¡ni dios!. Si Rebate se hizo duro a la ida, a la vuelta se me hizo duro de cojones, Stani tuvo que esperarme a mitad del puerto pues me quedé un poco cortado. Los diez kilómetros de “La carretera de la Estación” fueron ya una maldición bíblica para mis piernas y allí Stani, por primera vez en la mañana, también comenzó a quejarse. Una vez llegamos al Puerto de San Pedro, como era todo bajada, pensé que se acaba el suplicio. ¡Y una leche!. Bajamos a toda pastilla, que para eso era bajada. Llegamos la llano y por lo visto Stani debió recordar que se había dejado a “los niños en el horno” y para evitar que se le quemaran puso en el cuentakilómetros la bonica cantidad de cuarenta por hora. Me había recuperado un poco y le seguí como pude. Tras unos ocho, diez kilómetros a ese ritmo, nos acercamos al cruce de El Raal. Allí existe un semáforo que es peligroso saltarse pues los coches vienen rapidísimo por ambos lados… Recé para que estuviera en rojo y el “capullo” de mi compañero se parara y diera un respiro a mis piernas. Dios escuchó mis plegarias y el semáforo apareció bonitamente iluminado en encarnado a lo lejos. Nos quedaban catorce kilómetros a casa que esperaba fueran de animada y pausada charleta o le daría con la bomba al Stani en la cabeza. El nenico, desbrevao ya, se conformó a ir algo más lento al llorarle y recordarle que yo aún tenía que subir tres kilómetros setecientos metros hasta mi casa.
Cinco horas y cuarto después de haber salido llegaba a casa como el “ejército rojo: cautivo y desarmado”.
Hemos vuelto a quedar para el martes. Tenemos series de 2000 en la pista, el bueno de Stani las tiene cinco segundos más rápidas que yo, acordamos que las negociaríamos. Las tengo a siete cincuenta y cinco y él a siete cincuenta. Si estoy tan cansado como ahora, serán a cincuenta y cinco o nada….
¡Hasta pronto, querido diario!
P.D.: Se me había olvidado poner el resumen mensual.

MARZO

TOTAL
70:30:14 horas

PIE 19:57:14 horas 248.09 Km
CICLISMO 27:40:00 758
NATACION 22:53:00 48,84

26 Feb – 4 Marz
16:54:00 horas


PIE 5:37:00 horas 66 km
CICLISMO 6:17:00 173
NATACION 5:00:00 10,70


5 Marz – 11 Marz
16:40:00 horas

PIE 5:05:00 63
CICLISMO 6:15:00 170
NATACION 5:20:00 11,79

12 Marz – 18 Marz
16:15:00 horas

PIE 4:42:00 58
CICLISMO 6:30:00 180
NATACION 5:03:00 10,90

19 Marz – 25 Marz
13:51:14 horas

PIE 4:13:14 55,09
CICLISMO 4:48:00 135
NATACION 4:50:00 10,20

26 Marz – 1 Abril
18:00:00 horas

PIE 3:00:00 38
CICLISMO 9:05:00 240
NATACION 5:55:00 11,85